De la pluma del profesor universitario y editor Carlos Ortiz Bruzual, el libro “Santa Palabra. José Gregorio Hernández por sí mismo” muestra la faceta de escritor del tan venerado médico de los pobres, quien será beatificado este viernes 30 de abril.
Conocer la vida de José Gregorio Hernández es algo a lo que se ha dedicado Ortiz durante años. En su más reciente obra, Ortiz ofrece una radiografía impecable de cómo fue la relación del médico reconocido como santo por la Iglesia Católica con sus amigos cercanos a través de cartas que les enviaba de forma regular. En total son 53 cartas escritas entre 1888 y 1917.
En las misivas, Hernández habla sobre su experiencia como médico rural en el estado Trujillo, de sus ideas espirituales e intelectuales y su amistad con su colega galeno Aníbal Dominici. El libro de la Editorial Dahbar incluye cuatro textos de Hernández en su faceta de investigador y escritor. Su prólogo lo escribió el presidente de la Academia Nacional de Medicina, Enrique López Loyo.
Gracias a la colaboración de Sergio Dahbar y Carlos Ortiz, el equipo de El Cooperante tuvo acceso en exclusiva a la maravillosa y enriquecedora obra. Una de las facetas de Hernández que destacó Ortiz fue la de best-seller, la que demostró al escribir el libro «Elementos de Filosofía» en el año 1912.
Pese a que José Gregorio ejerció la medicina con espíritu laico no compartía la visión agnóstica o atea del positivimo. Su inclinación fue lo que causó entre él y su colega y amigo Luis Razetti «alguno que otro desencuentro».
En septiembre de 1904, la Academia Nacional de Medicina llevó a su seno el debate creacionismo-evolucionismo y exigió que todos sus integrantes -entre ellos Hernández y Razetti- se pronunciaran sobre estas teorías.
Una discusión entre ambos personajes era el equivalente al choque de dos campeones de los pesos pesados. Pero José Gregorio no asistió. Solo envió una esquela reafirmando su posición: era creacionista.
Hay dos opiniones utilizadas para explicar la aparición de los seres vivos en el Universo: el Creacionismo y el Evolucionismo. Yo soy creacionista.
“Santa Palabra. José Gregorio Hernández por sí mismo», P. 32
Razetti insistía en que sus colegas fijaran una posición y la plantearan públicamente para que la propia Academia se pronunciara sobre la legitimidad del evolucionismo, explicó Ortiz. Sin embargo, Hernández no cayó en el debate público, pero años después -en 1912- publicó su libro «Elementos de Filosofía».
Desde el prólogo, Hernández hace una fuerte declaración política al mostrar su rechazo al positivismo en un momento en que esta corriente -desde ya dominante- proponía eliminar la filosofía como carrera universitaria.
José Gregorio acusa a las autoridades de la Universidad Central de Venezuela, al Gobierno y a figuras como José Gil Fortoul y al propio Razetti de «querer arrancarle a la gente un pedazo de su alma».
Para Ortiz este comentario fue la gasa alcoholada con que limpió la piel de sus adversarios espirituales antes de clavarles una hondísima estocada: la afirmación de que la ciencia positiva aplana emocionalmente el alma.
Amigo de los amigos
La amistad de José Gregorio con Santos Dominici queda reflejada en las misivas. El trato respetuoso no priva de la amigable relación entre ambos colegas.
En una carta que envió el 4 de febrero de 1889 cuando se encontraba en Isnotú, estado Trujillo le comentó a su «muy querido amigo» Dominici que lamentaba no saber cómo le iba en Nueva York pasando «la vacante».
Le contó sobre su viaje a Los Andes, cómo había disfrutado admirando el paso del páramo de Mucuchíes que describió de la siguiente manera:
Es el más elevado, puesto que en todo lo alto, en que se encuentra una cruz, la elevación es de cuatro mil y pico de metros, y la rarefacción del aire es tal que a mi sirviente le dio esa disnea propia de la ascensión a las alturas, con gran susto por parte mía, porque era de temer una hemorragia pulmonar; cosa que afortunadamente no sucedió.“Santa Palabra. José Gregorio Hernández por sí mismo», P.94
José Gregorio confesó que al visitar esos lugares sentía la necesidad de «conversar en alta voz, o mejor dicho de gritar, porque en vista de tanta soledad, de tan poca luz, del aire tan escasos y de una vegetación tan raquítica, teme seriamente estar afónico o tal vez afásico (…)».
