Ana Carolina López Enríquez pasó de ser una niña consentida a quebrarse por completo, presentando altos niveles de sadismo sexual, alto nivel de violencia y completa falta de remordimiento tras asesinar a sus padres adoptivos.
A los 17 años, Ana asesinó a sus padres adoptivos, y después les prendió fuego. Para celebrar, se comió unos hot dogs y se bebió un six de cervezas con su novio y un amigo de éste, luego fueron a unos XV años.
Su madre la dio en adopción
Su historia es similar a la de muchos asesinos. Ana Carolina López Enríquez nació en 1996 en la Ciudad de México. Su madre tenía SIDA, por lo que al nacer la futura asesina fue dada en adopción.
Un año después fue adoptada por María Albertina y Efrén López, dos empresarios exitosos en el país. Su infancia no fue sencilla, pues en la escuela siempre fue burlada por su condición de niña adoptada.
Planeó el asesinato
Total, que un día Ana comenzó a decirle a su novio, José Alberto, que tenía problemas con sus papás, y fue ahí donde comenzaron a planear el asesinato. Le comentaron todo a un amigo de josé Alberto, llamado Alexis, quien propuso la manera de matar a los padres de Ana y ocultar todo indicio del crimen.
En las entrevistas que se le realizaron a los tres adolescentes, estos expresaron a detalle cómo cometieron los homicidios. Se estableció que Ana los mató para beneficiarse económicamente.
Sumamente violenta
Según pruebas psicológicas, bajo estándares del FBI Ana presenta una escala de violencia de 9 sobre 10. Ana había planeado matar a sus padres por más de un año.
Su estatura de 1.48 metros no le iba a permitir hacerlo sola, por lo que encontró en los dos adolescentes a los cómplices perfectos. Su novio, sumiso y Mauro, igual de sádico que ella. Fue precisamente el novio de Ana el que confesó todo.
Para Ana Carolina, asesinar a sus padres era “igual que deshacerse de un objeto”. Pasó a la historia por su sadismo sexual y absoluta falta de remordimiento.