Antes del suceso del filme de Sylvester Stallone actuó en El Padrino gracias a los genes: es hermana de Francis Ford Coppola. Pero pronto demostró que le sobraba talento. Con los años su fama se fue apagando. Y dicen que así lo deseó. Hoy, a los 74 años, es feliz moviéndose entre el ostracismo y los recuerdos.
La carga que podría haberle significado el apellido no fue un impedimento para que lograra sobrepasar barreras y encontrar su lugar. En definitiva, fue un condimento más que le dio a Talia Coppola Shire las armas para sobreponerse a eso y volar por cuenta propia. El apellido de soltera nos lleva, irremediablemente, a nombrar a su hermano, Francis Ford Coppola. Si bien el prestigioso director de cine tuvo que ver con los inicios exitosos de su carrera, Talia luego se despegó para escribir su propia historia.
Si hablamos de papeles preponderantes, de esos que marcan una carrera pero también una vida , el almanaque nos lleva a 1976, cuando Shire se puso en la piel de Adrianna Peninno, en Rocky I. Claro, se la conoció como Adrian, como la llamaba Rocky Balboa (Sylvester Stallone). Fue la mujer de la cual el boxeador se enamoró perdidamente hasta que la muerte los terminó separando, pero solo en el plano terrenal. Fue el faro que lo ayudó a llegar a lo más alto desde las próximas cenizas de lo que nunca había podido ser, hasta convertirse en el mejor boxeador del mundo.
En aquellos momentos se la conoció como la primera mujer que logró trascender y predominar en el cine portando un nombre de varón. Con esa mezcla de gracia e incredulidad, no solo los expertos en cine sino también los simples admiradores se preguntaron el motivo por el cual usaba ese nombre. Fue Stallone quien resolvió el enigma acudiendo a una salida rápida: “Es su nombre, pero más corto”, dijo, con simpleza.
Su trabajo en Rocky I le valió a Shire sendas nominaciones al Oscar y al Globo de Oro como mejor actriz. En ese rubro, el mismo año, ganó el Premio de Círculo de Críticos de Cine de Nueva York. Sin dudas fue su antes y su después en la meca del cine.
La película, que contaba la historia de un boxeador que pese a las dificultades logra sobreponerse hasta coronarse como campeón del mundo, le dio a Talia una magnitud que la forjaría para siempre. No solo laboralmente, sino ante los espectadores y fanáticos de la saga que quedaron atrapados por una historia de amor caracterizada, por sobre todas las cosas, por una incondicionalidad que nació en el minuto uno.
La relación entre ellos comienza cuando Balboa no era nadie, cuando boxeaba en los clubes de barrio por unos pocos dólares que solo le permitían subsistir, y no mucho más. Adrian estuvo en los momentos difíciles y en los gloriosos del Semental Italiano. Fue su apoyo y su guía. La persona que lo encaminó cuando la adversidad lo golpeó con fuerza. En la primera película fue su novia, en las posteriores se casaron, formaron una familia, disfrutaron de la abundancia, cayeron en desgracia. Y en la la sexta entrega, ella muere de cáncer. Rocky siempre la evocará -incluso en el spin-off de Creed– con emotividad y nostalgia.
En Rocky 6 (en rigor, llamada Rocky Balboa), el primer filme en el que no aparece, el pugilista vuelve a pelear por el título, luego de la gran depresión que atravesó por la muerte de su esposa. Tras el combate, va al cementerio a agradecerle y le dice: “Adrian, lo hicimos”. Esa frase es una de las tantas que quedó guardada en la memoria colectiva de quienes la vieron.
Durante la pandemia, Stallone les permitió a sus fanáticos -a través de un vivo de Instagram- que le hicieran preguntas. Allí, se refirió a Talia. “Ella fue muy importante: sin ella no hubiera sido un éxito. Históricamente las películas de boxeo han mostrado atrocidades, por eso muchas mujeres no querían verlas. Por eso pensé en ella, porque no quería contar la historia sobre boxeo. Esto es una historia de amor”, definió Sylvester, responsable del guión original.
