Gol de Bellingham in extremis da triunfo al Real Madrid ante Getafe

Jude Bellingham

No podía ser otro. Lo ha intentado de todas las formas y lo acaba consiguiendo. Jude Bellingham cazó un mal despeje de David Soria a un disparo de Lucas Vázquez, mandando el balón al fondo de la portería. El Real Madrid va a conseguir hacer el pleno de cuatro victorias con el 5º gol del inglés.

Jude Bellingham es una estrella. Otro gol, en el 95′, para rematar la obra de la remontada del Real Madrid ante el Getafe. Una victoria que sabe mucho mejor que tres puntos para los blancos por todo lo que ha costado el encuentro. Borja Mayoral aprovechó un error de Fran García para adelantar a los de Bordalás, pero tras el descanso Joselu y Bellingham le dieron la vuelta al partido. Alegrón del Bernabéu, que tiene un nuevo ídolo al que aclamar.

El inglés le da dos puntos más al Madrid en el descuento ante un Getafe resistente. Kroos y Modric cambiaron la suerte de los blancos, que tiraron tres veces al palo.

 

Era una tarde de estrenos (Bellingham, Fran García, Joselu, la cubierta del Bernabéu) y acabó triunfando lo clásico. El Madrid empezó encapotado, como el cielo y como el estadio, y encontró rehabilitación en Modric y Kroos, talentos sin fin. Aún no les ha atropellado el tiempo. Quizá convenga revisar si la transición no va demasiado deprisa. Bajo su sombra el Madrid le dio la vuelta a un partido con espinas, finalmente resuelto al modo habitual: con un gol de Bellingham, ese casi nueve llovido del cielo. El quinto en cuatro partidos. Un cañón.

El cuarto partido de Liga ofreció la primera titularidad de Modric. Estamos ante un indicio. Ancelotti va a servir a la leyenda en pequeñas dosis y principalmente en casa, sobre todo si toca abrir una caja fuerte. Eso presumió el italiano ante el Getafe, en tarde de masticar tornillos. No hay equipo en la Liga que se ponga más pesado que el de Bordalás. Con un gol se había embolsado cuatro puntos, y es que en el fútbol también se puede matar al rival de aburrimiento.

Bordalás le preparó a su amigo Ancelotti un plan de granito. Una zaga de cuatro, con dos centrales (Djené y Alderete) por delante de otros dos (Duarte y Mitrovic), doble capa de cemento. También dos puntas (Latasa y Mayoral), que una cosa no quita la otra en este juego de autor del Getafe. Una invitación para que el Madrid lo intentara por fuera y para que se equivocara por dentro. Tardó once minutos en hacerlo. Fran García le mandó un balón trampa a Alaba. Lo vio Mayoral, que salió como un tiro, evaporó a Kepa en la salida y marcó de tiro raso.

Hasta ahí no se había movido una hoja en el partido más allá de un regate de extremo y centro posterior de Bellingham. No hay territorio hostil para él en un campo de fútbol. También habían llegado ya los primeros enganchones de Domingos Duarte con Rodrygo. Esa es la cara oscura del Getafe y ese punto macarra que le persigue.

El ambiente acabó de envenenarse en torno al arbitraje. Primero, con una salida de David Soria ante Bellingham. El meta fue a la desesperada y tocó la pelota con el pecho y el brazo a media altura fuera del área para extinguir el incendio. El Madrid pidió la roja. El VAR ratificó la inacción de Melero, que instantes después vio un penalti a Bellingham donde no lo había. La cabina le salvó esta vez del error. Luego el inglés volvió a caer ante Djené. Ahí hubo más indicios de infracción, insuficientes para el árbitro de abajo y los de silla.

En la sala de videoarbitraje, se registraba la única emoción del partido. Abajo mandaba el Madrid sin ningún disfrute. Movía la pelota pesadamente, esperaba que algo se le ocurriera a Bellingham y no encontraba más soluciones que las arrancadas de Rodrygo, al que le esperaba un cuerpo de ejército en cuanto pisaba el área. Ni un asomo de juego colectivo. La vida sin Vinicius será dura.

Kroos y Modric

Al Getafe, por costumbre, no le molestaba el encierro en su campo. Entrega la pelota a cambio de quedarse los espacios, consciente de que en el fútbol, con su presupuesto, no se puede tener todo. Y cuando el rival aprieta, frena la hemorragia interrumpiendo el juego. Un partido con diez faltas en media hora daban idea de la falta de fluidez en el tráfico.

El partido también tenía sus rarezas. El Madrid estuvo al borde del empate en un cabezazo en plancha de Modric. No se le recuerdan vuelos así. Y un cazagoles como Joselu se dejó uno clarísimo en centro dulce de Fran García. Su remate a quemarropa se fue al chaleco antibalas de David Soria. Solo eso le permitió en el primer tiempo un Getafe sin ataque, pero aplicadísimo y metódico atrás, bueno en la defensa posicional y en el repliegue.

 

La segunda mitad fue otra cosa. Empezó con vuelta a la cocina tradicional (Nacho y Kroos por Fran García y Camavinga) y más carrete arbitral. Joselu empató en otra jugada para el estudio. Modric centró con el exterior, el ariete saltó sin tocar el balón, que volvió a él tras ser despejado por Djené con la mano y lo mandó a la red. Más de dos minutos tardó el VAR en decidir que su primer salto no tuvo influencia en la jugada. La tecnología nunca podrá luchar contra la interpretación.

En cualquier caso, el Madrid había tomado el camino del arrebato, que siempre le va bien, bajo la dirección de Kroos, en versión rompehielos: un remate al palo, otro que le sacó David Soria, un pase de tres cuartos de gol desaprovechado por Carvajal. El alemán reordenó definitivamente al equipo. El partido también tenía vuelta (Kepa le sacó un remate sin colocación a Aleñá), pero ese clima cambiante ya no le convenía al Getafe, cuyo destino quedaba ya en manos de David Soria. Hizo una de las paradas del año a volea a quemarropa de Joselu. Antes, Carvajal había topado con el palo. Rodrygo pondría luego una tercera firma en la madera.

Ancelotti tiró de lo último que le quedaba (Lucas Vázquez, Brahim, Valverde) y su equipo frecuentó el área. Un asedio con final feliz y la firma del de siempre. Llegó en un disparo de Lucas Vázquez mal rechazado por David Soria, en su única mancha, y allí llegó Bellingham, en versión oportunista. A veces gastar cien millones es necesidad y no capricho.