FC Barcelona ha cumplido y ganado 5-2 al Getafe en Camp Nou con lo cual sigue en carrera por el liderato de LaLiga con un juego menos que Atlético y Real Madrid.
Ganó, pero con cierto sufrimiento pese al 5-2, el Barça al Getafe y se lanza a por el Atlético en LaLiga. El conjunto azulgrana sufrió en exceso después de la euforia de la Copa, tapada por la chapuza de la Superliga. Competición que no la jugaría el Getafe. O difícilmente. El conjunto azulón, fiel a su estilo hosco, hizo sudar al Barça después de toparse con una oportunidad que ni ellos mismo esperaban, pese a un notable primer tiempo barcelonista, con doblete de Messi. Un autogol de Lenglet puso en juego al Getafe en la primera parte y otro gol en propia de Soufian deshizo un momentáneo empate. El Barça se durmió en el segundo acto y casi lo paga caro: un penalti de Araujo, marcado por Enes Unal, aportó intriga hasta que el propio uruguayo marcó de cabeza. Griezmann, de penalti, completó la goleada con un penalti que él mismo había forzado. Igualdad en autogoles, en penaltis… pero no en goles ni en juego.
El Barça tuvo una buena entrada en un partido colocado a las diez de la noche con toda la mala fe, en combinación con el del Villarreal del próximo domingo… a las cuatro de la tarde. Cuanto menos descanso para los barcelonistas, mejor. También sufrió otro arbitraje poco amigable que casi echa por tierra un positivo inicio en el que además Messi avanzó a su equipo, poco después de un tirazo al travesaño a los tres minutos.
Nyom ausente por sanción, el nivel de brusquedades anduvo más bajo de lo habitual en el Getafe. Pero tuvo sus sucedáneos. Lenglet había visto tarjeta en el primer avance visitante, por considerar el señor colegiado que el francés había obstruido a Iglesias. Y con la suficiente violencia como para mostrarle tarjeta, pese a que fue un piscinazo. No hubo teatro en cambio en una jugada casi igual de Damián sobre Messi: sí hubo contacto, y claro. Aunque, ¡oh, sorpresa!, sin tarjeta a Damián, que muy poco antes había pisado el tobillo de Griezmann en el borde del área sin que se señalase ni falta. Damián podía estar fuera a la media hora sólo con que el señor colegiado se hubiese ceñido al criterio que había seguido para amonestar a Lenglet, pero el que llevaba tarjeta era el Barça por una falta invisible. También acumulaba, sobre la media hora, más faltas sancionadas que el Barça. Increíble que no fuese amonestado Iglesias, a cinco minutos del final del partido, en un agarrón descarado a Pedri.
Tampoco había visto la merecida tarjeta Djené cuando, en la jugada del primer gol, empujó por detrás a Messi cuando se iba disparado a puerta después de un pase magistral en profundidad de Sergio Busquets. Leo casi perdió el equilibrio, como trastabillado, pero en lugar de optar por el piscinazo decidió seguir. Se llevó el premio del gol, que ponía al Barça por delante después de ese inicio de partido con control y buena circulación de balón barcelonista.
De accidente en accidente
Un golpe de suerte del Getafe, en un autogol de Lenglet tras remate de Ángel a centro de Cucurella por el flanco de un Sergi Roberto titubeante que volvía al once inicial, puso momentáneamente las tablas. Poco antes de ese empate, un remate de Kubo (poca aportación, una vez más, del que debía ser el Messi oriental) salió alto después de que en el remate casi dejase a Mingueza sin rodilla. La jugada del 1-1 llegó con el Barça en inferioridad.
Zarpó el conjunto de Koeman hacia un destino feliz gracias a un golpe de suerte justamente en sentido contrario al del anterior: Soufian, central izquierdo en la línea de cinco que impuso Bordalás, intentó ceder a su portero un balón, presionado desde la distancia por Messi. No vio que el meta estaba saliendo y el balón entró en la portería. Leo completó el buen primer acto barcelonista en una jugada que inició él, con un chut desde la derecha que el poste rechazó, y también finalizó, rematando con muy poco ángulo.
Héroe y villano
Araujo fue villano y héroe cuando entró, en sustitución de un Piqué al que se va dosificando los minutos. El joven central cometió un penalti por pisotón a Enes Unal, recién incorporado, y abrió el partido a un desenlace imprevisible, al albur de cualquier tropezón o despiste. Otro accidente. Un penalti claro que vio el VAR, no el señor colegiado, y que condenó a los barcelonistas a una agonía inesperada.
El conjunto barcelonista no se había presentado en la segunda parte, esa es la realidad, y, con el 3-2, el Getafe, que llevaba dos goles en un solo remate en juego (penalti aparte) vio posibilidades de sumar un punto de oro ante un rival dormido e impreciso. Hasta que el propio Araujo remató, impecablemente, de cabeza un penalti lanzado por Messi, que se fue con dos goles y una asistencia.
Para cerrar la manita pese al mal segundo tiempo, más allá del minuto 90, Griezmann fue objeto de un claro penalti de Soufian, el mismo del autogol. Antoine transformó la pena máxima, gentileza de Leo Messi.