De nuevo el pensamiento económico del presidente Nicolás Maduro, como lo describió hace poco su ministro de Industria, Tarek El Aissami, amenaza con desafiar a la ciencia económica. La sola posibilidad de que reaparezca la fracasada política de control de precios, que durante 12 años demolió a la industria venezolana, hace que el “bachaquerismo” del que tan ingrata recordación tienen los zulianos, se frote las manos.
En la memoria colectiva de los marabinos todavía está fresco el laberinto que transitó durante casi cuatro años detrás de la harina de maíz, del arroz, del azúcar, del pollo, del aceite, la leche, la margarina, el mismísimo papel higiénico y un largo etcétera de productos que el control de precios “entregó” literalmente al “bachaquerismo”, con precios regulados que en modo alguno no resistían el menor análisis de costos de producción.
El Gobierno pretende regresar a una política fracasada que intentó tutelar el Indecu, luego el Ondecu, después el Indepabis, más recientemente la Sundde, en fin, esa suerte de “sopa de letras” de organismos de control dentro de los cuales, además, se cultivó todo tipo de vicios al “amparo de los precios justos”.
La orden está dada. Maduro instruyó a El Aissami: “Señor vicepresidente, lo encargo para que establezca de manera permanente, con información al pueblo, el sistema de precios acordados y justos actualizado, es una orden de pleno cumplimiento y de protección al pueblo”.
Según el pensamiento económico de Maduro, mediante el acuerdo de los precios, se alcanzó un “equilibrio” entre el costo de los productos y la capacidad adquisitiva de los venezolanos, pero agrega que el “alza descontrolada de los precios debido a la especulación y la falta de contraloría perjudicó el equilibrio alcanzado”.
Más allá del encendido verbo presidencial sobre la materia, la política de liberación de precios que propició la falta de divisas del Ejecutivo, logró dos cosas: primero, que lo que queda en pie de la agroindustria venezolana pusiera pecho para importar lo necesario en materia prima y productos elaborados para el abastecimiento nacional.
Eso sí, con una condición que está a la vista, cero control de precios, como sucede en una economía competitiva, liberada del demonio de la hiperinflación. Entonces, y como segundo avance; el abastecimiento desapareció del radar de la opinión pública venezolana, con la consecuente estabilidad política que eso supone. Datanálisis, en su sondeo del mes pasado, ubica al problema del abastecimiento de alimentos como el octavo de mayor impacto para los venezolanos, lejos, muy lejos, del dolor de cabeza principal: el costo de la vida.
“Antes de controlar lo que tienes que preguntarte es cómo incentivo la oferta de bienes y servicios; cómo genero condiciones propicias para la inversión; cómo incremento la productividad nacional; cómo ordeno el mercado con reglas claras y transparentes; y cómo estimulo la competencia. Pero estas son ideas alejadas de sus dogmas”, interviene el economista zuliano Oscar Morales.
“El control es un incentivo incorrecto en economía. Solamente provocará escasez y vas a tener que constituir legiones para fiscalizar el sacrosanto control de precios y la posterior conducta de los agentes económicos cuando tomen decisiones de acaparamiento o especulación para proteger su inventario, patrimonio o viabilidad financiera”, agrega Morales.
“Una medida que tienda a regular precio va a contribuir a que no puedan conseguirse los productos básicos en el momento en que son requeridos”, dijo Felipe Capozzolo, presidente de Consecomercio, en una entrevista para Unión Radio.
“Por qué el gobierno quiere retomar el control de precios?
Porque lamentablemente los números están diciendo que a la inflación se le acabó esa ‘estabilidad’ de los últimos meses y va a empezar a subir de manera importante. Viene un cuatrimestre más difícil”, predice en su cuenta de twitter el economista Luis Oliveros, quien se pregunta: “Que esperar ahora? Muy posiblemente volverán los controles (nunca se fueron, solo estaban “apagados) y radicalizarán el ataque a los privados. Lo de siempre”.
La economía no es como la medicina. En economía, dos más dos siempre será cuatro. No existe otro resultado, dicho de otra forma, Es una ciencia con alguna precisión numérica para apoyarse en sus mediciones diagnósticas.
La hiperinflación, que en dos meses cumplirá dos años demoliendo el bolsillo de los venezolanos, no se debe únicamente a la tan cacareada “guerra económica”, se debe a un conjunto de desequilibrios macroeconómicos que pasan por el desorden fiscal venezolano, la demolición de casi 60% del aparato productivo nacional, a una política cambiaria impresentable que no da pie con bola, porque lo que sí es seguro en economía es que lo que no hay es lo más caro.
Cuánto de la hiperinflación venezolana está azuzado por el financiamiento del déficit público venezolano con impresión de dinero inorgánico por parte del Banco Central.
“No puedes resolver un problema que omites o ignoras, es por esto que el Gobierno no ataca las causas de la hiperinflación. Al Gobierno solo le interesa el resultado cortoplacista que le puede generar el control de precios. Los hijos del control de precios son el desabastecimiento, el mercado negro y el incremento del costo de la vida, aún más, crecerán sanos y fuertes en un contexto como el nuestro de depresión económica”, agrega el economista Morales.
En cualquier caso, los fantasmas del control de precios sobrevuelan de nuevo la economía venezolana. La pesadilla del “bachaquerismo” se alimenta de él y en breve, si la orden a El Aissami no termina siendo como la de la gasolina a precios internacionales o la de “doblarle el ‘pescuezo’ a la guerra económica”, otra cola se sumará a la vida de los venezolanos, la de la búsqueda de alimentos, un privilegio para pocos en este país.