Lejos de lo que supo ser
Talia Shire -en rigor, Talia Rose Coppola- la actriz nació el 25 de abril de 1946. A los 22 años tuvo su primer papel importante en cine cuando debutó en The Wild Racers. Ese fue el inicio y la continuación del apellido como parte importante de la dinastía del séptimo arte. Legado que sigue rodando y marcando el rumbo. Generaciones que no se interrumpen: Talia es, además, tía de la directora de cine Sofía Coppola y del actor Nicolas Cage.
Más allá de que siguió trabajando ininterrumpidamente en la pantalla grande desde su primera aparición, el mundo la conoció en 1972 cuando Francis le dio el papel de Connie Corleone, hija de Don Vito (Marlon Brando) en El Padrino. Dos años más tarde estuvo en la secuela, con gran repercusión. Allí dejó de ser la hermana de… para valerse por sus propios medios y saltar a lo más alto del cine hollywoodense.
No obstante, en aquellos años la crítica hablaba de que no estaba capacitada para tamaña responsabilidad y que solo estaba ahí por portación de apellido. Todo cambió en la segunda, cuando se empezó a hacer referencia a ella como “brillante actriz”. La frutilla del postre llegó con una nominación al Oscar, la primera de tantas que vinieron a lo largo de su carrera. Sin embargo, nunca logró alzarse con una estatuilla. Fueron años en los que la competencia era mucha, y de alto nivel.
Shire nunca se propuso sobresalir, y a medida que iba avanzando su carrera menguaba. El éxito de los 70 y 80 no se volvió a repetir. Muchos sostiene que ella misma así lo quiso: la fama nunca fue su mejor aliada y no se llevó bien con los flashes y el acoso periodístico.
Intentado alejarse del primer plano, probó surte como directora. No resultó como lo esperaba. En 1995 dirigió One Night Stand, un drama que -como su género lo indica- también lo fue para ella. Lo mismo había ocurrido antes con su rol de productora en Hyper Sapien: people for another star, en 1986, y Lionheart, en 1987. Lejos de ser productos taquillero, recibió reprobaciones. A tal punto que nunca más volvió a probar suerte en esos roles.
En 2004 Talia se dio un gusto personal que guardará en su alma de por vida. Porque el legado sigue intacto y las generaciones siguen abriéndose camino dentro de la actuación. Convocada por David O. Russell, fue una de las protagonistas de Extrañas coincidencias, película en la que actuó con Janson Schwartzman, uno de sus hijos.
Y si de su familia se trata, todos sus descendientes continuaron el camino artístico marcado por familia. Janson, fruto de su relación con el productor Jack Schwartzman, además de actor es un reconocido músico. Robert Schwartzman es vocalista de la banda de rock Rooney. El mayor es Matthew Orlando Shire, fruto de su relación con David Shire, también le dedica su vida a la actuación.
Desde entonces, su carrera como actriz se desarrolló con altibajos. Lejos de los protagónicos, con 74 años está alejada de la meca del cine. Solo se la puede ver llevando papeles menores, en industrias de la misma magnitud. Hace dos años fue parte de Romancing Brazil, película que se filmó en Brasil y que no tuvo un reconocimiento mundial. A continuación, filmó Working man, de Robert Jury.
Así, lejos de las luces cegadoras con las que Hollywood recibe a sus hijos pródigos, aun recuerda aquellos años que la marcaron. Su corazón siempre estuvo del lado de la saga Rocky Balboa. En este último periodo, se encargó de ponerle la voz a diferentes documentales de una de las películas por excelencia vinculadas al drama y la acción. Y en sus redes sociales, rincón en el que se mueve parte de la popularidad de las celebridades, el recuerdo de Adrian sigue latente. Fotos de aquellos años adornan y predominan en su cuenta de Instagram. Y Talia Shire sonríe, con la tranquilidad de ya no ser.
con información de INFOBAE