La película colombiana es la única aspirante latinoamericana a la estatuilla de mejor película de habla no inglesa
Los cines exhiben ahora mismo una película que ofrece la posibilidad de viajar a galaxias lejanas y sitios extraterrestres. Hay cintas, sin embargo, que transportan a lugares desconocidos de este mundo sin tener que moverse de la butaca. Esa es la esencia del cine y ese ha sido precisamente el éxito de El abrazo de la serpiente, la película colombiana que se ha convertido en un fenómeno y que este viernes ha quedado en la shortlist, la lista de finalistas, al Oscar a mejor película extranjera.
“El Amazonas es un mundo completamente desconocido”, dice Ciro Guerra. El director de la cinta, nacido en 1981 en el departamento de César (noroeste de Colombia), ha abierto una ventana a ese sitio. Quienes se han asomado a ella han quedado fascinados por esta historia de dos europeos que viajan con un chamán a través del río en busca de la yakruna, una planta con propiedades medicinales.
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La película, en blanco y negro, se rodó en el noroeste amazónico, en la frontera de Colombia con Brasil. Es una zona muy rica donde se hablan 17 dialectos indígenas. En la cinta figuran varias comunidades, entre ellas las guanano, ticuna y cuitoto, que fueron parte activa “tanto delante como detrás de cámara”, según el director.
Contra todo pronóstico, se convirtió en un éxito en su país de origen, donde estuvo once semanas en cartelera. En el extranjero también ha sido aclamada. Una ovación de diez minutos concluyó su primera exhibición en Cannes, donde ganó el premio de la Quincena de realizadores. La película se estrenará en México, Venezuela, Argentina y Brasil entre enero y marzo de 2016. A España llegará el 17 de febrero.
“Nunca sabes qué va a pasar con una película”, asegura Guerra en una entrevista con EL PAÍS. “Siento que es como escribir algo en una botella y lanzarla al mar”. El mensaje en esta ocasión ha llegado a mucha gente. El realizador sigue pensando por qué El abrazo de la serpiente ha conectado tan bien con las audiencias. “Ha tocado una fibra. El ser humano contemporáneo se siente muy perdido y está muy abrumado por la violencia, la división, las guerras, el odio y la xenofobia. Muchas cosas nos dicen que la sociedad no está funcionando y la gente está en una búsqueda espiritual”.
Guerra trabajó cinco años en la película. Dos de ellos estuvieron dedicados al guion. Primero comenzó su aproximación a los pueblos amazónicos desde un punto de vista casi antropológico, documental. Sin embargo, se dio cuenta de que los sueños, la imaginación y la ficción eran muy importantes en la cosmovisión indígena. “Ellos creen que el mundo se crea en medida que se cuenta”, afirma el realizador.
Esa visión poética del mundo indígena sirvió de motor a la experiencia cinematográfica. Pero el director se apura a decir que El abrazo de la serpiente “no es el Amazonas”. “El pensamiento amazónico es casi incomprensible para alguien que no lo ha estudiado”, agrega. Por ello, Guerra ha tratado de crear un puente para que el espectador se aproxime a ese mundo durante 125 minutos.
La película luchará contra la alemana Laberynth of lies (Giulio Ricciarelli), la francesa Mustang (Deniz Gamze); la danesa A war(Tobías Lindholm); la belga The Brand New Testament (Jaco Van Dormael); la finlandesa The Fencer (Klaus Haro); la jordana Theeb (Naji Abu Nowar); la irlandesa Viva (Paddy Breathhnach) y la gran favorita, la húngara Son of Saul (Laszlo Nemes). Las cinco nominadas se darán a conocer el próximo 14 de enero, y los premios serán entregados el 28 de febrero.
“El abrazo de la serpiente es muy sudamericana”, dice Guerra. La película es una coproducción de Argentina y Venezuela. Fue filmada con un equipo de la región que incluye a mexicanos y peruanos. “Está hecha sin apoyo europeo que normalmente teníamos que buscar”, cuenta el cineasta. Guerra cree que el cine latinoamericano está robando el espacio que mucho tiempo ocupó el cine europeo y el cine independiente de Hollywood. “El cine que cuestiona ha sido olvidado porque están concentrados en hacer blockbusters”. Los Fénix, que premian lo mejor del cine Iberoamericano, parecen haber respaldado este discurso. Ciro Guerra fue galardonado como mejor director en la segunda edición de los premios.
LUIS PABLO BEAUREGAR/El País