A sus 59 años, Banderas recibió este lunes 13 de enero su primera nominación al Óscar por su papel en la octava película en la que trabaja bajo la dirección del realizador español, «Dolor y gloria», por el que fue premiado en Cannes.
«¡Enhorabuena equipo!», escribió Banderas, que enfrenta en la categoría a los favoritos Joaquin Phoenix («Guasón») y Adam Driver («Historia de un matrimonio»), así como Leonardo DiCaprio («Había una vez en Hollywood») y Jonathan Pryce («Los dos papas»).
Para esta última aventura con Almodóvar —que fue nominado por tercera vez a los Óscar—, se vistió con los coloridos polos y las zapatillas del cineasta para, en su propia casa y entre sus muebles, meterse en la piel de un realizador angustiado y adolorido.
Almodóvar, que calificó la interpretación como el «mejor trabajo» del actor, ha recordado cómo en sus inicios «Antonio era un animal apasionado, que barría con su sola presencia», tal como explicó a la revista española de cine Fotogramas.
«Ahora es otro, porque está en la madurez y porque ha pasado en tres ocasiones por el quirófano» para ser operado del corazón, tras un infarto en 2017. «Aunque él sigue igual de vital y divertido y no le ha cambiado el carácter, yo notaba en su cara la experiencia de quien sabe que podía haberse muerto».
Banderas dijo a la AFP en enero que tras el infarto comenzó a ver las «cosas más simples, más claras».
«El nivel de ansiedad que uno podía tener antes desaparece porque ves claramente que la única certeza que se tiene es la muerte y todo lo demás se convierte en relativo».
«Cara muy romántica»
La carrera del actor andaluz comenzó un día del verano boreal de 1980, cuando tomó un tren a Madrid con el objetivo de «inventarse». José Antonio Domínguez Bandera (en singular) no tenía ni 20 años y en su Málaga natal dejaba a su madre, profesora, y a su padre, policía.
Al año siguiente, siendo actor de teatro en la capital, estaba en el Café Gijón cuando un hombre le dijo: «Tú tienes una cara muy romántica, tú deberías hacer cine algún día».
Era Pedro Almodóvar, quien rápidamente lo contrataría para su filme «Laberinto de pasiones» (1982), ambientado en el frenético Madrid de la «Movida».
Banderas recuerda cómo el cineasta le hizo interpretar a un homosexual con tendencias asesinas en «La ley del deseo» (1987), cuando «moralmente el crimen estaba aceptado en el mundo del cine», pero no tanto el hecho de «plantar a dos homosexuales en la pantalla besándose».
Bajo su dirección, fue también aprendiz frustrado de torero en «Matador» (1986), el personaje marginal que secuestra a una actriz porno (Victoria Abril) en «Átame» (1989) y, mucho más tarde, el cirujano psicópata de «La piel que habito» (2011).
En los años 1990, el actor partió a la aventura a Estados Unidos sin ni siquiera hablar inglés. Comenzó con «Los reyes del mambo» (1992), interpretando el papel de un músico cubano exiliado en Nueva York.
A partir de ahí fue sumando proyectos en Hollywood y películas de acción -junto a Tom Cruise en «Entrevista con el vampiro» (1994), o como caballero de la noche en «La máscara del Zorro» (1998). Una carrera que lo ha hecho merecedor de su propia estrella en el celebérrimo Paseo de la Fama de Hollywood.
Teatro en casa
En cuanto a su vida amorosa, no ha sido menos noticia. En 1996, Banderas se divorció de una discreta actriz española para casarse con la estrella estadounidense Melanie Griffith, a la que conoció en el rodaje de la comedia romántica «Too Much» (1995) de Fernando Trueba.
La pareja, que tiene una hija en común, se rompió en 2015. Para entonces, Banderas había conocido en Cannes a la holandesa Nicole Kimpel, su actual pareja.
En 2018, se sometió a horas de maquillaje cada día para encarnar a Pablo Picasso en la serie norteamericana «Genius».
Oriundo de Málaga, al igual que el pintor, Banderas mantiene un vínculo muy fuerte con su ciudad, donde cada año participa de su Semana Santa y fundó su propio teatro con el estreno de la comedia musical «A Chorus line», el ‘remake’ de un gran éxito de Broadway en el que él mismo actuó. AFP