“Te podemos matar como a un perro”

Vestidos de civil, y con chapas que no quisieron mostrar, un grupo de al menos 25 hombres cercó, golpeó y amenazó de muerte a Juan Guerrero, periodista y fotorreportero de La Verdad

El periodismo en las inmediaciones del Hospital Universitario de Maracaibo (HUM) se convierte en una zona de muerte. A las 10.30 de la mañana de ayer se activaron las alarmas en el recinto. Más de 20 funcionarios de seguridad rodearon al equipo de La Verdad. Agredieron verbal y físicamente a la periodista Isamar Prieto, a la estudiante de LUZ y pasante de este rotativo Ysbel Gil, al reportero gráfico Juan Guerrero Briceño, a quién amenazaron con “matarlo como a un perro” y al chofer.

La visita de los periodistas era en busca de unos heridos durante la noche del pasado miércoles, tras ser alcanzados por una onda expansiva de una granada que lanzaron a un grupo de personas, al oeste de la ciudad. Los familiares ya no estaban y la prensa decidió irse. En segundos al menos 25 hombres que se identificaron como funcionarios del Sebin y de seguridad acorralaron al trío de reporteros, aplicaron llaves y técnicas de artes marciales al fotógrafo para neutralizarlo. Le golpearon la cabeza y espalda bajo amenaza de muerte. “La Verdad tiene una guerra mediática con el hospital” dijo un guardia. En simultáneo allanaron el carro del chofer del diario, lo bajaron mostrándole una pistola y se montaron para revisarlo.

El chofer llegó a buscarlos y ante la mirada atónita de los presentes les dijeron que se los llevarían presos, les arrebataron la cámara fotográfica, los teléfonos celulares y las libretas. Los profesionales en comunicación no sabían el por qué, pues ningún vigilante en cuestión tenía identificación. Uno portaba una “chapa” y otro un arma de fuego en el cinturón de su pantalón. Isamar Prieto indicó que les preguntaron quiénes eran y estos no respondían. “Solo nos pedían los equipos de trabajo porque iban a revisarnos y borrar la información”. Aseguraron los vigilantes que eran del grupo de inteligencia del hospital y tenían rato observando los pasos del equipo de reporteros. Los trasladaron de brazos sujetados hasta una oficina donde aparentemente opera la seguridad del HUM. “Quédense quietecitos y caminen”. Los recibió el “Comisario”, quien sin identificarse ordenó que los filmaran para guardar sus rostros. “Hicieron una especie de charla, grabaron verbalmente lo que había pasado y nos soltaron”, pero no grabaron las agresiones, explicó Prieto.

Requisaron el historial de llamadas de los celulares, hicieron un respaldo de la información de las tarjetas multimedia de los equipos y se los entregaron. “Menos mal que son dos coñitas; si son hombres los montamos en una camioneta, les pegamos unos tiros y los dejamos por ahí botaos y pa’ que el CICPC resuelva”, vociferó un vigilante de estatura baja, vestido de camisa celeste, al chofer mientras le entregaba sus papeles. Le fotografiaron el carro, la placa y anotaron sus características. “A lo que te vea entrar al hospital te jodo”.

La Verdad dolió

Anterior a este choque, este rotativo emitió denuncias contra el Hospital Universitario. Hace pocos días se publicó que un riñón que sería trasplantado se pudrió. El agua llega 15 minutos cada 24 horas y que los enfermeros piden agua a los padres, de los pacientes de la UCI de Pediatría para poder atenderlos. El 7 de octubre se publicó que se intentó hacer una entrevista al director del Universitario, Samuel Viloria ante las denuncias. Este no atendió el llamado y ayer también se hizo la vista gorda. El equipo de seguridad no admite periodistas.

Para apaciguar los ánimos, los de “inteligencia” hicieron propaganda de los aires acondicionados que habían recibido para el área de Pediatría; una jornada escolar dentro del centro de salud y parte del abastecimiento de materiales quirúrgico. Haciendo contraste a las denuncias de familiares que a diario mueren dentro del HUM por falta de insumos, guantes, inyectadoras y acondicionamiento óptimo en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Entre cielo y tierra todo se sabe.

 

La Verdad