Leo Messi es el nombre propio del triunfo del Barcelona. Dos goles, ya son 18, y Pichichi en soltario, con dos tantos de ventaja sobre su amigo y ahora rival, Luis Suárez.
El Barça, Messi mediante, regresó a la vida cuando su situación clínica parecía irreversible tras una primera parte impresentable que el conjunto blaugrana arregló en un segundo tiempo en el que acabó imponiéndose por 3-0 al Elche gracias al acelerón del argentino.
Koeman habló en la previa lanzando un desafío a las ‘vacas sagradas’ del vestuario para que pusieran remedio a la semana de hemorragia que vivió el Barça desde que fue vapuleado por el París Saint-Germain. Para acompañar a los más veteranos en este supuesto ejercicio de penitencia, el técnico dio entrada en el equipo a Umtiti, Mingueza, Pjanic y Trincāo. A excepción de éste último, la respuesta inicial de los once titulares blaugrana a su entrenador fue de pitorreo. Lograron lo que parecía imposible: jugar peor que ante el Cádiz. De salida, ni un atisbo de la reacción que se esperaba por parte de un equipo herido.
La puesta en escena del Barça fue deprimente. El equipo de Koeman dio la imagen de ser un moribundo enterrado que trata de escaparse de la tumba escarbando hacia abajo.
La primera parte del Barcelona fue desesperante en actitud, en planteamiento, en orden y en confianza en la victoria. Un desastre en toda regla que ante la dimisión general trataba de salvar únicamente Trincāo, que topó en dos ocasiones ante Badia, de nuevo estupendo.
Lo que era el Barça se podía resumir en acciones aisladas como la ausencia de Messi en los metros finales, la lentitud de Pjanic, las quejas de Mingueza por un pisotón en la mano o el despiste que exhibía Braithwaite, que daba la impresión de no saber para que había salido al campo. Todo eso, que tan mala pinta tenía, se corrigió luego.
Ante este páramo blaugrana, el Elche se fue sintiendo cada vez más cómodo en el Camp Nou. Empezó tímido el equipo de Escribá a pesar de que Lucas Boyé desperdició una clarísima ocasión de gol a los cuatro minutos. Se lo empezaron a creer de verdad hacia el tramo final del primer tiempo, cuando se asentaron en la mitad del campo barcelonista y la defensa culé empezó a temblar.
Buscando poner remedio al desastre, Koeman le puso la cruz (otra vez) a Pjanic en el descanso y sacó a Dembélé, con el que todo es posible.
Pero el que apareció fue Messi, que se despertó de la siesta de la primera parte para encarar a la defensa rival, apoyarse en Braithwaite, quien le devolvió la pared de tacón, para que el argentino batiera a Badia. El Barça parecía que regresaba del más allá.
Con el marcador de cara, le faltaba al Barça demostrar que sabía dominar un partido y no caer en el mismo error que ante el Cádiz. De entrada, tras el tanto, el Elche tuvo de inmediato una ocasión de Lucas Boyé, que desnudó de nuevo la tensión con la que vive el equipo blaugrana los partidos.
Pero el Barça consiguió salvar ese instante de duda habitual tras marcar y aprovechó para controlar el partido en busca del tanto que le permitiera, ni que fuera por una vez, llegar con cierta tranquilidad a los instantes finales del partido.
En cinco minutos el Barça liquidó el partido y logró su objetivo. Primero fue Messi al culminar una impresionante galopada de De Jong rompiendo líneas de la defensa rival hasta ceder el balón al argentino que superó al portero rival en un uno contra uno y marcando su gol 17 en lo que va de temporada. A continuación, una nueva asistencia de Braithwaite descolgando un balón que Jordi Alba remató en posición de ariete archivó definitivamente un partido que empezó depresión y que acabó con Messi rescatando al Barça de la amenaza de ruina.