El Getafe no pisa el freno, sigue volando alto y con la vista fija en una Champions que el Valencia le arrebató en el último suspiro la pasada temporada. Con el rival en casa, no le preguntó de forma cordial cómo se viaja por la Copa de Europa. Le arrebató los mapas, las maletas y el billete de avión, antes de despedirse con una palmadita en la cara. El Geta se pone el primero en la cola de embarque. Y a ver quién le quita de ahí.
Exhibición del equipo de Bordalás, que borró a un Valencia minimizado que ni tiró a puerta. Genial Molina, con doblete. El Getafe quiere Champions.
En Getafe se plantean seriamente cambiar el nombre de su estadio por el de Coliseum Jorge Molina. La idea brotó de la afición hace poco más de un año y el jugador alicantino no hace más que darles razón. Molina fue el ejecutor de un Valencia que ha pasado a ser el peor enemigo del Getafe pero que ayer compareció en una batalla mayor disfrazado de lindo gatito. Ni una ocasión, ni un tiro a portería, nada de nada cuando la tarde requería virilidad para jugarse el tercer puesto y parte de la Champions que viene. “¡Hay que ser más hombres!” diría luego Gabriel Paulista.
El Valencia sale de Getafe rojo de vergüenza, quemado de impotencia. Recogió un 3-0 como pudo ser un saco de goles de no mediar Jaume y sus innumerables paradas. Algún día sus compañeros podrán pagarle al portero lo mucho que le hicieron sufrir en el Coliseum.
El Getafe borró al Valencia hasta el punto que el equipo de Celades no tiró entre los tres palos en todo el partido. A los cinco minutos, Jaume sacó el primer remate. Cómo no, de Molina. En el 18’, de nuevo Molina. Esta vez rozando el poste. En el 46’, siempre Molina, peino de cabeza un córner botado por Damián que a punto estuvo de entrar.
La primera aproximación del Valencia, que no ocasión, fue en el 32’, un buen cambio de juego de Kondogbia que Ferran amortiguó bajando el balón. El joven jugador vio la llegada de Maxi Gómez y le dejó el balón listo para rematar. Lo hizo, pero mal. Contra un defensor del Getafe. Fue lo más parecido a una señal de existencia que dio el Valencia.
Para entonces el portero Jaume estaba siendo el protagonista del partido en contra de su voluntad. En meta se confirmó en una doble parada que hizo en el 39’, primero a tiro de Maksimovic y después a remate de Cucurella. En ambas voló Jaume.
El Valencia pedía oxígeno. Se veía superado. Transitaba por la calle de la amargura. Al descanso, el equipo de Celades recibió la mejor noticia: no sabía cómo pero había llegado vivo con 0-0. El Getafe, en cambio, tenía razones para lamentarse. Todo el juego había sido suyo, todas la ocasiones fueron suyas… En la primera parte el Getafe había realizado 11 remates. El Valencia, sólo uno y ni siquiera fue a puerta.
La segunda parte trajo un Getafe totalmente decidido a por el todo o nada. Se volcó en el área visitante y la táctica del Valencia se redujo a la de los malos púgiles, agachar la cabeza mientras le cae una lluvia de golpes.
Así, por insistencia, llegó el 1-0. De Molina tras rechazar Jaume el tiro de Mata. Y el 2-0, de Molina tras ridiculizar el alicantino a toda la defensa valenciana, en especial a Diakhaby y Paulista. El dominio azulón fue acuciante. Parejo no compareció. Los demás, más o menos, tampoco. Llegaría el 3-0, de Mata, una jugada que retrató la dejadez de Diakhaby y que finalizó en un choteo dentro del área con Jaume regateado y por los suelos. Pudieron ser más los goles, mayor la humillación… ¿Para qué? Quedó claro que el Getafe, hoy, es muy superior al Valencia.