Me mandaba mensajes, me llamaba, me enamoró y ahora descubrí que es casado

Sí me enamoré, me perdí en cada uno de sus detalles y atenciones, sin saber que era la segunda, que él siempre volvía a los brazos de su esposa.

Hay hombres que tienen ese don de conquista, que saben perfectamente qué y cómo decirlo, sobre todo, conocen el momento indicado en el que pueden entrar a tu vida. Y cuando menos lo piensas te atrapan, aunque fingas, aunque parezca que no te importa, te derrites con solo escucharlo. Él me mandaba mensajes, me llamaba, me enamoró y ahora sé que es casado. 

¿Cómo se hace? Me pregunto si existe a alguna fórmula para arrancarte de los pensamientos, del corazón, del alma, a un amor. No lo estoy logrando, porque quiero dejarlo y no puedo. Porque sé que debo quererme más, pero me olvido de mí por pensar en él. Y la verdad, lo que más coraje me da, es que vengo de un historial fuerte en cuestiones de amores.

ME ENAMORÓ Y AHORA SÉ QUE ES CASADO

Ya me rompieron el corazón antes y, me prometí que nadie volvería a ser dueño de mi atención, que no me vería llorando una vez más en aquel rincón. Me dije muchas veces ya basta, de tanto dolor, de tantas lágrimas, de tanta tristeza. Me lo repetí y creí que estaba protegiendo mis sentimientos, pero no me di cuenta, él ya los había atrapado.

Él se volvió luz en mi vida, era un montón de risas, de anhelos, escuchaba mis sueños, sin molestarse, ahí estaba muy cerquita de mí. Se volvió mi cómplice, esa persona en la que pensaba cada que algo bonito llegaba a mi vida o algo que estaba destrozando, era mi apoyo, mi amor…

Pero también el de alguien más, porque luego de besarme, abrazarme, hacerme sentir la mujer especial, corría a sus brazos. A su refugio, con la mujer que desde hace tiempo ocupa su cama, a la que despierta con un beso en la frente, la madre de sus hijos, a quien presume frente a todo el mundo.

Y a mí, a mí me decía que lo nuestro era tan perfecto, que no quería arruinarlo. Le creí, éramos tan felices, siempre en cuatro paredes, donde pasaba de todo. Donde era capaz de mostrarse, de llorar cuando tenía un día malo. Ahí estaba yo, amando y sintiéndome amada, cuando en realidad no tenía idea de con quién estaba.

Es un desconocido, es un hombre que jugó a ser otro, que se presentó ante mí como lo que yo quería, pero muy lejos de su realidad. Me mandaba mensajes, me llamaba, me enamoró y ahora sé que está casado, que tengo que arrancarlo aunque me duela la vida misma y, que ahora tengo que tener cuidado, porque así capaz de usar un disfraz y lastimar, solo por complacer a su ego.