Los cinco venezolanos que pertenecen a los Cachorros de Chicago celebran la conquista del Clásico de Octubre en las Grandes Ligas, primer título de esa organización desde 1908
Ignacio Serrano/El Nacional
El receptor Miguel Montero, uno de los cinco venezolanos que festejaron con los Cachorros de Chicago la conquista de la Serie Mundial, la medianoche de este jueves, resumió en una frase el sentimiento de los suyos, tras obtener el primer anillo de campeones para una divisa que no festejaba desde 1908: “Matamos a la cabra. La maldición se acabó”.
La expresión, revelada por el diario Los Angeles Times, se refiere a la Maldición de la Cabra, una leyenda surgida en 1945, según la cual los oseznos supuestamente jamás volverían a ganar un Clásico de Octubre.
Era la sequía de coronas más larga en las Grandes Ligas.
“Tenía el presentimiento de que ese turno me iba a tocar”, le dijo Montero al sitio LasMayores.com, luego de conectar un sencillo en el décimo inning que le dio a su divisa la última carrera, camino a una victoria 8 por 7 sobre los Indios de Cleveland en el séptimo y decisivo juego del tope, en el Progressive Field.
“Ya teníamos una carrera arriba, pero igual, creo que esa otra hizo la diferencia en el juego”, prosiguió el catcher caraqueño. “Estoy muy contento”.
Montero no contuvo las lágrimas, al recordar a su fallecido padre durante la celebración: “Sé que está orgulloso, donde quiera que esté”.
Willson Contreras, el catcher abridor de los Cachorros en cinco de los siete encuentros, también agradeció a su familia.
“Mis papás me decían todo el tiempo: no te preocupes por tu bateo, que tú bateas”, señaló el carabobeño, que salió de una sequía con un tubey que también remolcó una rayita en el lance final.
“Siempre soñé con estar en una Serie Mundial, desde que tenía ocho o nueve años”, continuó Contreras. “Desde que vi a Miguel Cabrera ganar en 2003, me dije siempre: ‘Yo quiero ser como él. Quiero vivir lo que él vivió’. Y mira”.
Chicago perdió dos de tres duelos en su casa, el Wrigley Field, y pareció quedar al borde del nocaut, antes de ganar los últimos tres choques.
Ningún equipo levantaba una diferencia de tres victorias a una, disputando, además, los últimos partidos como visitante, desde que en 1979 lo lograron los Piratas de Pittsburgh.
“Estos muchachos lo consiguieron con el corazón”, proclamó el coach Henry Blanco. “Lo demostraron en la Serie Mundial, en los playoffs, en la temporada regular. Para ser campeones, hay que jugar con el corazón. Y ellos lo hicieron”.
Blanco y su compatriota Franklin Font formaron parte del cuerpo técnico del manager Joe Maddon. También ellos recibirán el anillo.
“Mucha felicidad, eso es lo que tengo ahora”, soltó el pitcher Héctor Rondón, el quinto venezolano que en 2016 trabajó en uno u otro rol con los vencedores. “Ahora, a esperar lo que pasará en Chicago. Sé que será una locura cuando lleguemos allá”.