Conductora de Badabun confesó los abusos sexuales que sufrió por parte de su padre

La mexicana Lizbeth Rodríguez, conocida por el programa ‘Exponiendo infieles’, de Badabun, decidió contar los abusos que vivió durante su infancia a través de un video en sus redes sociales.

Rodríguez calificó su video como “necesario” y consideró que “muchas personas deberían subir este tipo de videos”, dirigiéndose especialmente a los niños, a quienes les dice: “Sé que es muy importante, porque créanme que es algo que pasa más de lo que quisiéramos”.

“A mí me daba mucho miedo abrir los porque sentía que podía ser un malhechor, o algún ladrón o algo así, y que si yo gritaba y mis papás se daban cuenta, podía pasar algo malo”, recuerda Rodríguez sobre las frustrantes sensaciones que le provocaban los tocamientos de su padre.

“Realmente yo tenía mucho miedo, pero era obvio que la persona que me estaba tocando pues era el hombre que vivía en la casa, porque no había manera de que entrara alguien más”, sigue Rodríguez en su relato, y asegura que cuando tenía cinco años decidió contarle a su mamá.

“Mi mamá y yo estábamos solas, y de repente comenzaron a salir de mí lágrimas, y le dije a mi mamá que quería hablar con ella. La hice que me prometiera que no le iba a decir nada a mi papá, en ese entonces que yo le decía así”, agrega la famosa conductora y deja también al descubierto, por la manera que habla de su progenitor, la gran distancia que hay entre los dos.

Después de obtener la promesa de su madre, la niña le contó el drama que vivía: “Mi papá me toca en las noches”, cuenta Rodríguez que le dijo a su mamá. Como respuesta, la mujer le dijo a la niña que si estaba segura, que si lo había visto. “Y le dije que no, porque realmente a mí me había dado mucho miedo abrir los ojos. Pero pues estaba medianamente segura de que él había sido”, rememora Rodríguez.

Sentada en posición de loto en una cama, Rodríguez, por momentos, parece quebrarse para romper en llanto, sobre todo en pasajes que le resultan críticos. “Mi mamá salió, platicó con él y cuando regresó me dijo que él le había dicho pues que no había sido él. Y así quedó eso”.

Su relato, sin duda, refleja lo que les pasa a miles en el mundo. “Nunca más me sentí con la confianza de decirle nada a mi mamá, porque la vez que me atreví a hacerlo, ella, por falta de mi seguridad, se podría decir que no me creyó”.

Habló asimismo de las condiciones familiares en que creció, también muy comunes en la sociedad contemporánea. “Mi mamá se separaba mucho de esta persona [el padre]. Un año estaba con él, un año lo dejaba por violencia, pero luego él la convencía y ella regresaba”.

“Cuando yo tenía ocho años, en una ocasión yo estaba acostada en la cama. Entonces, comencé a sentir cómo esta persona me desabrochó el cinto, me desabrochó el pantalón, y entonces yo me moví, y como ya…, me desperté”, continúa Rodríguez. “Eran como las cuatro de la mañana, y yo le dije a esta persona: ‘Qué raro que tenga mi pantalón desabrochado’”.

“Y me dijo: ‘Probablemente soñaste que ibas a ir al baño y te lo desabrochaste’. Yo me paré. Pero para ese momento tenía mucho miedo de decirlo porque sentía que nadie me iba a creer. Jamás le volví a decir nada a mi mamá”, acotó Rodríguez. “Fue uno de mis mayores secretos y fue algo de lo que yo no hablaba con nadie. Yo siempre prefería estar en la escuela. No me gustaba estar en mi casa”.

Se refirió a una sensación que experimentó y que han contado las mujeres que deciden contar este tipo de abusos: “Cuando yo estaba chiquita, llegué a sentir que eso era mi culpa, y que estaba mal. En ocasiones yo le llegaba a decir que no lo hiciera, y él me decía que si yo le decía a mi mamá, pues que lo iban a meter a la cárcel. Fueron incontables las veces que ese tipo de situaciones pasaban”.

“A veces cuando somos niños no sabemos realmente qué está bien o qué está mal y sin que nos demos cuenta es fácil que alguien pueda jugar con nuestras emociones o que nos puedan manipular”, dice. “Aproximadamente el 90 % de las personas que yo conozco, en su infancia o en algún punto de su vida, sufrieron algún abuso o algún acoso, y de repente como mujeres somos tan juzgadas y la gente dice que a veces las cosas son nuestra culpa, que no nos atrevemos a levantar la voz y no nos atrevemos a decir lo que tenemos que decir”.

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