De Román Chalbaud y dirigida por Jorge Souki, la obra se estrenó hace 20 años. El texto, sin embargo, no ha perdido vigencia
María Angélica Castillo Borgo/El Nacional
Los personajes de la obra tienen un poco de país. Como si cada uno representara las dolencias de una patria golpeada por años, en ellos convergen la miseria y la esperanza. Son delincuencia, abuso de poder, inflación; pero también unas ganas indestructibles de continuar el camino, sin importar sus huecos ni sus trampas.
Fueron escritos y representados sobre un escenario hace casi 20 años, cuando el Ateneo de Caracas existía en Bellas Artes y Román Chalbaud hacía crítica social. Protagonizan Reinada pepeada, que bajo la dirección de Jorge Souki vuelve a las tablas. Primero formará parte del ciclo Teatro para Escuchar: se presentará en formato de lectura dramatizada el domingo a las 11:30 am en el Centro Cultural BOD. Y a partir del 18 de enero se realizará el montaje, con todos sus elementos escenográficos.
Cuenta la historia de Reina, quien regenta una arepera junto con su madre, y de seres grotescos y tristes que son víctima y consecuencia de una sociedad con demasiados errores. Souki asegura que, si bien la obra no tiene una fecha determinada, le gusta pensar que se desarrolla a finales de los años ochenta, en el Caracazo: “Hablamos de unos personajes imbuidos en una transición de país que son víctimas del cambio y no saben con qué se van a enfrentar. Esa época nos explica mucho lo que somos hoy”.
El elenco está integrado por Norkys Batista, Caridad Canelón, Aroldo Betancourt, Oswaldo Maccio, Carlos Sánchez Torrealba, Homero Díaz, Djamil Jassir y Eulices Alvarado.
Todos gravitan alrededor de Reina (Batista): su madre es una mujer de campo que vive y muere por Rómulo Betancourt –“para ella no ha muerto, porque ella es él”, dice Canelón–; Benito es quien se debate entre chulearla y amarla; Juan de Mata, además de mesonero, por las noches imita a Gloria Estefan y “menea las nalgas”. Están también el hijo delincuente y el empleado público corrupto.
Los describe Sánchez Torrealba: “La obra es un delta y cada personaje es un río, a veces revuelto y otras manso que confluyen en él. Todo en el ámbito de la comedia”.