La final entre Rafael Nadal y Novak Djokovic en Roland Garros puede abrir una renta de títulos de ‘Grand Slam’ casi imposible de remontar para el serbio o, por contra, dejar a Novak echándole el aliento a Rafa con un año menos.
Roger Federer, ausente en la cita parisina, es el que más grandes aglutina con 20. Pero Nadal le pisa los talones con 19 y Djokovic, 17. El serbio, que vio cómo el balear se clasificaba para el último domingo sin mucho desgaste ante Diego Schwartzman, tuvo que sudar sobre la arena para cerrar un marcador de 6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1.
Stefanos Tsitsipas, su víctima, le sorprendió con un 0-40 en el primer juego. Sin embargo, en un visto y no visto, el marcador era de 3-0 favorable al número uno mundial. A diferencia de los cuartos con Pablo Carreño, salió sin el vendaje kinesiotape en el cuello. El tratamiento con su fisioterapeuta Milan Amanovic había dado sus frutos.
Tsitsipas se sabía inferior en los intercambios desde el fondo de la pista e intentó acortar al máximo los puntos. A Djokovic la pelota le corre una barbaridad. Nole estaba tan concentrado que le molestaba todo: pidió al juez de silla que los aficionados, un máximo de 1.000, presentes en la Philippe Chatrier, apagaran sus teléfonos móviles.
El número uno mundial ejerció como tal, con una táctica en la que sobresalieron las certeras dejadas. El griego hizo su primer ‘break’ en el décimo juego del tercer set. Y eso fue su manera de presentar candidatura al triunfo porque se anotaría la tercera manga.
Novak, que había desaprovechado un 5-4 y saque y una posterior bola de final, se fue por un tiempo del partido y lo había pagado caro. Tuvo que remontar un 2-0 en la continuación cuando la grada ya mascaba la tragedia. Se le escapaban, una detrás de otra, todas las opciones de rotura. Hasta 10. Tsitsipas, que antes de Roland Garros había estado en Hamburgo, parecía más fresco física y mentalmente. La mayoría de sus tiros morían al lado de la línea blanca y forzó el set de desempate.
El serbio, por fin, hizo un ‘break’. Fue para adelantarse en la quinta manga y esa renta sí que ya no la dejó escapar. La organización del Abierto galo, que luchó hasta última hora para celebrar el certamen moviendo la fecha del torneo a septiembre sin consultarlo con nadie, tiene el premio de la mejor final posible. Los dos primeros favoritos, a pesar de una temporada marcada por la pandemia, no han fallado. Será la novena final de un ‘major’ que tiene a los mismos protagonistas. Empate total a cuatro triunfos, con el matiz que las dos finales de Roland Garros, en 2012 y 2014, cayeron del lado del manacorí.
Uno de los dos verdugos en París
Pero es igual de cierto que Djokovic puede presumir de ser uno de los dos verdugos de Nadal en sus 16 participaciones en el Abierto. Fue en los cuartos de 2015. La otra derrota fue con Robin Söderling, en los octavos de 2009. El capítulo 56 de la mayor rivalidad de la historia está servido.