Bárbara Palacios: Sí me toca asumir un cargo político lo haría con gusto

“Muchas veces he tenido la oportunidad de estrechar la mano de presidentes, pero yo no estrecharía mi mano con sinvergüenzas y criminales que le hacen daño a mi país y al mundo”, dice la ex Miss Universo y remata: “No tengamos miedo Venezuela”.

Expresiones como esas, no se escucharon aquel viernes 9 de mayo de 1986 en el Teatro Municipal, cuando Bárbara Palacios, convertida en Miss Venezuela, prometió: “Gracias Venezuela, no te voy a defraudar”.

Eran otros tiempos y su consigna pacifista se ubicaba perfectamente en el país de ese momento. En ese discurso breve, de segundos televisivos, pronunciado con los ojos desmaquillados entre  lágrimas, no cabía un Por ahora. Lo de ella resultó un Para siempre.

Aquel viernes nació El Barbarazo, el mito de la hija de los actores Bárbara Teyde y Jorge Palacios. Venezuela se enamoró de aquella niña de la esquina de Balconcitos, donde entonces vivía la nueva reina con su abuela. Era una Avenida Baralt sin caos. O al menos, desprovista de mercados callejeros que hoy han expropiado la circulación de sus vecinos. Ciertamente, un tiempo bonito de país. Desde allí Barbarita, como se le conocía, comenzaba –a su modo–  su propuesta de revolución, la del espíritu.

Ahora desde Atlanta, al lado de Víctor Manrique, su esposo de hace casi 30 años, y sus dos hijos universitarios Bárbara sigue ejerciendo ese afecto patriótico.

Autora de La belleza de saber vivir y de Lejos de mi sombra, cerca de la luz, libros con propósito inspiracional basados en su experiencia de vida, Bárbara Palacios dice haber previsto –gracias a su intuición– el descalabro que el país viviría en 1998 con el señor Hugo Chávez al poder. En el año 2000, con la llegada del milenio y nuevos signos ideológicos en Venezuela, decidió emprender otros caminos.

“Ese año, Víctor Tomás, mi hijo mayor, tenía edad escolar y yo sabía lo que venía para mi país. La gente no lo veía. Yo recuerdo haber sido de las primeras personas públicas que di entrevistas y hablé de que no vivíamos en democracia sino en dictadura. Siempre manifesté lo que le deparaba a nuestro país. Es duro”.

No lo pensó para hacer maletas. Estableció su nuevo hogar en Estados Unidos. Cónsono con su espíritu sosegado. Afín con sus planes familiares. Bárbara ya se había hecho cierto piso publicitario en la llamada gran nación, protagonizando campañas de marcas comerciales para el mercado hispano. Todo ello empujado por su rol de Miss Universo 1986.

“Sin embargo, el amor de mi vida sigue siendo Venezuela”, revela para Caraota Digital. “Esto que Venezuela vive lo ha permitido Dios, pero así como una vez vi lo que venía con Chávez ahora estoy segura de que hay un plan grande de misericordia para nuestro país”.

Con el mismo tono conciliador con el que ha llevado en todo momento su discurso público, la tercera de las hasta ahora siete venezolanas en ganar la corona universal, aclara: “Yo cuando voté me manifesté en contra de Chávez”.

Para deslindar las responsabilidades divinas de las terrenales, recuerda que este proceso político no es más que la consecuencia de las determinaciones que como sociedad ha tomado Venezuela. “En la vida hay decisiones positivas y decisiones negativas y la de mi país fue una decisión no pensada”.

De acuerdo con sus palabras, los venezolanos se dejaron llevar políticamente por las emociones. “Veníamos de diferentes procesos disfuncionales en nuestra democracia y el venezolano pensó que un personaje como Chávez podía evolucionar, pero el resultado fue negativo. La gente decía ‘Yo lo que quiero es un militar, una persona dura’. Es verdad que Venezuela era entonces un pueblo con frustraciones, pero durante esas circunstancias es cuando más se requiere ser racional porque las emociones nos engañan. Hoy es un horror lo que se vive”.

Publicista, con un máster en Teología y Psicología, esta venezolana fue considerada en 2014 como una de las mujeres más influyentes en la comunidad hispana en Estados Unidos. Esto según la revista People. Dos años más tarde, el Congreso de ese país la reconoció por su contribución en el afianzamiento de los valores latinos.

Presidenta de su compañía Bárbara Palacios Network, desde donde gerencia procesos de desarrollo humano, hoy su voz se amplifica por todo el continente con la intención de inspirar, que es, según asegura, su encomienda de vida. Y lo hace desde Atlanta, el suelo que la tiene enamorada.

“Me encanta Atlanta, primero por su geografía. Luego porque me tocó mudarme en una época preciosa de otoño y porque tiene un colorido y unas montañas especiales. Atlanta tiene un gran crecimiento económico, donde muchas empresas tienen sus sedes, es cosmopolita y la gente es sumamente amable”.

¿Inspirar desde Atlanta es tan desafiante como hacerlo desde Caracas?

“Yo creo que la inspiración la lleva cada persona. No importa el lugar donde uno se encuentre. Como ser humano yo he pasado por situaciones difíciles, en mi niñez y en mi adolescencia allá en Caracas. Mi vida también tuvo crisis, sé lo que es una situación compleja, una familia disfuncional y la falta de dinero. Pero todo eso me hizo descubrir que uno es el que propicia el cambio. Hay cosas que obviamente no están en la mano de uno, pero uno puede ser diferente transformándose en algo mejor”.

