El criptoempresario Sina Estavi, quien en marzo de 2021 compró el primer tuit del fundador de la red social, Jack Dorsey, trata ahora de venderlo, pero no consigue más que unos cuantos miles de dólares en ofertas.
El primer mensaje de texto SMS, la primera columna sobre NFT de ‘The New York Times’ y hasta lujosas obras de arte virtuales. Todos han sido comercializados como tokens no fungibles, una modalidad de inversión que ha venido tomando cada vez más fuerza.
Un NFT (token no fungible, por sus siglas en inglés) es un criptoactivo que puede registrar la propiedad de un archivo digital, como una imagen, un video o un texto. También es una opción de inversión que lleva meses tomando fuerza.
En marzo 2021, Sina Estavi fue noticia en los principales medios económicos del mundo por lograr una peculiar hazaña comercial: compró, por 2,9 millones de dólares, el NFT del primer tuit de la historia.
Se trató de una publicación del 21 de marzo de 2006 en la que el fundador de la red social, Jack Dorsey, anunciaba que estaba configurando su cuenta.
just setting up my twttr
— jack (@jack) March 21, 2006
Un año después, el criptoempresario Estavi intenta venderlo, pero se ha tenido que enfrentar a unos compradores menos entusiastas.
Estavi puso el tuit a la reventa en el popular mercado de NFT OpenSea la semana pasada, pidiendo inicialmente 48 millones de dólares. Esa etiqueta de precio pronto se desvalorizó después de que las ofertas en la primera semana fueran de apenas cientos de dólares. Hasta el jueves 14 de abril, la más llamativa fue de 2,2 unidades de éter de criptomonedas, equivalente a alrededor de 6.800 dólares.
«Mi oferta de venta fue alta y no todos podían pagarla», dijo Estavi citado por la agencia Reuters, y agregó que ya no estaba seguro de si vendería su NFT. «Este NFT no es solo un tuit, esta es la Mona Lisa del mundo digital», puntualizó.
La compra inicial que hizo Estavi ocurrió en medio de una oleada de interés en los criptoactivos que desde entonces han generado miles de millones de dólares en ventas. Sin embargo, el apetito por esta clase de activos, muy volátiles, esta vez no fue suficiente. Reuters
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