El Real Madrid se dejó puntos en El Sadar, campo complicado en condiciones adversas. Cierto. Pero volvió a mostrar sus problemas ante equipos ordenados y cerrados, como frente al Elche, el Alavés o el Cádiz. Contribuye al desánimo la sensación final, con un equipo partido buscando los centros al área como último recurso, con Ramos como ariete junto a Benzema y Mariano. Osasuna aguantó con solidez, se mantuvo en el partido y acabó amenazando con varias contras venenosas. Aún así, se dio por contento con un empate, tras dos goles bien anulados al Madrid por fuera de juego de Benzema.
No sirve como excusa el temporal, vaya por delante, pero hay enfados y enfados. Y el del Madrid está más que justificado. Al margen del resultado, mantener el horario del partido pese a la amenaza de Filomena, fue una muestra más del orden de prioridades. El negocio por encima de todo. El excelente trabajo de los empleados de Osasuna adecentó el campo para el inicio, pero según caía la nieve y bajaba la temperatura, el verde se hizo hielo, y así fue difícil no sólo jugar al fútbol, sino mantenerse en pie. Las condiciones son iguales para ambos, y ni Osasuna ni Real Madrid merecían semejante castigo.
Dadas las circunstancias, fue un primer tiempo de guante blanco. Sin apenas ocasiones, aunque con batalla, no crean. Dio el paso Zidane con Hazard y lo colocó en el once titular, bailando las piezas. El belga entró en la izquierda, desplazó a Asensio a banda contraria, donde menos luce, y retrasó a Lucas al lateral, ante la ausencia de Carvajal. Puede que sea el ataque preferido del técnico francés, pero de nuevo fue el centro del campo lo más notable. Casemiro en el corte, Kroos y Modric en la confección, se adaptaron a lo que exigía el partido. De hecho, el 10 apareció en la mejor opción blanca, una colada por la izquierda que desvió con apuros Herrera. Poco bagaje.
Osasuna tuvo menos balón, como es lógico, pero no perdió la compostura y aguardó sus momentos. Calleri es experto en buscarse la vida, y pudo encontrar un tesoro en un centro de Rubén García. El mismo futbolista, pie de seda, que puso un córner desde la izquierda con música y Oier cabeceó cruzado. Courtois sacó la primera, como es costumbre.
No hubo cambios en el descanso, pero sí cambió la dinámica. Asensio sacó a pasear su clase en un ataque frente a los dos centrales, pinchando un balón ante David García y quebrando a Aridane para buscar la escuadra. Herrera se adornó en el vuelo. También Osasuna dio por terminada la fase de tanteo y presionó la salida del Madrid, tratando de forzar el error. Marcó Benzema, remachando tras una parada prodigiosa de Herrera, pero estaba en fuera de juego. Muy claro.
Zidane movió el árbol mediado el segundo acto. Valverde a escena. Parecía lógico retirar a Hazard, escaso de ritmo y de participación, pero retiró a Asensio. Curiosamente, con el Madrid más poblado en el centro del campo, Osasuna generó una opción excelente desde sus medios. Arrancó Roberto Torres por derecha, cambió de banda, Rubén García aguantó y sirvió de nuevo a Torres que, en ventaja, remató arriba. Entraron Mariano e Isco, mientras Arrasate relevó piezas, y en el tramo final entró más fresco Osasuna, con espacio para la contra. El Madrid se embolicó en buscar los centros directos y eso facilitó la tarea local. Pudo marcar Budimir en una contra. Y marcaron los blancos, en un centro al área que Benzema colocó para Ramos en área chica. El francés volvió a incurrir en fuera de juego para enterrar la última opción blanca de llevarse un triunfo que necesitaba para colocarse como líder. Así es imposible.