La máscara de la ironía despierta una duda en cada frase de Hugh Grant, alguien que tiene tan naturalizado el encanto que casi necesita un cartel tras él que certifique que habla en serio. El actor británico, 64 años, se encuentra en un hotel céntrico de Madrid para presentar Heretic, cinta de terror y nuevo giro en su carrera: interpreta a un aterrador psicópata que recibe y atrapa en su casa a dos jóvenes mormonas.
La novedad del género también es aparente: el actor ya protagonizó una película de terror en 1988 (La guarida del gusano blanco, de Ken Russell), pero entonces todavía era el héroe y en la nueva película de Scott Beck y Bryan Wood es Mr. Reed, un auténtico villano, al que viste Grant viste con su humor innato. Estrenada con éxito en EE.UU., Heretic (Hereje) llegará a las salas de España el 3 de enero.
Heretic es terror condensado, al estilo Misery, pero enormemente discursiva. El humor de Grant hace digeribles las largas exposiciones de Mr. Reed sobre la historia de las religiones. Lo que empieza como un juego dialéctico para poner a prueba la fe de las proselitistas mormonas, deriva en un angustioso juego macabro sobre la dominación.
«No quiero hablar mucho de Mr. Reed porque prefiero que sea misterioso. Creo que es alguien solitario», aporta el actor como primera definición. «He conocido mucha gente como él: que creen que son más graciosos de los que son. Seguramente es alguien de quien la gente ha pensado que sus puntos de vista son interesantes, pero luego acaban retrocediendo porque no es auténtico y no tiene razón. Y eso le ha convertido en alguien triste y furioso».
«No estoy interesado en las comedias románticas»
Grosso modo, la carrera de Grant puede descomponerse en tres etapas: la primera es la del joven talentoso de producciones británicas y europeas, a menudo con papeles arriesgados (ganó la Copa Volpi en Venecia por Maurice y brilló como Lord Byron en Remando al viento, de Gonzalo Suárez). La tercera, la actual, es la que el actor denomina freak-show era, y comenzó en 2012 con los seis papeles que interpretó en la estrambótica Cloud Atlas y llegó al paroxismo con su caracterización como Umpa Lumpa en Wonka.
Pero el actor siempre portará la gloria (y la alargada sombra) de héroe de la comedia romántica desde su triunfo en Cuatro bodas y un funeral (1994). «Te prometo que no hay más por delante, no estoy interesado en el romance», cierra categórico sobre un regreso al género. «He hecho suficientes y además estoy orgulloso. ¿Qué las hacía buenas? Necesitas un guionista auténticamente divertido y Marc Lawrence (Tú la letra, yo la música) y Richard Curtis (Love Actually y guionista de Notting Hill) lo eran».
Y un ingrediente extra que le reveló su actual mujer. «El otro día vimos Love Actually y me dijo que era una película sobre el dolor. Ella es sueca, es bastante oscura, pero tiene razón. Todo el humor de esa película es una forma de afrontar el dolor. El dolor del amor no correspondido, el dolor de la pena, la pérdida de tener a tu hermano en una institución. Y eso es lo que hace que tengan vigencia, porque no son tonterías. Son bastante profundas».
Aunque Grant se identifique con la más ligera escuela británica de interpretación —y muchas veces haya bromeado con la intensidad estadounidense—, también tiene su método: escribir páginas y páginas sobre el pasado de sus personajes. «Enraíza al personaje. ¿Qué le pasó en su infancia? ¿Es un profesor en la universidad? ¿Cómo era la relación con su madre? ¿Cómo era ella? Disfruto mucho eso. Es como un adobo que se deja en un trozo de carnes durante meses y cuando finalmente ruedas, la cámara lo atrapa. No tienes que actuar porque los conoces interiormente. Esa es la teoría loca: no sé si funciona porque gran parte del trabajo se debe a que estoy muy nervioso», remata con ironía.
Enlazando con la psicopatía de su personaje, deja claro que inventar un pasado no es más que un juego: cree más en nuestra naturaleza genética que en la ambiental. «Habiendo tenido que investigar asesinos series, en general nacieron con el ADN defectuoso. Y pienso que eso es más interesante y jugoso que lo de ‘¡oh, tuvieron un momento traumático!'».
«Las corporaciones controlan nuestro pensamiento con algoritmos»
Mr. Reed dice en un momento que «es importante encontrar la fe en una doctrina en la que realmente creas». Dejando religión al margen, ¿en qué cree Hugh Grant? «No tengo fuertes puntos de vista, porque creo que puedo entender las dos partes de una discusión. Si alguien tiene una opinión firme, me parece bien. Y si alguien tiene la opinión contraria, me parece igualmente bien», expone como principios para empezar a desgranar las excepciones. «Desde hace poco tengo algunas opiniones. Por ejemplo: soy apasionadamente anti redes sociales, pantallas, streaming, smartphones, internet. Creo que están destruyendo la experiencia humana».
Otra salvedad: el actor mantiene una cuenta en X debido a su larga batalla contra los tabloides (en abril fue indemnizado por The Sun) y su apoyo a Hacked Off, una organización sin ánimo de lucro ni adhesión política que aboga por la transparencia y rendición de cuentas de los medios de comunicación.
«Nunca he querido estar en Twitter. Lo odio. Fueron mis camaradas en la campaña política en la que llevó involucrado desde hace 12 años en Inglaterra los que me animaron porque necesitaban que su voz fuese escuchada en los periódicos. Así que inventaron esta ‘hacked off Hugh person’. Y principalmente hablo de política. A veces cuando estoy borracho, como puede notarse», detalla incapaz de resistirse a la coda chistosa.
Su personaje, Mr. Reed, habla de las religiones como sistemas de control. «Es la tesis del personaje y, quizá, del guionista, Brian Scott. No estoy seguro de estar de acuerdo. Creo que estamos más controlados de lo que deberíamos, pero es por enormes corporaciones que controlan nuestro pensamiento a través de algoritmos. También nuestros cuerpos a través de fármacos y comidas desagradables. Quizá me equivoqué, pero estas grandes corporaciones han hundido mi país y también creo que Estados Unidos es bastante insano. Las personas parecen más consumidores o víctimas que seres humanos».
Lisonjero o no, cree que en su vista a España ha contemplado un antídoto. «Mucho de esto no sucede en España. Tenéis mucha suerte. Esto parece un oasis de cómo solía ser la vida. Parecéis sanos, agradables, entretenidos, bien vestidos, buena comida, tranquilos. Quizá…». RTVE