La banda punk cubana anticastrista que le canta al «Coma-andante»

No pueden tocar en la isla. Su vocalista, Gorki Águila, fue detenido dos veces por el régimen. Pero distribuye sus discos por la calle y hace oir su voz. Escuchá el tema que le dedicaron a Fidel

Gorki Águila mira a la cámara en un video que grabó poco antes del concierto de los Rolling Stones el 25 de marzo de 2016 en La Habana. No lo ha visto aún: se conecta a internet una vez por semana y nunca le alcanza para ponerse al día con el correo y las redes sociales. Su banda, Porno Para Ricardo (PPR), la formación punk-opositora cubana, estaba en Miami para tocar —entre otros lugares— en el mítico Churchill Pub cuando un canal local le pidió un mensaje para los rockeros. Dijo:

«Mira lo que te voy a decir, mi hermano. Estoy hablando contigo, Mick Jagger, sí, tú mismo… Mira p’acá, mira p’acá… A ti y a tu banda. Nosotros, cuando tú vayas allá, y cuando [Barack] Obama vaya p’allá, p’a Cuba, nosotros es probable que estemos metidos en una celda del [Ministerio del Interior] Minint. Yo soy un músico censurado en Cuba, un músico que no tiene el derecho que tienes tú de tocar donde quieras, ¿entendiste?».

Y le pidió a Jagger, y —acaso desconfiado de que le quedase rebeldía al rockero viejo— también a Keith Richards:

«Mi hermano, infórmate primero de qué está pasando en Cuba, y por lo menos tira un ‘Abajo Castro’, chiquitito, ahí… ¡Rolling Stones, mi hermano! Keith Richards, que es más loco: ¡Keith Richards, dale, tira algo, mi hermanito, ahí! Mira, a 100 kilos de watts: ‘Abajo quien tú sabes’. ¡Pinga!»

«Abajo quien tú sabes» es una consigna de PPR, la banda que comenzó en 1998 y actualmente no se puede presentar en vivo en Cuba. «Es increíble que un grupo de un país tenga que tocar en lugares donde incluso no se habla el idioma en que ellos cantan. A mí me gustaría tocar más en Cuba que en Polonia o la República Checa…», dijo a Infobae. «Pero con todo nos hemos divertido: en esos países la gente tuvo la experiencia del comunismo y tiene una identificación con nosotros interesante. Nosotros aquí pagamos un precio enorme por nuestra actitud, pero no hay que negar que también vale la pena».

Han tocado, además, en España y se presentarán por primera vez ante un público latinoamericano a finales de junio de 2016, cuando lleguen a la Argentina para tocar con un grupo vasco de punk, una leyenda de la década de 1980, Eskorbuto, en el Festival Antitodo que se realizará en Buenos Aires, dato que Águila ignoraba.

—¿Dónde van a tocar?

—No lo sé… Vamos a tocar, que para nosotros eso ya es bastante: para un grupo que nunca puede tocar en su país, ya tocar es genial. Me invitan y digo que sí, sin preguntar dónde. Lo que más he preguntado es qué nos van a dar para tocar, el aspecto técnico: los amplificadores, esas cosas, un mínimo de tecnología en el escenario y en el audio de sala.

El día del concierto de los Rolling Stones, Águila y la bajista Lía Villares realizaron una protesta, «Escándalo público». Se instalaron en el balcón del estudio de grabación que es también la casa del guitarrista y voz principal de la banda, se pararon sobre un colchón con los instrumentos en la mano y los labios sellados por dos trozos de cinta negra y se quedaron dos horas en silencio.

«Todos estos artistas que vienen son utilizados para visualizar que todo está cambiando, que todo está bien», opinó. «Sentí como un deber de ubicarnos. Somos un grupo al que han tratado cruelmente con respecto a nuestro derecho a tocar. Entonces es feo que ellos vengan acá a tocar sin importarles nada, para que el gobierno los utilice en una promoción de sus intereses. Me parece que eso no es justo, creo que los artistas tienen que tener un poco de conciencia. El arte es extremadamente poderoso a la hora de convocar y de denunciar».

—¿En qué consistió la performance «Escándalo público»?

—La llamamos así porque es un delito que se usa aquí: a las Damas de Blanco las acusan todo el tiempo de escándalo público… A mí me lo quisieron aplicar cuando protesté por la detención de Danilo Maldonado, un artista plástico que intentó hacer una performance con dos cerditos pintados con los nombres «Fidel» y «Raúl»]. Un despliegue policial rodeó toda la cuadra desde las 5 de la mañana, no podía entrar nadie que pudiera venir a vernos, o un periodista. La gente que pasaba por la calle se quedaba mirándonos a nosotros como estatuas, con las bocas tapadas. Y ya. Fue un acto de protesta.

