“Dejo de comer para que mis hijos tengan aunque sea una arepa”

Madres sacrifican su alimentación para que los hijos coman mejor

María Emilia Jorge/El Nacional

La comida balanceada es un bien escaso en la mesa. Las raciones se redujeron y los más pobres optan por comprar harina de maíz, arroz, pastas y grasas

“Cuando tengo poca comida en la casa, dejo de comer para que mis hijos tengan aunque sea una arepa. Si hay media bolsa de harina, les preparo a ellos. La leche la dejo también para ellos. Hay días en los que comemos nada más dos veces y ni siquiera son comidas completas, almorzamos más o menos bien y en la noche una arepa”, cuenta Ismel Masguarán, madre de seis niños y en espera del séptimo, quien el viernes hacía la cola del Día Día de Parque Caracas, parroquia Candelaria.

Con ella estaba Jessica Tovar. Tiene dos hijos, uno de cuatro años y otro de meses que llevaba en brazos. “El grande tiene problemas de peso. El médico lo mandó a comer seis veces al día. Trato de que al menos coma tres veces, pero es difícil. Hemos disminuido las raciones y no se llena tan fácil. No hay ni para darle una gelatina”.

Ismel y Jessica son parte del 12,1% de la población que, de acuerdo con la Encuesta Condiciones de Vida 2015, comen 2 o menos veces al día. El estudio que realizaron las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello consultó a una muestra de 1.488 hogares de 23 ciudades grandes, medianas y pequeñas.

Las dos mujeres se agregan al 93% de los pobres extremos que no tienen suficiente dinero para comprar comida. “Si compras la fruta, que de por sí es carísima, no hay azúcar. El dinero no alcanza ni porque subieron los cestatickets. Una harina ya cuesta 600 bolos y un paquete de leche 2.000”.

Aunque el sacrificio de las mujeres por la alimentación de la familia no fue considerado en la Encovi, sí fue una de las sugerencias que quizás se incorporen a la edición de este año. “Las madres que sacrifican arepas, arroz o la porción de carne están expuestas a una alimentación que las pone en riesgo de padecer enfermedades crónicas cardiovasculares, diabetes u obesidad. Estamos comprometiendo el desarrollo del país”, opina Marianella Herrera, investigadora que participó en la realización y presentación del capítulo de alimentación de la Encovi 2015.

 

 

Sin balance. El estudio reflejó que 40% de los alimentos que compran los venezolanos son harina de maíz, arroz, pastas y grasas, sobre todo en los estratos más pobres de la población. Además, revela que 63,8% de las personas no comen nunca fuera de casa. Glennis González entra dentro del 23,9% que respondió que comía ocasionalmente (máximo una vez a la semana) fuera de casa: “Si es quincena, podría almorzar en la feria del Sambil. Si estoy recortada, opto por un perrocaliente, como hoy. En general la comida no es nada balanceada. Cocino en casa, pero repito comidas y no como casi ensaladas”.

La Encovi 2015 recoge un promedio de 501,2 bolívares para desayunar fuera del hogar, 1.073,2 bolívares para almorzar y 1.068 bolívares para cenar. Luego de 3 meses de 2016 los precios han aumentado. Una hamburguesa en un carro de comida de calle en Chacao cuesta 600 bolívares, un pepito 1.000 bolívares, y un refresco 400 bolívares. Un pedazo de pizza y un refresco pueden costar 660 bolívares, pero si se paga la pizza completa pasa los 3.000 bolívares.

Omar Rincón, quien trabaja en Sabana Grande, come en un negocio de pizzas en el que además hacen almuerzos ejecutivos. “Este es el único lugar de la zona que medio se puede pagar. Un almuerzo con sopa, jugo y plato fuerte sale en 1.200 bolívares, pero esta gracia no puedo hacerla más de 2 veces al mes. Entre lo que ganamos mi esposa y yo nos alcanza justo para los alimentos”.

 

Sedentarios. Si la alimentación no balanceada pone en riesgo a la población de padecer enfermedades crónicas, la falta de ejercicios empeora el panorama. El sedentarismo se incrementó entre 2014 y 2015 de 47% a 53% entre los venezolanos. La actividad moderada que solía practicar 44% de las personas bajó a 39%. “En qué momento sale uno a hacer ejercicio si estamos todo el tiempo persiguiendo comida y papel toilet”, critica Ricardo Rodríguez, cliente del Bicentenario de Plaza Venezuela.

Herrera cree necesario hacer un cruce entre los capítulos de alimentación y violencia para determinar las causas del sedentarismo, pues cree que gran parte de la inactividad física tiene que ver con la inseguridad. Jessica Tovar la acompaña en el razonamiento. “Mi vida en este momento es conseguir las cosas para mis niños. No pienso en ejercicio y a veces ni siquiera en comer. El momento libre es el que tengo para dormir”.