¿Y cuál sería tu visión y misión?

“Procurar donde me encuentre prestar ayuda para que otros tengan un cambio. No me refiero solo a lo económico, sino a lo que realmente somos y para qué estamos hechos. Hay quienes no se conocen”.

¿Qué crees que le hace falta a la gente, al menos de Venezuela, para sentirse motivada?

“Creer que se puede lograr el cambio. Si seguimos esperando que alguien venga, se nos pasa el tiempo. Todos podemos producir  prosperidad y bienestar, pero si no te lo crees no lo vas a lograr. Si no lo creemos como país, tampoco lo vamos a ver representado. Y ese pensamiento de cambio debe ser de quienes están dentro y fuera de Venezuela”.

Eres una mujer que busca inspirar a los demás. ¿De qué te sientes especialmente orgullosa de ti en lo personal?

“De lo que me siento orgullosa es de mi propósito en la vida a través de Dios. A veces lo más difícil es entender tu propósito en la vida, tu visión y misión. Yo me siento orgullosa de Dios. Él no me consiguió a mi. Yo lo conseguí a Él. Me ha mostrado el camino”.

¿Mantienes vínculo con Venezuela, más allá del virtual?

“Yo soy venezolana y con mi país tengo un vínculo de amor. Siempre lo llevo conmigo. En el lugar donde me encuentre siempre lo represento. Me siento embajadora de Venezuela, de lo bueno, de esas mujeres que se levantan en la madrugada para trabajar, de los venezolanos que  son responsables como padres y como madres, de aquellos que son buenos compañeros de trabajo y de quienes se preocupan por los demás”.

¿Así ves a los venezolanos?

“El venezolano es una persona de capacidades, se ha destacado por mejorar. Lo que es malo en Venezuela son quienes han agarrado el gobierno. Somos pocos millones de habitantes para un país tan maravilloso, que no lo hemos sabido utilizar. Hay muchos países que desearían tener los recursos que tiene Venezuela. En esa Venezuela próspera no debe tener cabida la criminalidad ni los robos, ni las necesidades a las que han sometido al ciudadano”.

¿Estarías dispuesta a salir al ruedo político?

“Si pudiera ayudar con un cargo público, o ser una persona que pueda cambiar algo y representar a la gente, lo haría por supuesto. No es porque sea mi deseo o porque busque una posición. Soy un persona que cree en la reconstrucción y si me toca asumir un puesto lo asumiría con gusto”.

¿A eso te referías cuando prometiste “Venezuela, no te voy a defraudar”?

“Nunca defraudaré a mi Venezuela, por el contrario, creo en Venezuela y Dios me ha dado la fortuna de prepararme en el exterior, de hacer relaciones internacionales y todo eso lo quiero también para mi país, para mis hijos y para mis nietos”.

Hablemos de tu mirada al estilo de gobierno de Donald Trump

“Estoy muy preocupada por lo que estamos viendo. Lamentablemente, este proceso se parece a lo que ha vivido nuestro país con Chávez y con todos aquellos líderes negativos para sus países, con aquellos presidentes que dividen, separan y humillan. Considero que nada de eso es positivo y ya lo estamos viendo con tristeza e incertidumbre”.

¿Entonces encuentras coincidencias entre Chávez y Trump?

“Sí, claro, aunque son personajes diferentes tienen el mismo lenguaje ofensivo y no constructivo. Los resultados podrían ser iguales que en Venezuela”.

Según tú, ¿qué queda de la Venezuela de 1986?

“Sin quedarse en el pasado, los países tienen que evocar en el recuerdo positivo. Creo que en aquellos años se vivía una época dura, pero era una Venezuela de posibilidades. Y si en un momento de la historia de Venezuela, nuestros hombres y nuestras mujeres pudieron salir de gobernantes negativos, también podemos hacerlo ahora. ¿Qué ha hecho exitosos a presidentes como Chávez y como Trump? Que se creyeron que podían hacer lo que pensaron. Por qué entonces no podemos creer nosotros que podemos lograr un cambio para el bien. Solo hay que creerlo. A partir de ahora y en adelante debemos creer que el cambio sí es posible, no podemos seguir con tanta crítica pensando que nada se puede hacer. Podemos cambiar desde el pequeño universo de acción”.

¿Has tenido algún nivel de relación con los gobernantes de Venezuela?

“No, nunca en mi vida. Muchas veces he tenido la oportunidad de estrechar la mano de presidentes, pero yo no estrecharía mi mano con sinvergüenzas y criminales que le hacen daño a mi país y al mundo. Creo que ni siquiera la prensa debería acercársele a ese tipo de políticos. Ni una portada de revista deberían recibir. Tenemos que cambiar la táctica en ese sentido, no seguir dándoles apoyo a ellos. Debemos hablar claro. Él no es un presidente, es un dictador que atropella, que convierte a un país en horror, sin medicina ni comida. Cómo puede ser posible tanta miseria para Venezuela, un país que lo tiene todo y la gente la tengan viviendo en esa humillación y martirio. Venezuela vive una situación que no cabe en la mente de un ser humano decente”.

En un hipotético encuentro, ¿qué le dirías al señor Nicolás Maduro?

“¡Qué no le diría! Le diría que dejara inmediatamente la presidencia, que se fuera de Venezuela, que dejara al país libre para que Venezuela comience un camino a la democracia. Al mal tenemos que hablarle con fuerza y determinación. Tenemos que decir las cosas sin temor. No tengamos miedo Venezuela”.

CD