Al comienzo la banda expresaba la política anárquica del punk rock, con un toque de sexo: el nombre es una adaptación criolla del grupo estadounidense Porno for Pyros y una protesta contra la prohibición de la pornografía que existe en Cuba.

—Para los burócratas éramos políticamente incorrectos y por eso nos censuraron: hablar de sexo abiertamente, con lo que acá llaman malas palabras (para mí las palabras no son malas, son buenas todas, según el contexto). El mismo nombre era un problema: en el paraíso de los obreros la pornografía es algo corrupto, decadente, del capitalismo. Tanto fueron metiéndose con nuestra libertad de expresión que empezamos a querer nombrarlos con nombre y apellido.

—¿Y qué efecto tuvo?

—A partir de eso la censura fue más férrea. Nosotros no hicimos PPR para caerle bien a las instituciones sino para divertirnos y por necesidades creativas, más nada. Y en gran medida estábamos conscientes del precio que significa divertirse en un país como este. Pero PPR no es un grupo político, porque para mí los políticos son la gente que habla en nombre de algo y le dicen a la gente lo que tiene que hacer, y PPR no hace eso. Casi todas nuestras canciones son en primera persona, el yo, y no sermoneamos al público como quizá hacen algunos raperos. Pero en un entorno donde decir que me gusta la carne de res es malo [el ganado vacuno es escaso y controlado, y la carne no se incluye en la Libreta de Abastecimiento: a veces se vende en las tiendas en divisas, muy cara], pues bueno, casi todo es político… Desear cosas placenteras en este país es un problema político.

PPR no es un grupo político, porque para mí los políticos son la gente que habla en nombre de algo y le dicen a la gente lo que tiene que hacer, y PPR no hace eso

En 2003 Águila fue condenado a cuatro años de cárcel (cumplió dos años y salió en libertad condicional por la presión de artistas internacionales y locales) por lo que consideró una trampa: le entregó dos pastillas de anfetaminas a una muchacha que resultó ser agente del Estado cubano.

«Encontraron una manera muy eficaz para silenciarme», dijo. «Pero fue peor, porque salí de la prisión incluso más radical con respecto a que tenía que seguir denunciando esto más directamente. La prisión fue algo realmente cruel; si la calle ya es una prisión en Cuba, dentro de la prisión es extremadamente horrible.»

La música de PPR se volvió política y anticastrista.

En 2006 salieron dos discos hermanos: A mí no me gusta la política pero yo le gusto a ella, compañeros y Soy porno, soy popular. El primero era extremadamente político: ni Bertolt Brecht ni el juramento cotidiano de los pioneros (los niños de escuela primaria, que dicen «¡Seremos como el Che!») quedaban en pie. El segundo era político y anárquico a la vez: se burlaba de Guns’n’Roses (con la canción «Don Cri», una parodia de «Don’t Cry» y a la vez un burla a las bandas cubanas que hacían covers en inglés dos décadas después de que eso estuviera prohibido), de José Martí (con un poema apócrifo soez contra los españoles) y del periodismo cubano (todo el disco es una presentación/entrevista absurda de PPR), de la seguridad nacional y de la sexualidad de Águila, entre otros asuntos.

Una canción en particular resultó muy irritante a las autoridades cubanas: «El Comandante», incluida en el disco A mí no me gusta la política…, que hubiera sido un Lado B en tiempos del vinilo.

Dedicada a Fidel Castro —«el Coma-Andante», como se detienen a pronunciar los cantantes, Águila y Ciro Díaz (también primera guitarra)—, la letra repite, con variaciones, uno de los insultos cubanos más callejeros: «¡No coma tanta pinga, Coma Andante!». Termina con una parodia de Silvio Rodríguez («Le debo una canción al Comandante / y de las sombras sale Raúl») y una felicitación al líder retirado de la Revolución Cubana por «su 140 cumpleaños».

En 2008 Águila volvió a ser detenido por «peligrosidad social predelictiva». Cuando su caso llegó a la prensa internacional (The New York Times publicó la nota «Se fijó juicio contra músico de punk rock cubano») le cambiaron el cargo por «desobediencia».

—¿Qué pasó entonces?

—Un clásico de los países totalitarios: por convicción policial te pueden meter preso sin probar ningún delito. Pero la solidaridad de muchos artistas, del mundo y de acá adentro, consiguió que eso no sucediera. ¡Y la justicia está tan manipulada en este país que cambiaron un delito por otro en un segundo! La prisión se convirtió en una multa de 600 pesos [cubanos, unos 25 dólares].

—Que PPR pagó con 12.000 monedas de cinco centavos.

