El filósofo senegalés Felwine Sarr: «África da más al mundo de lo que recibe»

«África da más al mundo de lo que recibe», declara el filósofo senegalés Felwine Sarr a Efe en su casa en Dakar, en uno de los pocos huecos de la apretada agenda de este pensador a contracorriente que cuestiona el concepto mundial de desarrollo.

Pocas horas antes aterrizaba en la capital senegalesa tras dar unas conferencias en el extranjero y, después de conceder la entrevista, tiene que tomar de nuevo otro avión para Europa.

Este reputado profesor de la Universidad Gastón Berger de Saint Louis (norte) pone en duda el sistema capitalista, las ONG o los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

En su libro «Afrotopía» (2016), traducido al español por la editorial Catarata, el intelectual Sarr disputa los estereotipos sobre el continente africano, pero también las soluciones para África que se fabrican en el extranjero.

En un salón, donde una enorme estantería repleta de libros y un piano Yamaha son los protagonistas, este músico y economista da unas pinceladas de cómo ve el mundo y África y pone en entredicho el orden establecido antes de marcharse de nuevo a otra conferencia.

PREGUNTA: ¿Qué deben hacer los africanos para tener una vida mejor?

RESPUESTA: Los africanos ya en el día a día luchan para mejorar su vida y demuestran su creatividad e inventiva para salir adelante. Es esa la vida de la mayoría de la gente, del 80 %. Como el transporte, la escuela o el mercado del empleo no funcionan como deberían, luchan e inventan cosas. Lo que yo creo fundamentalmente es que la cuestión no se sitúa a nivel de los africanos sino de los políticos que no gobiernan bien nuestros espacios.

P: ¿Cuando habla de creatividad, a qué se refiere?

R: Todo lo que se llama economía informal, por ejemplo, y para mí la economía informal está muy mal designada, es una economía «sociopopular» que está fundada sobre una «sociocultura». Cuando vas al mercado te das cuenta de que la gente es creativa en el sentido en que crean empleo, están repletos de ideas sobre qué comprar, qué vender, qué producir o qué transformar. Las estadísticas nos dicen que esta economía alimenta al 60 % de los africanos, más que la economía formal. En todas las artes no es necesario decir que los africanos son creativos, ya lo sabemos.

«No se puede poner a una sociedad a replicar a otra»

P: ¿Qué es para usted el desarrollo?

R: Para mí es una mejora cualitativa de la sociedad. No me gusta esta palabra porque está cargada simbólicamente y ha querido decir: «hacer como las sociedades occidentales», hacer lo mismo en economía, en política, en sociedad. Y yo pienso que sí, podemos inspirarnos en los otros, mirar dónde han tenido éxito e inspirarnos, pero creo que las sociedades humanas son creativas, tienen su propia historia y no se le puede pedir a una sociedad replicar lo que el otro ha hecho en su historia. La gente tiene la impresión de que desarrollo es igual a bienestar y cuando lo criticas se tiene la impresión de que criticas las aspiraciones al bienestar. Hay que explicar que el bienestar no es el desarrollo. El buen vivir, como dicen en América Latina, quiere decir muchas cosas.

P: En los ODS, las palabras desarrollo y sostenible son conceptos antagónicos pero tienen especial relevancia en un continente que nutre al resto del planeta con recursos finitos.

R: La idea del desarrollo económico es siempre tomar recursos, producir e impactar negativamente sobre el clima y la ecología. Este desarrollo, este modelo industrial no es sostenible. No podemos tener un crecimiento infinito en un planeta donde los recursos son finitos. Por eso, no solo hay que cambiar de palabra sino también de modelo de producción y eso es muy difícil porque la gente está habituada a un modelo basado en el petróleo, las energías fósiles y el hiper-consumismo.

P: ¿Cree que ha cambiado el papel de África en el capitalismo desde el colonialismo y la trata negrera?

R: Sí, las cosas han evolucionado. Después de las independencias hay relaciones asimétricas en contra de África y las exmetrólopolis se fueron pero se han quedado. Las multinacionales han reemplazado a los antiguos mostradores de mercancías, a las Compañías de las Indias. Existe una dominación cultural y hay un mimetismo en las formas institucionales. Desde las independencias hemos ganado en autonomía económica, de pensamiento, de elección. Es un trabajo que hay que seguir haciendo porque no está terminado. Pero África tiene recursos, tierras y es importante que los africanos se digan: este modelo lo hemos observado, hemos visto sus ventajas e inconvenientes y somos nosotros quienes tenemos que reinventar una economía que alimente a los africanos, pero que no impacte negativamente al planeta, que no repita los mismos errores y no reproduzca el mismo modelo.

P: Si no es capitalismo, ¿qué puede funcionar en África?

R: Lo que ya funciona. No hace falta irnos lejos. Si miramos lo que la gente hace podemos ver que hay cosas que se pueden mejorar, sistematizar y cambiar de una escala reducida a una más grande.

«Es necesario que las personas produzcan ellas mismas sus soluciones»

P: ¿Las ONG juegan un papel positivo o negativo en este continente?

