La presidenta chilena Michelle Bachelet dio este lunes un paso más en su ambicioso plan de reformas sociales al enviar al Congreso el proyecto de ley de matrimonio igualitario que contempla la adopción, una semana después de la aprobación del aborto terapéutico en país.
AFP
La iniciativa prevé reformular la definición de matrimonio actual -establecido entre un hombre y una mujer- para establecer que se trata de una “unión entre dos personas”, dijo la mandataria socialista al firmar el documento en medio de la algarabía de organizaciones sociales que acompañaron el acto.
“No puede ser que los prejuicios antiguos sean más fuerte que el amor, por eso y tal como lo comprometí, hoy Chile da un paso histórico al firmar el proyecto de ley de matrimonio igualitario”, señaló la mandataria.
La presidenta, que entregará el poder en marzo de 2018, recordó que en abril de 2015 Chile dio un “paso enorme” al aprobar el Acuerdo de Unión Civil -celebrado hasta ahora por 13.500 parejas, de ellas 3.082 homosexuales- considerada la antesala a la “igualdad” que se conquistará con el proyecto que despachó este lunes.
Una familia es “más que nombres” e incluye la posibilidad de que el vínculo traspase generaciones, por eso el nuevo proyecto contempla “que un niño podrá ser adoptado indistintamente por un matrimonio heterosexual o homosexual por el solo hecho de ser cónyuges sin necesidad de modificar la ley de adopciones”, acotó mandataria sobre una posibilidad que no está contemplada en el AUC.
Asimismo, se elimina la conducta homosexual como causal de divorcio y se quita el requisito de referencia de sexo para validar en Chile un matrimonio consagrado en el exterior.
Con el envío del proyecto al Congreso, de mayoría oficialista, se inicia un largo proceso que se espera concluya durante el próximo gobierno.
“Confío que el Congreso estará a la altura de este debate (…), que sabrá reconocer lo que Chile espera de sus autoridades: la capacidad de extender el alcance de los derechos a todas las personas”, concluyó Bachelet, que en las últimas semanas aceleró sus ambiciosas reformas sociales.
La semana pasada, Bachelet celebró que el Tribunal Constitucional (TC) diera luz verde al proyecto de aborto terapéutico, impulsado por la mandataria y aprobado por el Congreso tras dos años y medio de trámite, en uno de los pocos países en los que la interrupción del embarazo estaba prohibida en todas sus formas.
El proceso de reformas se enmarca en un país en el que el divorcio se aprobó recién en 2004 y en el que la Iglesia Católica mantiene aún una gran influencia.
“No debe haber discriminación, pero al mismo tiempo respetar la esencia de una institución como el matrimonio que, desde siempre, ha tenido una esencia de conservación de la especie humana”, dijo el expresidente Sebastián Piñera, contrario a la iniciativa y quien lidera las encuestas con miras a la elección presidencial de noviembre.
-Desterrar la homofóbia-
El proyecto fue recibido con emoción y esperanza por activistas de los derechos de homosexuales que celebraron el posible fin de una ley de matrimonio que consideran homofóbica.
“Estamos en presencia de un hecho histórico y para resaltarlo es preciso decir las cosas por su nombre: en Chile la actual ley de matrimonio es homofóbica y viola los derechos humanos de las parejas y familias homoparentales”, dijo Rolando Jiménez, dirigente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual, que impulsó la iniciativa que hoy firmó Bachelet.
El Movilh recordó que el proyecto se enmarca en el compromiso asumido por Chile ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH), tras una demanda presentada por los activistas años atrás en la que denunciaban la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Es para terminar con estas injusticias, reconocidas por el Estado en el acuerdo que selló con nosotros, que hoy se firma un proyecto de ley que otorgará a las parejas de igual y distinto sexo los mismos derechos, sin excepciones”, agregó Jiménez.
En Sudamérica, el matrimonio entre personas del mismo sexo está legalizado en Argentina, Brasil, Colombia y Uruguay.
Si Chile concreta su legalización completaría un periodo de grandes reformas sociales -que incluyen la aprobación del aborto terapéutico, impulsadas por Bachelet- luego de años marcados por la permanencia de políticas conservadoras adoptadas por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) que, entre otros derechos, impidieron el divorcio hasta 2004.