Mendy salva un gran resultado para el Real Madrid en la Champions

Ferdinand Mendy

El fútbol es totalmente imprevisible. Lo demuestra la risa de Zidane tras contemplar el golazo de Mendy para batir a la Atalanta, colocando con la derecha una rosca extraordinaria junto al palo. Como si fuera Kroos. Fue además quien cambió la eliminatoria al escaparse y provocar la entrada de Freuler que dejó a la Atalanta con diez en el minuto 17. Cualquier madridista habría firmado el 0-1, en vista de cómo llegaban los blancos al duelo.

Para no caer en la tentación del análisis post-resultado, estas líneas se escriben al conocerse la alineación de Zidane, con Isco blindando la medular. De saque, las opciones de un Madrid tan recortado por las bajas pasaban por controlar el tráfico, o sea, no dejar correr a un equipo tan ofensivo como la Atalanta. Casemiro, Kroos, Modric y un socio más. Tocaba invocar al duende del malagueño. Nada inspira más a un artista que una situación agónica.

Dicen que Gasperini es un ogro de mal carácter. En oposición, su equipo suele ser una bendición. Alegre, despreocupado, vertiginoso y arriesgado, con extremos disfrazados de laterales y marcajes individuales, a la antigua. «Si tu par se va al vestuario a orinar, tú le persigues», decían los entrenadores antiguos, aunque con otras palabras. Así defiende el equipo bergamasco, y por ahí se le complicó la noche.

Mandaba el Madrid en el partido, con posesiones largas y un manejo excelente de la pelota, trasladando de un lado a otro sin arresgar demasiado salvo en las apariciones de Mendy, capaz de repetir los pases horizontales desde su lateral. Igual que se dice una otra se dice otra, porque el francés reventó el partido saliendo como un poseso por el callejón interior. Abrió Isco, tocó de primeras Vinícius y Freuler cortó la internada de Ferland en falta. El árbitro mostró roja, exagerada. Seguro. Tal vez como aquella a Militao ante el Alavés, pero no habrá consenso. Los de blanco dirán que roja clara, lo otros que menuda broma. País.

La expulsión a los 17 minutos pintó un decorado radicalmente distinto al inicial. Perfecto para el Madrid, que dejó de sentir la amenaza de las contras y ató la pelota. Eso sí, la conciencia del colegiado castigó a Casemiro, que recibió la amarilla sin tocar al contrario y se perderá la vuelta. Puede que entonces tampoco esté Zapata, que complicó aún más la noche a Gasperini. Se rompió a la media hora y el Madrid, que no había rematado, probó desde entonces a Gollini.

Un remate de Isco, un cabezazo de Asensio y otro a quemarropa de Casemiro, como siempre servido por Kroos, pudieron desnivelar la balanza antes del descanso. Pero era evidente que al Madrid le faltaba remate y la Atalanta, replegada sin disimulo, se conformaba ya en la pausa con llegar viva a la vuelta. Y tras el descanso, más aún, Parecía el Inter. Pero no el actual. El de Helenio Herrera. Tuvo una buena ocasión Modric tras combinar con Asensio que se perdió junto al poste, desviada por Maehle, y otra VInícius, solo en el área. Le taponó Gosens y fue lo último que dejó en el partido. Zidane relevó al brasileño por Mariano.

Entró también Ilicic, con más calidad que Muriel, pero los italianos estaban a kilómetros de Courtois. Tan sencillo lo vio el Madrid que bajó el ritmo, como si el gol fuera a caer por inercia, favoreciendo el plan de la Dea. Nos quedamos sin saber si Gollini era buen portero o no. Sólo intervino para detener con facilidad un golpe franco lejano de Asensio. El Madrid perdonaba una ocasión única y hacía falta más. Arribas y Hugo Duro al verde. No fue un acoso y derribo, pero el arreón provocó un par de córners que se resolvieron de una manera insospechada. Botó el segundo Kroos en corto a Modric, retrasó a Mendy y el francés, desde lejos, ejecutó con la derecha una rosca antológica. El ladrillo. Un gol magnífico, por la factura y por la importancia, que pone más sencillo el pase. Habrá que refrendarlo en la vuelta, es de suponer que con muchos de los lesionados ya de vuelta. El primer paso es de gigante.