Meryl Streep gana el premio Princesa Asturias de las Artes

Meryl Streep

La actriz estadounidense Meryl Streep fue distinguida este miércoles con el premio español Princesa de Asturias en su categoría de las Artes por «dignificar el arte de la interpretación», anunció este miércoles el jurado de los premios más importantes del ámbito iberoamericano.

«Con su talento y rigor ha posibilitado que diferentes generaciones disfruten de interpretaciones inolvidables, conquistando el respeto que este gran arte merece», afirma el acta del jurado sobre la intérprete de 73 años, ganadora de tres Óscar.

La candidatura fue propuesta por el director de cine español Pedro Almodóvar, que fue Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2006, y que reaccionó a la noticia con un comunicado asegurando que Streep «todo lo hace bien y todo lo hace con naturalidad y verdad».

Nadie es más respetado en la profesión que Streep, que ha roto los tradicionales techos de cristal que la mujeres sufren en la profesión al cumplir años. Con 21 nominaciones en los Oscar, récord en los premios, ha logrado tres estatuillas: como mejor secundaria por Kramer contra Kramer (1980), y como protagonista en La decisión de Sophie y La dama de hierro (2012).

Streep es el segundo galardón de la historia de los premios Princesa de las Artes que puede considerarse plenamente otorgado al arte de la interpretación, tras el que el italiano Vittorio Gassman logró en 1997. Fernando Fernán Gómez (1995) y Woody Allen (2002) también fueron distinguidos, si bien se reconocía además sus facetas como directores y escritores dramáticos.

Nacida en Summit (Nueva Jersey) en 1949, Streep pertenecía a una familia acomodada y se graduó en Bellas Artes en la prestigiosa Universidad de Yale. Naturalmente dotada para la interpretación y la imitación, también recibió clases de cantante de ópera, aunque muy joven se decicidió por el teatro. Tras un breve paso por Broadway, donde llegó a estar nominada al Tony, saltó al cine en 1977 debutando en una película tan importante como Julia, con una breve aparición junto a Jane Fonda.

Influenciada por el panorama de actores del Actor’s studio que dominaba el cine estadounidense de los años 70 (y casada con el fallecido John Cazale), obtuvo su primera nominación al Oscar por El cazador, casi al mismo tiempo que participaba el clásico de Woody Allen Manhattan. Con solo 30 años y tres películas su carrera estaba completamente lanzada.

En Kramer contra Kramer, película canónica sobre los divorcios, obtuvo su primer Oscar dando comienzo a una serie de impresionantes películas como protagonista: La muer del teniente francés, La decisión de Sophie, Silkwood, Memorias de África o Un grito en la oscuridad, por el que obtuvo el premio de mejor actriz en Cannes. Papeles de enorme lucimiento que la conviertieron en la reina del cine dramático de los 80.

En los 90, continúa en la brecha con Los puentes de Madison o La habitación de Marvin y tras el cambio de milenio ofrece actuaciones tan importantes como Las horas, La duda o el musical Mamma mia!, donde aprovecha sus dotes como cantante. Con La dama de hierro logra en 2012 por su brillante encarnación de Margaret Thatcher, exhbiendo su facilidad para los acentos. Sin nada que demostrar, en la última década ha protagonizado Los archivos del Pentágono, Mujercitas, o No mires arriba.

Por si no fuera suficiente como mito de la interpretación, los Princesa de Asturias han subrayado también su papel como filántropa y defensora de los derechos de la mujer y de la igualdad de género. Streep ha sido miembro del consejo asesor de la organización Equality Now y en 2018 participó en el documental This Changes Everything, sobre la discriminación de género en Hollywood.

Según el jurado, Streep ha sido «activista incansable a favor de la igualdad, con su talento y rigor, ha posibilitado que diferentes generaciones disfruten de interpretaciones inolvidables, conquistando el respeto que este gran arte merece». Además, ha logrado que «la ética y la coherencia trasciendan a través de su trabajo, con la virtud de subrayar que los seres humanos, y concretamente las mujeres, deben latir y destacar a partir de su singularidad, de su diferencia».