El holandés, que perdió 6 posiciones en el arranque, llegando a ser octavo, realizó una espectacular remontada que terminó con polémica final.
Bottas completó el podio por delante de un Hamilton que tuvo problemas; Sainz fue octavo tras un carrerón.
Emoción. Pasión. Adelantamientos. Toques. Polémica…¡Fórmula 1!. El GP de Austria de este domingo fue el más puro ejemplo de lo que deberían ser todas las carreras del campeonato y de lo mucho que puede hacer vibrar a los espectadores este deporte. Todo, tras una semana de críticas tras la ‘procesión’ de Paul Ricard. Y si hay alguien que encarna a la perfección ese espíritu de lucha, entrega, garra y que siempre da espectáculo, ese es Max Verstappen, quien este domingo triunfó con una exhibición para el recuerdo tras una tremenda remontada y un duelo final con Leclerc. Dos pilotos que están llamados a protagonizar las grandes batallas del futuro, ambos candidatos a hacer historia, mano a mano en una pelea que terminó con Max como vencedor ante su afición, llevando la locura a las gradas, teñidas de naranja por los miles de aficionados tulipanes que no podían creer lo que habían vivido en el Red Bull Ring. El neerlandés ganando por segundo año consecutivo en casa de los de la bebida energética. ¿Quién lo iba a decir? Max acabó así con la hegemonía de Mercedes, que había dominado las 8 carreras anteriores, haciéndose con la quinta victoria de su carrera y dejando a Leclerc a solo dos giros de lograr su primer triunfo en la F1.
El propio piloto aseguraba el jueves que para repetirlo necesitaba suerte. Pero lo que verdaderamente le dio el triunfo fue su calidad. Es cierto que supo aprovechar que no fue el día de los favoritos. Hamilton, que partía cuarto tras ser sancionado en clasificación, tuvo que cambiar el morro de su Mercedes al dañarlo con las bananas disuasorias del trazado austríaco, eliminándose de cualquier quiniela y finalizando quinto. Vettel, que fue cuarto, salía demasiado retrasado (9º) para luchar por la victoria tras tener un problema de motor en la qualy.
Y además, en carrera realizó una desastrosa parada al sorprender a sus mecánicos, que no estaban preparados. Sin ellos dos en la pomada y con un Bottas que también perdió demasiado tiempo en su parada, Leclerc era el único que podía impedir el triunfo del joven Max, pero antes debía creer en algo que parecía imposible tras una salida horrenda.
Mala salida, remontada y adelantamiento polémico
Partiendo segundo, Verstappen se quedó clavado y bajó de la segunda a la octava posición. Todo parecía de cara para que Leclerc sumara su primer triunfo. El monegasco gestionó a la perfección el liderato partiendo con una peor estrategia de inicio al salir con el neumático blando. Pero lo solventó con un gran ritmo. Sin embargo, a falta de 10 vueltas, tras un ascenso meteórico de un Verstappen encendido, Charles ya veía en su retrovisor pegado debido a que sufría con sus neumáticos duros.
Y en estos casos, ante su gente, en casa de Red Bull, Max era el peor contrincante posible. Lo iba a intentar. Primero, lo hizo a falta de 4 vueltas. Charles intentaba hacerse ancho por el circuito austríaco. Cerraba cualquier puerta por el interior. Y en una de ellas, Max se colocaba por dentro y parecía asumir el liderato, pero Leclerc aguantó muy bien por fuera y defendió su posición. Pero lejos de ponerse nervioso, el holandés lo intentó en el mismo punto una vuelta más tarde, esta vez sin dejar espacio a Leclerc. Ambos se tocaron y Charles se tuvo que salir de la pista para volver a entrar en la segunda posición, un incidente que fue investigado por los comisarios.
“Desde el coche se veía muy claro. Dejaré que los comisarios decidan. Estaba en el exterior y en la vuelta anterior me dejó espacio para el coche, pero en la siguiente vuelta no me dio espacio, se fue ancho y no pude adelantarle de nuevo”, dijo un Leclerc enfadado por de nuevo, como pasó en Bahrein, haberse quedado con la miel en los labios.
Carrerón de Sainz
Probablemente, sin la exhibición de Verstappen, el título honorífico de piloto del día bien podía haber recalado en manos de Carlos Sainz. Salía 19º por montar el cuarto motor del año. Lo hacía en busca de unos puntos que se antojaban más que complicados. Pero consciente de que en el Red Bull Ring los adelantamientos son posibles. Y fue a por ello. El español ‘fulminó’ a los dos Toro Rosso en la salida y empezó su particular remontada, pasando también a Grosjean en la vuelta cuatro para colocarse en la 15ª plaza, tras Ricciardo y Magnussen. El danés le hizo de tapón, lo que benefició a Daniel, pero el español pasó a Kevin en la vuelta 9 para ir a por el de Renault. Pero continuó con la cacería.
En la vuelta 24 pasó a Ricciardo para colocarse 12º y empezaba entonces una pelea con Stroll, Hülkenberg y Pérez. No pudo superarlos en la parada a boxes, pero el haber aguantado más en pista que sus rivales le permitió poder tirar más con gomas frescas tras volver a salir a pista. Y ahí, Sainz deslumbró. Salió 14º tras su parada y pasó a Stroll en la vuelta 46, al Hülkenberg en la 48 y ya era décimo en la 51 al pasar a Pérez. Ya estaba en los puntos, pero quería más, y un giro después le ganaba la posición a Giovinazzi, finalizando su exhibición en la vuelta 54 pasando a Raikkonen. En las últimas vueltas, se le rompió una parte del alerón delantero y llegó al final sufriendo, pero pudiendo defender una octava posición que sabe a gloria tras ganar 11 puestos en carrera. Espectacular. reseña mundo deportivo