Se ha dicho que “el alcohol alivia el dolor”. Sin embargo, también parece que sucede todo lo contrario. De hecho, su consumo abusivo nos hace más sensibles al malestar físico crónico. Así lo ha constatado una pionera investigación publicada en la revista British Journal of Pharmacology, centrada en estudiar si el alcohol palia el dolor o lo provoca y por qué. Sus hallazgos son sorprendentes.
En primer lugar, consideran probado que más de la mitad de las personas con trastorno por consumo de alcohol experimentan un dolor significativo y persistente. Este fenómeno es más frecuente en las mujeres: a ellas les afecta en alrededor del 60% de los casos, mientras que, en los hombres, el porcentaje baja hasta el 50% de los casos.
En este sentido, ha demostrado por qué el consumo crónico de alcohol puede causar a largo plazo daños dolorosos en los nervios, lo que se conoce como neuropatía alcohólica. Además también es posible experimentar alodinia durante la abstinencia de alcohol, una afección en la que un estímulo no doloroso provoca dolor o malestar. Esto es: beber duele y dejar de beber también. Pero, ¿por qué? ¿Ante cuánto consumo? Y, ¿es falso entonces que el alcohol alivie el dolor físico?
A su vez, ¿el alcohol alivia el dolor?
“Hay una necesidad urgente de comprender mejor la relación entre el dolor crónico y la dependencia del alcohol”, dice la autora principal Marisa Roberto, titular de la Cátedra de Medicina Molecular de la Familia Schimmel y catedrática de Neurociencia del Scripps Research. De este modo, gobiernos y comunidad médica podrían concienciar de esta consecuencia del abuso. Sin embargo, comprobar que el exceso de alcohol duele no ha sido sencillo para este equipo de científicos.
Lo que sucede es que “el dolor no sólo es un síntoma del consumo abusivo de alcohol, sino que también es el motivo frecuente que les impulsa a aumentar el consumo de alcohol”, explica la autora. Se trata de un círculo vicioso provocado por el potencial del alcohol para actuar como analgésico.
Y es que sí, hay estudios que reconocen que palia el dolor desde hace mucho tiempo. Las investigaciones sugieren que el alcohol tiene un efecto analgésico y puede aliviar la hiperalgesia (aumento de la sensibilidad al dolor) incluso en dosis no tóxicas. El problema es que, según el estudio, existe un gran número de bebedores que afirman que consumen alcohol para moderar el dolor. Pero esto podría ser justamente lo que se lo esté empeorando.
¿Cuándo duele beber alcohol?
Hasta la fecha, los mecanismos biológicos responsables del dolor crónico asociado al consumo abusivo de alcohol seguían sin estar claros. Pero el nuevo estudio arroja luz. A grandes rasgos, creen haber descubierto las causas subyacentes del dolor neuropático inducido por el alcohol y la alodinia relacionada con el síndrome de abstinencia. Y en qué punto del consumo se experimenta el dolor que provocan estas dos condiciones.
Para alcanzar sus conclusiones, el equipo de científicos comparó el dolor en ratones dependientes del alcohol, en ratones bebedores moderados pero no dependientes y en ratones que nunca habían estado expuestos al alcohol. ¿Y qué paso? Que en los ratones dependientes, la alodinia se desarrolló durante la abstinencia del alcohol. Y que, además, el acceso posterior al alcohol disminuyó significativamente esa sensibilidad al dolor provocada por la abstinencia.
Por otra parte, aproximadamente la mitad de los ratones que no eran dependientes del alcohol también mostraron signos de aumento de la sensibilidad al dolor durante la abstinencia, pero, a diferencia de los ratones dependientes, esta neuropatía no se revirtió con la reexposición al alcohol.
Cuando se midieron los niveles de proteínas inflamatorias en los animales, se descubrió que, si bien las vías de inflamación estaban elevadas tanto en los animales dependientes como en los no dependientes, algunas moléculas específicas sólo aumentaban en los ratones dependientes. Esto indica que los dos tipos de dolor pueden deberse a mecanismos moleculares diferentes. También sugiere qué proteínas inflamatorias pueden ser útiles como dianas farmacológicas para combatir el dolor relacionado con el alcohol.
“Estos dos tipos de dolor varían enormemente, por lo que es importante poder distinguirlos y desarrollar distintas formas de tratar cada tipo”, afirma la también autora del estudio, la doctora Vittoria Borgonetti, del Scripps Research de La Jolla, California.