Antes de ser primera dama de Argentina, Evita Perón aspiraba a ser una estrella de cine. Sin embargo, ese privilegio ya estaba reservado a Libertad Lamarque. Juntas filmaron La cabalgata del circo, en 1945. Desde entonces se gestó una de las rivalidades más enconadas del continente.
Evita Perón y Libertad Lamarque protagonizaron un duelo de ego. En torno a ambas se han escrito historias de odio recíproco. La primera, la reina de los descamisados, y la segunda, la Novia de América, saldarían sus desavenencias con la distancia geográfica impuesta, pero antes de eso, el cine las unió en una única oportunidad. En 1945 filmaron la película La cabalgata del circo.
Después de La cabalgata del circo, Evita, un segundo crédito, pasó a ser primera dama y figura mítica del peronismo. Libertad Lamarque, en un exilio forzado o no, salió de su natal Argentina para ser el mito artístico en que se transformó desde México.
La rivalidad de las argentinas tiene episodios similares. Unos ubican ese nivel de enemistad en dos potentes figuras de Hollywood, la compulsiva Joan Crawford contra la autoritaria Bette Davis. Más allá de esa áspera relación, la dupla arrojó una de las joyas del cine dorado: “Qué pasó con Baby Jane” (1962).
Cuando el mundo habla de divas enfrentadas, más de uno piensa en dos reinas de la cosmética, la lujosa Elizabeth Arden y la ostentosa Helena Rubinstein.
Obras de teatro, ensayos e historia documentada se han acercado a estas exitosas empresarias del mundo femenino, quienes fueron capaces de crear imperios de aromas, colores y secretos de belleza.
Al final, las dos tenían más puntos en común que diferencias…
Sin embargo, en cuanto a las dos suramericanas, Libertad Lamarque se encargaría de desmentir lo que todos creían, que no había disputas entre ambas y mucho menos que la causa sería Juan Domingo Perón.
Para documentalistas del espectáculo, aunque inexperta, Evita no estuvo dispuesta a vivir bajo la sombra de nadie. Ni siquiera de su pretendido militar.