Las líneas dan cuenta de la gran habilidad descriptiva del beato, al emplear texturas, metáforas y sonidos describe perfectamente la escena en la que se encontraba.
«Esa noche nos quedamos en Mucuchíes, en donde apenas pude dormir, porque en toda la noche no logré calentarme, a despecho de mi colcha gruesísima y de mis cobijas; cosa que no te sorprenderá cuando sepas que al día siguiente por la mañana no nos podíamos lavar porque toda el agua estaba coagulada; y eso que nosotros no estábamos precisamente en la población, sino en una casa que queda a algunas cuadras y que llaman el Cenicero».“Santa Palabra. José Gregorio Hernández por sí mismo», P.95
Hernández relató a su gran amigo cómo le había ido en la celebración de fin de año, aquel 31 de diciembre de 1888. El «baile» fue dado por el presidente del estado y «otros del gobierno»
«Estuvo muy bueno el baile, y yo me divertí viendo la gente de por acá, tan sumamente distinta en modales, educación, modas, etc., de la de por allá. Cuando sonó el primer segundo del año yo estaba solo en un mecedor en uno de los salones, y, como de costumbre, mi pensamiento se convirtió en oración en ese momento: de más me parece decirte qué pediría, porque tú lo sabes mejor que yo mismo».“Santa Palabra. José Gregorio Hernández por sí mismo», P.95
Caracas, 20 de febrero de 1912:
Tras publicar su libro sobre filosofía, Hernández compartió la noticia con su amigo Dominici. Al hacerle llegar una copia junto a la carta, le explicó que algo que lo motivó a escribir la obra fue que sus estudiantes tenían un rendimiento deficiente en esa materia.
«Me parece que depende de que los textos que ellos leen son muy difusos y a veces hasta incomprensibles para los que empiezan esos estudios», alegó.
En sus palabras, este libro para «todo el mundo» no era otra cosa que un resumen banal de filosofía, pero para el doctor formaba parte de una «confidencia» ya que en el texto plasmo las cosas que amaba en la vida.
«Puedo asegurarte que durante todo el tiempo de su composición me parecía que te tenía a mi lado, y que era a ti, mi verdadero amigo, a quien le comunicaba todo lo que en él está escrito. De casa todos te saludan con cariño en unión de Inesita y Pedro César. Tu amigo que te abraza. José Gregorio Hernández».“Santa Palabra. José Gregorio Hernández por sí mismo», P.105
Pero Hernández no solo escribía a sus amigos, también le escribía a sus amigas. Al encontrarse en Nueva York, Estados Unidos, dirigió una carta a la señorita Carmelina López de Ceballos el 6 de octubre de 1917.
«Me parece que le doy una verdadera sorpresa mandándole mí retrato; sacarlo a luz fue un verdadero triunfo fotográfico, pues por dos veces se rompió la lente con el paso de tan disforme imagen; al fin ya está en su poder, y le ruego que lo conserve como un recuerdo de su verdadero amigo; me parece de más decirle que también es para misia Gertrudis», escribió.“Santa Palabra. José Gregorio Hernández por sí mismo», P.157
En la misma misiva le contó a la dama sus deseos de ir a París, a donde no pudo llegar porque no obtuvo el permiso de viaje que solicitó desde Madrid.
«No me pesa, pues tuve el gusto de conocer tan encantadora ciudad como es la capital española y de ver de cerca pasando a mi lado, rozándome con su vestido a la reina de España, el verdadero ideal de la belleza femenina, realizado en ella como nunca lo hubiera creído, si no la hubiera visto. Su amigo afectuoso José G. Hernández».Ibídem.
José Gregorio Hernández vivió entre 1864 y 1919 y con los años se ha convertido en parte del culto popular religioso latinoamericano e imagen de la fe cristiana del venezolano. Sus devotos le piden por la salud y este viernes honrarán su imagen cuando sea finalmente beatificado. La ceremonia se efetuará en la Iglesia del Colegio La Salle en Caracas y será transmitida en cadena de radio y televisión.
“Santa palabra” está disponible en librerías como El Buscón, Viscaya y Sopa de Letras. También se puede solicitar a Editorial Dahbar en su Instagram @EditorialDahbar. O al número (Whatsapp) 0424.123.44.88.