El ministro de Economía argentino, Nicolás Dujovne, viajará el lunes a Washington para acordar los términos de una nueva ayuda del FMI tras una semana de frenética corrida contra el peso, que desnudó la fragilidad económica y política del país sudamericano.
La crisis cambiaria iniciada en abril llegó a su clímax la semana pasada cuando el peso se derrumbó 20% frente al dólar en dos días, para recuperarse tibiamente el viernes merced a una suba al 60% de las tasas de interés y millonarias ventas del Banco Central, bajo la expectativa de anuncios la semana próxima.
“La confianza de los inversionistas en Argentina es todavía frágil”, advirtió un reporte de Capital Economics.
En su informe semanal la consultora internacional remarcó que “existe un notorio riesgo de que el gobierno fracase en presentar un plan de austeridad convincente” el lunes, cuando se esperan anuncios de Dujovne previo a su partida a Washington.
“Eso sería un riesgo evidente para una mayor caída del peso”, advirtió.
La moneda cayó en un precipicio tras el anuncio presidencial del miércoles, cuando Mauricio Macri explicó por cadena nacional que había solicitado el adelanto de desembolsos al Fondo Monetario Internacional.
La respuesta de los mercados expuso la magnitud de la crisis de confianza en el gobierno y en su capacidad de pagar las deudas con el acecho de una nueva recesión descontada por analistas.
Al frenesí cambiario se sumó la incertidumbre de los argentinos atenazados por una inflación de casi 20% a julio y una pérdida del valor de la moneda que acumula 50% desde enero.
Para apaciguar a los mercados, Macri solicitó al FMI que adelante “todos los fondos necesarios” del acuerdo por 50.000 millones de dólares a tres años acordado en junio.
Espera así cubrir las necesidades financieras de 2019, cuando termina su mandato.
Tras la palabra presidencial se agudizó la corrida y el peso se vendió el jueves a 41 pesos por dólar estadounidense.
Fue “un paso en falso de Macri”, sostuvo el sociólogo Marcos Novaro, quien avizoró cambios en el gabinete cuando las turbulencias financieras se hayan calmado.
Argentina se comprometió en junio ante el FMI a llevar el déficit al 1,3% en 2019, pero la prensa local especula con un ajuste más drástico para reducirlo a 0,4% el año próximo.
– Cuentas en revisión –
Desde que asumió en diciembre de 2015 el gobierno de centroderecha de Macri impulsó un drástico recorte de gastos del Estado, con eliminación de subsidios, despidos y congelamiento de contrataciones en la administración pública, entre otras medidas de ajuste fiscal.
Pero también benefició con una rebaja impositiva a las millonarias exportaciones agrícolas, medida que la emergencia ha puesto en revisión.
El martes Dujovne deberá exponer a la directora del FMI, Christine Lagarde, los detalles del nuevo compromiso que Argentina asume a cambio de acelerar los desembolsos. Desde junio ya recibió 15.000 millones de dólares y la semana pasada otros 3.000 millones.
“Pero no está claro si será suficiente para estabilizar las finanzas”, afirmó el analista del Deutsche Bank, Jim Reid.
La crisis cambiaria empujó el riesgo país hasta casi los 800 puntos, el segundo más alto de la región detrás de Venezuela.
– Extenuados –
La histeria cambiaria y su correlato en los precios dejó extenuados a los argentinos que reeditaron los traumas de la crisis económica de 2001.
Aunque las condiciones financieras son muy diferentes, los miedos de los argentinos se asemejan y el pesimismo sobre el futuro de la economía crece.
La CGT, principal central sindical, convocó a una huelga general para el 25 de septiembre en reclamo de un cambio de rumbo económico.
Al aumento del precio de los alimentos, el transporte, los servicios básicos y la educación se suma el temor a perder el empleo: uno de cada dos trabajadores ocupados teme ser despedido, según un sondeo del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) y la consultora Ibarómetro.
Los efectos de la caída del peso se hacen sentir en todos los sectores sociales, hasta en los millonarios contratos de jugadores de fútbol de la Superliga que, cerrados en dólares, obligan a los clubes a renegociar. reseña Sumarium