R: Eso depende de la ONG. Yo creo que el problema de muchas ONG -hay algunas que intentan cambiar- es que consideran que ellas saben lo que es bueno para la gente, que saben mejor que la gente lo que es bueno para ellos y hay una relación de asistencia. Llegan, hacen algo por ellos y se les pone en una relación desequilibrada y, cuando se van, las cosas se paran. Es necesario que las personas produzcan ellas mismas sus soluciones.

P: Me da la impresión de que los africanos no suelen negarse a esa ayuda porque es un recurso económico asegurado a corto plazo.

R: Es mucho más complicado que eso. La gente es vulnerable. Cuando eres vulnerable no gestionas el largo plazo, gestionas el corto, porque es este tu problema. Para que pienses en el largo plazo es necesario que te «desvulnerabilicen». Y es el mismo problema con los políticos: van a pagar 10.000 francos CFA (15€) para que la gente vote por ellos porque justamente nadie se ocupa de su largo plazo.

P: ¿No se ha terminado aún con la dinámica colonial de decir sí al blanco?

R: Creo que hay un trabajo a hacer para sanar el trauma colonial.

P: Me refiero a esa relación desigual entre el blanco y el negro.

R: Es una relación que se ha instalado durante siglos y no se va acabar en cincuenta años. Es un trabajo que hay que hacer para recapacitar a los individuos, sanar el trauma psicológico, revalorizar sus lenguas, culturas, saberes, su dignidad y que esa relación cambie. Pero eso no sucederá si no se realiza ningún trabajo en profundidad.

P: Y hablando de ONG, ¿África da más o recibe más?

R: África da más al mundo. Eso los economistas lo sabemos. Cuando miras los flujos financieros, los millares de dólares que salen de África son más importantes que los que entran.

Se trata de que África «negocie mejor su lugar»

P: ¿Cree que África puede lograr un nivel de bienestar sin ayuda exterior teniendo en cuenta lo globalizado que está el mundo?

R: Para mí, la cuestión es cómo África abraza al mundo global en su beneficio y no en su detrimento. La cuestión es cómo hallar capacidades de negociación y políticas para que en los intercambios los otros no se queden con todo. No se trata de salir del mundo. África no está fuera del mundo, se trata de negociar mejor nuestro lugar en el mundo.

P: Hablamos de una visión del continente construida desde fuera. Muchos países africanos, incluido Senegal, persiguen a los homosexuales aludiendo a que «la homosexualidad no es africana». ¿Cuál es su opinión?

R: La homosexualidad no ha nacido en Occidente, es un asunto humano. Los africanos tienen medidas propias de gestionarla en su contexto social e, incluso antes del islam, las sociedades eran más tolerantes con las diferencias sexuales y encontraban el modo de integrarlas. Ahora, lo que a la gente no le gusta es que Occidente viene a imponer sus maneras de hacer y tienen la impresión de que, una vez que Occidente ha resuelto alguna cosa en su agenda, quiere que el resto de sociedades lo resuelvan de la misma manera y al mismo ritmo. Es necesario dejar a las sociedades producir su modernidad y ser moderno no es ser occidental.

P: También ocurre con el concepto «feminismo», que se considera una importación.

R: Hay varias cosas. Lo que se llama el «feminismo descolonial» y las feministas que dicen que son feministas pero que piensan que no son las burguesas en París quienes han vivido su realidad y no pueden considerar que sus luchas son las mismas en todas partes del mundo. Y es la misma historia, Occidente que transfiere sus categorías. Cuando la gente tiene la impresión de ser desposeída de sus historicidades propias por categorías que vienen de otra parte, el primer reflejo es el rechazar la categoría.

«El 80 % del patrimonio inmaterial africano está en el extranjero»

P: Usted escribió con la historiadora francesa Bénédicte Savoy un informe sobre la restitución de los bienes robados por Francia a África durante el período colonial. Si esa restitución se hace efectiva, ¿cree que será un acto simbólico o algo más?

R: Creo que es necesario que sea más fuerte que un acto simbólico. Hay 90.000 objetos de África subsahariana en los museos en Francia. Es enorme. Y según nuestras estadísticas y de otra gente, en torno al 80 % del patrimonio material africano se encuentra en el extranjero. Evidentemente, los actos simbólicos son importantes, muestran que hay algo que se mueve, pero corresponde a los Estados africanos hacer listas de objetos importantes y que Francia devuelva los objetos a los países africanos.

P: ¿Qué concepto filosófico africano sería útil para afrontar los retos globales?

R: Nuestra identidad es primero humana y la comunidad que debemos construir no es la senegalesa o la africana o la europea. Es la comunidad humana. Todos somos una expresión del rostro de la humanidad. Y es ese el vínculo más esencial, no las diferencias culturales. Pienso en el concepto de «ubuntu»: soy porque nosotros somos. Es un concepto de la cultura xhosa de Sudáfrica. La comunidad existe porque nosotros somos y nosotros somos porque la comunidad existe y los destinos no están separados. Ahora la cuestión es quién pertenece a la comunidad: no es la persona con la que comparto la misma lengua o tiene el mismo color de piel, es la comunidad de los humanos. EFE