Dos penaltis de Cristiano salvaron a la Juventus ante una Atalanta intratable, que estuvo a instantes de triunfar en el Allianz Stadium y colocarse a seis puntos del liderato. Fue un empate sufrido, pero de oro para los bianconeri, que con ocho puntos de ventaja sobre la Lazio ya se encaminan hacia el título.
Los de Bérgamo en la primera parte mostraron la intensidad y la calidad que los llevaron a encadenar nueve triunfos seguidos, barriendo del campo a la Vecchia Signora y el 0-1 parecía casi inevitable. Llegó en el 17’: Gómez, que aparecía por todos lados, combinó con Zapata en el límite del área y el cafetero batió a Szczesny con un potente remate raso. El equipo de Sarri atacaba solo aferrándose a sus nombres propios, pero con la reanudación empezó otro partido.
La Juve regresó al verde ocupando la mitad de campo rival y recogió los frutos con algo de suerte. Dybala golpeó con un centro el brazo de De Roon en el área y el árbitro concedió una pena máxima que en la Serie A se pita cada vez más (ya les llaman ‘rigorini’, “penaltitos”). Desde los once metros, obviamente, apareció Cristiano, que no falló. Ahí los turineses crecieron en confianza y decidieron no contentarse con el empate. Fue un error, porque el Atalanta estaba viva y tenía todavía un par de ases en la manga. En el 68’ salieron del banquillo Muriel y Malinovskyi, revulsivos letales que construyeron el tanto del 1-2, obra del ucraniano en el 80’ con un potente derechazo.
La hazaña atalantina estaba a punto de hacerse realidad, pero en el descuento Higuaín encontró con un centro el brazo (demasiado abierto) del mismo Muriel. Un penalti en un momento decisivo, de los que le encantan a Cristiano, que lo realizó y sumó 32 goles en este curso, 28 en la Serie A. Fue, probablemente, la diana que le entregó el noveno scudetto consecutivo a la Juve y que apagó el sueño de esta maravillosa Atalanta. Le quedan los cuartos de Champions para ser leyenda. Casi nada.