—Fue muy simpático. A los pobres muchachos que tuvieron que contar el dinero les dijimos que no era nada personal.

Antes la banda había grabado los discos Rock para las masas… (cárnicas), una obra de 2002 que hace referencia al modo en que la Libreta de Abastecimiento nombra la proteína animal (productos cárnicos) y Porno para Ricardo (2003); luego editaron El álbum rojo desteñido (en 2009) y¡Maleconazo ahora! (2013).

Desde aquella cárcel, Águila ha sido detenido breve pero reiteradamente por su protesta, tanto artística como activista: ha acompañado las marchas de las Damas de Blanco, y en su programa de radio independiente Cambio de Bola, que hace con el periodista Camilo Ernesto Olivera, pasa sus convocatorias a acompañar los domingos al colectivo Todos Marchamos, «que une a varios proyectos cívicos y de otra índole con el de las Damas de Blanco».

—¿En qué consiste?

—Convoca a las marchas pacíficas para pedir por los presos políticos y por un cambio en general, por libertad. La represión ha aumentado porque los Castro ven que nos estamos metiendo con su negocio, con el futuro de su tiranía, y ellos quieren pasarles el guante y la pelota a sus hijos… Acá decimos que una cosa es lo que piensa el borracho y otra la que piensa el bodeguero: los cubanos somos los tenemos la responsabilidad de quitar a los Castro para que este país por lo menos coja una dirección de un país normal, con derechos básicos y una economía que sirva para algo.

La represión ha aumentado porque los Castro ven que nos estamos metiendo con su negocio, con el futuro de su tiranía, y ellos quieren pasarles el guante y la pelota a sus hijos

—¿Cambio de Bola es parte de esa intención política?

—El programa fue una idea de Camilo, al que yo le aporté la dinámica: él venía con algo más conservador, con secciones, y yo le puse el tono del humor y lo que se hace en la radio actualmente: poner noticias y comentarlas, alternarlas con números musicales. Lo hacemos acá, en mi casa, como nosotros pretendemos que se hace la radio: no trabajamos en ese ámbito, pero en el camino la adoptamos.

—¿Quiénes lo escuchan?

—Se reparte como mi música: de mano en mano, a la gente en la calle. Como uno aquí no tiene espacio, se lo tiene que inventar. Yo ando toda La Habana en bicicleta.

—¿Se lo da a gente conocida o a cualquiera?

—¡A cualquiera! Yo se lo doy a quien me cruzo en la calle. La gente lo acepta porque es regalado: les digo ‘Toma este disco, que tiene música e información’, y lo aceptan sin preguntar mucho. Así llevamos poco más de un año, 55 ediciones. También está online: para mí lo ideal sería un día fijo por semana, pero acá las cosas son así: uno tiene que tomar el tiempo de internet que tenga y lo pone y ya. Entonces aparecen dos en una semana o se demoran más de una semana en aparecer. También se lo damos a la gente que está vinculada con los almendrones [los antiguos autos de la década de 1950 que circulan como una mezcla de taxis y buses, con rutas fijas, a 10 pesos cubanos], pero sobre todo a la gente en la calle.

—¿Qué cambios observó desde la reanudación de vínculos con los Estados Unidos, el 17 de diciembre de 2014?

—Los cambios hasta ahora han sido para peor. A muchas personas no les queda claro que darle dinero a los Castro (que es básicamente lo que les interesa de todo esto) vaya a beneficiar al pueblo. Yo no soy político pero por haber vivido tanto tiempo en el castrismo lo conozco un poquito y sé cuáles son sus planes: seguir en el poder toda la vida y darte migajas como siempre han hecho. Me imagino un putinismo, o algo así como China: cero libertad. Cuando eso suceda quizá va a ser más difícil quitarlos a ellos de en medio.

Yo no soy político pero por haber vivido tanto tiempo en el castrismo lo conozco un poquito y sé cuáles son sus planes: seguir en el poder toda la vida y darte migajas como siempre han hecho

—¿A usted le ocurrió algo en particular?

—Antes tenía una cámara frente a mi casa, para monitorear mi vida. La sustituyeron por una de mayor avance tecnológico. ¿No es indignante que el gobierno mate de hambre al pueblo, un pueblo que se va en masa, esté comprando tecnología de punta para seguir reprimiendo? Es bochornoso, hay que denunciarlo.

—¿No ha visto nada positivo?

—Sí, por supuesto, pero los que opinamos de esta manera queremos la libertad, no queremos algo a medias… La gente dice «está pasando algo bueno», pero a mí lo que me hace falta es quitar un tirano de en medio para después hacer nuestros planes a partir de un entorno de libertad.

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