Este mes de octubre se cumplen 50 años de la primera medalla de oro olímpica para Venezuela, gesta alcanzada por el boxeador Francisco “Morochito” Rodríguez en la cita de México 1968, y aún hoy el pugilista recuerda lo único que tenía en su mente en ese momento: “El orgullo de representar a Venezuela“.
En una entrevista con Efe, Rodríguez señaló que el “Morochito” de entonces, con solo 23 años, se quedó “con la mente en blanco” cuando el juez levantó su brazo para declararlo ganador de la pelea.
“Solo tenía ganas de llorar”, confesó.
“Una señora me lanzó la bandera y ahí fue que comencé a llorar, porque es un orgullo muy grande representar a Venezuela. Cuando oí ‘ganó Venezuela‘ me puse a llorar”, recordó.
Ahora, a sus 73 años, cree que también fue presa de los nervios: “Cuando uno va a pelear una medalla de oro olímpica siempre está nervioso, me pesaba a cada rato y eso eran los nervios, yo pensaba en mi mamá”.
Rodríguez, que un año antes ya había sido campeón panamericano, llegó a la final en la categoría peso mosca júnior (-48 kg) de la cita olímpica al derrotar al estadounidense Harlan Marbley. En la pelea definitiva se enfrentó con el surcoreano Yong-Ju Jee, un contrincante ante el que tuvo que prodigarse hasta convencer a tres de los cinco jueces.
Sin dudar dijo que el combate más complicado que vivió en México fue precisamente ante el surcoreano, a quien le ganó el oro: “Tenía mi mismo tamaño y era muy incómodo”, explicó.
Oriundo de Cumaná, capital del estado Sucre (noreste), lamentó no haber podido disfrutar de México por la “sensación” en la que acababa de convertirse, lo que le quitó todo el tiempo que hubiera podido usar como turista.
“Quería conocer, más que todo, dónde hacían las películas de Pedro Infante. Pero no me dio tiempo porque me estaban llamando cada momento y no pude disfrutar bien, conocer más México”, expresó.
Medio siglo después sigue viviendo en Casalta, una populosa zona en el oeste de la capital venezolana, y en su casa guarda su medalla “en una parte donde nadie sabe que está, porque eso vale una fortuna”.
Dijo que cuando sale de su casa caminando lo reconocen y todo el mundo lo saluda.
“Voy a tener que cobrar por cada saludo, porque sí me saludan, pero me tratan igual que al resto porque soy el mismo. No estoy con esa mística, no soy aquella persona a la que se le suben los humos, soy humilde y humilde seré”, comentó.
Para contar sus recuerdos de México’68 “Morochito” caminó 5,5 kilómetros hasta llegar al Instituto Nacional de Deporte (IND) en Caracas, donde hay un salón con su nombre en el que reposa otra réplica de su presea, rodeada de fotografías que resumen sus logros sobre el cuadrilátero.
“No quería seguir esperando (por transporte público), si no iba a llegar muy tarde y no alcanzaba hablar con el viceministro (Arnaldo Sánchez)”, dijo.
El ex campeón aseguró que su relación con las autoridades deportivas nacionales ha mejorado luego de que hace dos años sufrió un leve derrame cerebral y el IND le brindase su apoyo.
“Gracias a Dios me ayudó mucha gente y me recuperé rapidísimo porque hago ejercicio. Ahora estoy bien, tengo el mismo peso que cuando gané en México”, celebró.
Rodríguez se crió junto a sus catorce hermanos, una de ellas su gemela, lo que le valió el mote de “Morochito”, y trabajó como vendedor de periódicos y pescados. Comenzó a boxear a los once años, influido por quien a la postre se convertiría en su entrenador, Pedro Gómez.
“Yo entrenaba con alpargatas cuando llegué a Caracas”, recordó, “pero nunca quise pasar a profesional. Ellos están más pendientes de cuánto ganarán que de la pelea. Yo soy humilde y humilde seré”, sentenció.
Solo otro deportista venezolano se han proclamado campeón olímpico en toda la historia de los Juegos: el esgrimista Rubén Limardo en Londres 2012.
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