Maximiliano Tabares Caro fue reportado como desaparecido hace 36 días en Antioquia y apareció bajo tierra este 27 de octubre. Las autoridades sospechan que el crimen habría sido cometido por la secta satánica de ‘Los Carneros’, integrada por su familia. Seis personas fueron capturadas y dos de ellas destaparon la olla de este tenebroso caso.
La primera en alzar la voz fue su madre, Sandra Patricia Caro Pérez. En el proceso judicial que avanza en su contra, la acusan de los delitos de desaparición forzada y tortura a título de cómplice. Al parecer, ella habría cedido la vida de su hijo para sacarle un supuesto espíritu que lo estaba atormentado y que estaría frenando los objetivos de la secta.
Según autoridades, el líder del grupo habría sugerido que el niño de 6 años debía ser sometido a un ritual para mejorar su condición. Presuntamente, él recibió un mensaje donde le dieron cuenta que el menor estaba obstaculizando las tareas del grupo: encontrar huacas de oro en las montañas de los municipios de Remedios y Segovia, ubicadas en el noreste de Antioquia.
Si bien la mamá se declaró inocente frente a las acusaciones de la Fiscalía, este miércoles empezó a ventilar la supuesta verdad de la desaparición en medio de una conversación informal que habría tenido en el centro de detención en la que está recluida, mientras le abren un cupo en la cárcel donde esperará las conclusiones de su juicio.
Ante las declaraciones que emitió, se decidió volver a escucharla en una indagatoria al día siguiente, y a las 11:00 a. m. del 27 de octubre dio detalles del sitio donde habían abandonado el cadáver de Maximiliano. Entregó las coordenadas y los integrantes del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) se desplazaron hacia el lugar referenciado.
En ese momento también cedió alias Orejas, otra de las personas que está siendo procesadas por este crimen. Su nombre es Robinson Esmit Arboleda Ramírez y fungía dentro de los denominados ‘Carneros’ como supuesto discípulo. Con base en la información recopilada por las autoridades, el sujeto debía cumplir al pie de la letra las órdenes de su líder.
Orejas habría dicho que estaría dispuesto a colaborar en el esclarecimiento de la desaparición si la justicia le suministraba beneficios. Así fue. Pidió ser trasladado desde la capital de Antioquia hasta la zona rural del municipio de Segovia para señalar con su propio dedo el terreno en el que fue sepultado el menor de seis años.
A las 4:00 p. m. de este jueves llegaron los investigadores junto al capturado a la vereda Cuturú Alto, alejada a una hora y media de la zona urbana de esta población. Una vez llegaron al sitio exacto, empezó la exhumación. Los miembros del CTI tomaron palas para arrastrar la tierra y, en medio del proceso, observaron el cuerpo de un niño.
Por el alto grado de descomposición, fue trasladado a las instalaciones del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en Medellín para avanzar en su identificación. Sin embargo, la Gobernación de Antioquia confirmó que el cadáver sí corresponde a Maximiliano Tabares Caro. La revelación ha causado estruendo.
“Se hallan los restos de Maximiliano después de toda esta situación tan horrorosa y dolorosa. No deja de ser una tristeza porque siempre existía la esperanza de hallarlo con vida. Sea cual sea la decisión final, a lo que tiene que llevarnos esto es a esa profunda reflexión y ese profundo compromiso en la defensa de la vida”, dijo Aníbal Gaviria, mandatario departamental.
Así las cosas, cuando Medicina Legal entregue la versión final del examen que le practicarán al cuerpo, a los procesados se les sumaría el crimen de homicidio agravado. Todos serán trasladados a centros carcelarios de Antioquia.