Aryna Sabalenka ha revalidado este sábado su corona en el Open de Australia tras acabar con la resistencia de Qinwen Zheng, por 6-3 y 6-2, en 76 minutos. Lo suyo ha sido un paseo porque levanta el trofeo sin ceder un set.
Lo que más le costó a la campeona es cerrar el partido. Falló dos derechas y recibió una dejada con 5-2 y 40-0. Estaba histérica. Si quería darle un poco más de suspense y emoción al desenlace, lo consiguió.
Este sábado, en la Rod Laver Arena, había representación española. Se trataba de Jaume Campistol, el juez de silla.
La tenista de Minsk imita a su compatriota Victoria Azarenka, la última que defendió con éxito el cetro del primer grande en las ediciones de 2012 y 2013.
«Victoria, el orgullo de Bielorrusia». Así empezaba la carta de felicitación del presidente Alexander Lukashenko a Azarenka tras la consecución del primer título.
«La Patria te agradece tu gran logro, que quedará inscrito para siempre en la historia del deporte bielorruso», continuaba el político. Pasados 12 años, su otra deportista favorita hace poner orgulloso al dirigente en tiempos de guerra.
La pareja de la tenista es Konstantin Koltsov, ex jugador de hockey hielo, el deporte favorito del considerado como el último dictador de Europa. Se mantiene en el poder desde el 20 de julio de 1994.
Azarenka no ganó más ‘majors’, algo que Sabalenka sí está dispuesta a hacer porque no para de fabricarse oportunidades. Esta era su segunda final consecutiva tras la que perdió en el US Open ante Coco Gauff. Si Iga Swiatek es la indiscutible reina de la tierra, la superficie dura lleva grabado el nombre de la bielorrusa.
El sueño de Qinwen de ser la nueva Na Li deberá esperar. Margen tiene para ello porque sólo tiene 21 años y 109 días y ya es la séptima raqueta de la WTA.
Sabalenka jugaba con la presión de ser la favorita por ranking y por ser la vigente campeona del torneo. El inicio de la final era clave para saber hasta qué punto le podía afectar. La bielorrusa se quitó los nervios a raquetazos. Rompió de entrada el saque de su rival y disparó el marcador hasta el 3-0.
Sin ‘top50’ en el camino
Zheng notaba la diferencia entre medirse a una tenista ‘top10’ de hacerlo contra rivales lejos de las posiciones de privilegio. La china había aprovechado la autopista que se le había presentado para meterse en la lucha por el título. Ninguna de las jugadoras que habían estado en el otro lado de la red estaban entre las 50 primeras.
Sabalenka se mostró intocable al servicio, con puntas de velocidad de 188 kilómetros por hora, y eso le dio un punto extra de tranquilidad.
A la pupila de Pere Riba le pudo el escenario y pagó la novatada. Su cuarta doble falta le costó el segundo ‘break’ en el primer turno de servicio del segundo set. La sexta doble falta fue la antesala de una nueva rotura. Era la definitiva. Se había acabado la final.