Entre el 15 y el 17 de este mes siguen, de momento, activas las alertas de tormentas geomagnéticas, sobre todo para latitudes norte de Estados Unidos.
Pero, ¿qué efectos puede tener este suceso?
Es importante conocer que la SWPC ya anunció a través de un comunicado y de las redes sociales que sus sistemas habían detectado en la región 2471 una potente llamarada solar, conocida como fulguración, que libera de forma súbita e intensa radiación electromagnética con una potencia comparable a 10 millones de bombas de hidrógeno.
Este hecho es el preámbulo de las eyecciones de masa coronal (o CME, por sus siglas en inglés), lo que origina ondas hechas de radiación y viento solar que se desprenden del Sol y vagan por el espacio.
La web SpaceWeather ha compartido el vídeo en el que se puede ver cómo superficie del Sol literalmente «escupe» una potente llamarada, causante de la tormenta solar que vivimos estos días.
El problema es que esas ondas altamente cargadas pueden impactar contra otros cuerpos, como los satélites y sondas que se encuentran en órbita o, en el peor de los casos, directamente contra la Tierra.
Sin efectos para España pero sí en EE. UU.
«En 2012 nos dimos cuenta de que no estábamos preparados para este tipo de sucesos y de ahí que las agencias empezaran a crear protocolos de actuación», explica ABC Javier Rodríguez-Pacheco, catedrático de astronomía y astrofísica en la Universidad de Alcalá (UAH). Fue ese verano en el que EE. UU. emitió un comunicado con recomendaciones ante posibles tormentas solares extremas y le siguieron muchos otras muchas regiones, incluida Europa -y algunas comunidades españolas, como Extremadura-. La opinión pública desempolvó sucesos como el Evento Carrington, con el que quedó seriamente dañada la red de telégrafo, o el de 1989 en Canadá, por el que Quebec se quedó sin luz durante un día. ¿Puede ocurrir esto en los próximos días?
Desde el SWPC explican que no se esperan daños a nivel terrestre ni en las comunicaciones ni en las redes eléctricas, aunque puede haber algunas interferencias en radio puntuales. Tampoco para las misiones en órbita o sondas en el espacio: «No hemos recibido ningún informe de daños a satélites o naves espaciales», confirma a ABC Robert Steenburgh, director interino del SWPC. En cambio, sí que se han registrado algunos problemas en onda corta: «Las comunicaciones de alta frecuencia (3-30 MHz) parecían degradarse el 16 de abril como consecuencia de la tormenta geomagnética». Por otro lado, las predicciones de cielos iluminados por auroras boreales se cumplían sobre Alaska y los estados de Montana, Dakota del Norte, Minnesota, Wisconsin, Michigan y Maine.
A pesar de ello, todos los expertos coinciden: no se avecina ninguna catástrofe estos días. Y eso es gracias a nuestro escudo natural, el campo magnético terrestre.
El escudo anti-tormentas solares
El campo magnético terrestre es un halo invisible que rodea la Tierra y que desvía o convierte en una lluvia inofensiva la mayor parte de las partículas letales que se desprenden en tormentas solares como la de estos días. Sin él, es muy probable que la vida se hubiera extinguido hace mucho tiempo, o incluso que ni siquiera hubiera llegado a formarse. Y él también es el responsable de que se vean las espectaculares auroras boreales: son producto de su deformación cuando impactan contra él estas partículas energéticas.
Su posición también provoca que Europa esté aún más protegida de estos eventos que, por ejemplo, Canadá o el norte de Estados Unidos: al estar alejados de los polos magnéticos –cercanos a los polos terrestres pero sin coincidir exactamente con ellos y por donde penetra el escudo dentro de la Tierra– es más complicado que nos llegue a afectar este fenómeno.
Los «caprichosos» ciclos del Sol
Además, el Sol tiene unos ciclos de actividad de aproximadamente once años. Ahora mismo nos encontramos en un mínimo de actividad solar -el próximo máximo se espera en 2024-, lo que no quiere decir que el Sol esté dormido: «Incluso durante el mínimo solar, donde hay muy pocas o ninguna mancha solar, pueden ocurrir tormentas solares», explica al respecto Steenburgh. Las manchas solares serían la primera señal que tienen los expertos para reconocer una etapa de máximo solar y una posible llamarada. Pero esto tampoco es una ciencia exacta, ya que los expertos aún no comprenden del todo ni los fenómenos CME ni los ciclos solares.
«Es curioso que los fenómenos más intensos de radiación de partículas se den no en lo que consideramos máximos de actividad solar,sino cuando se empieza a bajar de nuevo hacia el mínimo», afirma Rodríguez-Pacheco, quien además recalca que los últimos periodos han sido poco usuales: «El último ciclo de actividad mínima fue más largo de lo normal y los últimos máximos no han sido tan potentes como cabría esperar. Aún hay muchas cosas que no sabemos de nuestra estrella».
Una misión hacia el Sol
Para poner remedio a esta situación y poder predecir con mayor fiabilidad este tipo de eventos, en febrero del próximo año, la Agencia Espacial Europea en colaboración con la NASA enviará la misión Solar Orbiter, en la que viajará un detector de partículas (EPD) cuya construcción ha sido liderada por un equipo español con Rodríguez-Pacheco a la cabeza. reseña abc