Cuando duermes, la ropa de cama entra en contacto con tu cuerpo, filtrando tus fluidos corporales en cada capa del tejido. Es usual encontrar entre las sábanas saliva, orina, fluidos genitales e incluso materia fecal. La ausencia de limpieza permite que estas sustancias se filtren en almohadas y colchones, y estos son mucho más difíciles de limpiar
Una de las cosas que menos te gustan en la vida es cambiar las sábanas. Sueles hacerlo los domingos, cuando te pones en serio a adecentar tu casa. Sin embargo, algún fin de semana se te pasa cambiarlas. «Es que no tengo la lavadora lo suficientemente llena», «no tengo tiempo», «no están sucias» o «qué pereza me da» suelen ser tus poderosas razones para dormir siete días más sobre la misma superficie.
Pues, amigo, hemos de decirte que cometes un gran error. Cuando duermes, la ropa de cama entra en contacto con tu cuerpo, filtrando tus fluidos corporales en cada capa del tejido. Estos fluidos incluyen sudor y otras sustancias mucho más desagradables, tal y como detalla Mary Marlowe Leverette, experta en el tema, en ‘About’.
«Es usual encontrar entre las sábanas saliva, orina, fluidos genitales e incluso materia fecal. La ausencia de limpieza permite que estas sustancias se filtren en almohadas y colchones, y estos son mucho más difíciles de limpiar», asegura.
En tus sábanas también se filtran «células de tu piel, ácaros del polvo e insectos microscópicos», asegura Leverette, quien puntualiza que millones de estos bichos «viven en tu cama, comen tu piel muerta y pueden causar problemas respiratorios como asma y alergias». Además, corres el riesgo de infectar las pequeñas heridas o arañazos que tengas en el cuerpo.
El microbiólogo y patólogo de la Universidad de Medicina de Nueva York Philip Tierno, autor de ‘The Secret Life of Germs. Observations and Lessons from a Microbe Hunter’ (Atria Books), sigue la línea de Leverette: «La piel humana es alimento para los ácaros del polvo”, recordaba en un reportaje publicado en ‘The Wall Street Journal’. «Una persona puede transpirar un litro de sudor en una noche, incluso más si duerme bajo un montón de sábanas”.
Solución: lavar las sábanas en agua caliente
Lo ideal para una correcta higiene es lavar la ropa de cama una vez a la semana con agua caliente, algo esencial para «mantener un espacio limpio y sano, ayudar a prevenir las alergias y mantener una buena higiene corporal». Si vives en una ciudad con clima muy caliente, advierte la experta, lo mejor es que hagas lavados más frecuentes, porque aumenta tu transpiración nocturna.
El microbiólogo, por su parte, también recomienda lavar las sábanas una vez por semana a una temperatura de entre 55 y 65 grados, y luego secarlas con un programa de agua caliente. También deberíamos prestar atención al colchón y las almohadas. Aquí un pequeño resumen:
•Sábanas: una vez por semana
Muchas familias cambian las sábanas cada dos semanas, algunas incluso cada mes, un tiempo que es claramente excesivo. Lo ideal es cambiar de sábanas todas las semanas y lavar estas al menos a 60 grados de temperatura, para acabar eficazmente con las bacterias. También es recomendable secarlas a la intemperie, pues la luz del sol es la mar de efectiva eliminando microorganismos.
Almohadas: cada tres meses
Al cabo de dos años, el 10% del peso de una almohada que no ha pasado por la lavadora corresponde a ácaros muertos o deyecciones de estos. Da asco, ¿verdad? Por desgracia, no es lo única mugre que acumula nuestra almohada: si no la hemos lavado, hasta un tercio corresponde a ácaros, bacterias, piel muerta y hasta 16 especies de hongos.
Las almohadas deben lavarse cada tres meses. Las de plumas tienes que llevarlas a la tintorería, pero si son sintéticas puedes meterlas sin miedo en la lavadora, a 60 grados acabarás con todas las bacterias. También es importantísimo secarlas bien, pues de lo contrario aparecerá moho. Centrifuga bien las almohadas (si tu lavadora no es ninguna maravilla, hazlo dos veces) y tiéndelas al sol.
Colchón: cada seis meses
Al igual que las sábanas y las almohadas, el colchón acumula polvo, bacterias y moho que pueden conllevar infecciones y reacciones alérgicas de todo tipo. Para lavar en profundidad un colchón, hay que llevarlo a la tintorería, pero no es necesario liarse tanto. Basta con pasar la aspiradora por el colchón y airearlo bien cada medio año. Si tiene alguna mancha, frota la superficie con un paño humedecido en agua fría y jabón para tapicería. De nuevo, es importantísimo que lo seques bien tras la operación.
Pijama: cada dos días
La eterna duda sobre el momento en que debemos lavar un pijama ha protagonizado, incluso, un libro de chistes, pero no deberíamos tomarnos el asunto a broma. Sobre todo en verano, sudamos mucho, por lo que haríamos bien en meter en la lavadora el pijama cada dos noches, como haríamos con cualquier otra prenda. Pero no lo hacemos, reseña El Confidencial