El «Monstruo del modelaje» aseguró que quienes lo acusan firmaron un contrato «donde aceptaban que a sus hijas les tomaran fotografías en ropa interior»
Rompió el silencio. Hace un año y cuatro meses Adolfredo Rafael Matos huyó de Venezuela, pero ayer decidió contar su historia a la prensa. Se las ingenió para comunicarse con La Verdad y, desde su celda en Riohacha, Colombia, se confesó culpable de fotografiar a niñas semidesnudas. Juró no haber violado a ninguna de las seis pequeñas que lo acusan.
El instructor se comunicó vía telefónica ayer a las 11.00 de la mañana. Primeramente reconoció su culpabilidad y luego comentó que un problema de intereses y ambición lo hundió. Sus padres firmaron un contrato «donde aceptaban que a sus hijas les tomaran fotografías en ropa interior» y luego lo denunciaron.
«Esos contratos la doctora Mayelis Yélamo se encargó de destruirlos el día que me negué a pagarle más de lo que ya le daba por las ventas de las fotos. Ella se quería asociar conmigo y como le dije que no, entonces se dirigió a la casa de las otras madres y se puso de acuerdo con ellas para denunciarme ante la Policía por pornografía infantil. Juntas entrenaron a sus hijas para que acusaran a mi madre, quien las enfrentó el día que me fueron a buscar a su casa».
Matos aceptó que hizo mal, pero desmintió tener una red internacional de pornografía: «Si eso fuese cierto yo sería rico y tuviese el dinero para sacar a mi madre del retén El Marite y poderme pagar un abogado privado. Mis cuentas nunca pasaron de 20 mil bolívares, no tenía casa propia y el carro que manejaba me lo prestaban».
La caída
Tras las primeras discusiones en Maracaibo, huyó. El 21 de abril de 2014 tomó a sus hijos y a las 10.00 de la noche partieron hacia Colombia. «Me fui como pasajero y llegué a Colombia el 22, a las 10.30 de la mañana». Estando en Papayal, un poblado de cuatro avenidas y pocas calles, alquiló una habitación y allí se encerró durante tres meses, pero al ver que sus hijos prácticamente morían de hambre decidió salir a trabajar, siendo totalmente hermético con su vida personal.
«Me dediqué a arreglar y cortar cabello, hasta que reuní para comprar mis herramientas para iniciar con la carpintería y el tapizado. De eso sobreviví todo este tiempo».
Con su mujer se reencontró «en Rioacha, en la fiesta de 15 años de un familiar de ella al que yo asistí».
Estuvo en el anonimato hasta que una adolescente de 16 años lo denunció. «Me acusan de haberle tomado una foto a esa muchacha y eso es falso. Ella se tomó esa foto y se la pasó a su novio en octubre del año pasado. Ahora salió a relucir y me quieren culpar a mí».
Adolfredo recordó que lo detuvieron el día del cumpleaños de su hijo, el 14 de agosto a las 6.30 de la mañana, cuando dormía en su residencia, en Papayal. «Mi captura fue ilegal, me tuvieron un día preso y la orden de captura fue emitida el 15». Sobre la solicitud de la Interpol dijo que eso era falso, pues de otra manera ya lo habrían deportado.
«Tras mi detención intenté quitarme la vida, tomándome la caja entera de Ceroquel, las pastillas que utilizo para controlar mis nervios. Ese día me hinche y me llevaron de emergencia al Hospital de Maicao. Días después de haberme recuperado me dio un preinfarto».
– ¿Dónde pagarás condena?
– Me juzgarán primero en Colombia por el mismo delito, pornografía infantil, y me tocará pagar la pena máxima que es de 20 años de prisión, para que luego me puedan extraditar a Venezuela.
Su cabeza tiene precio
Al «Monstruo del modelaje» se les escuchaba deprimido y con deseos de acabar con su vida. «Si pudiera pediría que me mataran». Hizo una pausa y advirtió que de un momento a otro podría suicidarse. «No quiero vivir. Le pido a mi mami, que me perdone y a mi esposa que también me perdone, porque yo sé que no voy a aguantar esto. De un momento a otro yo me quito la vida, porque ya no aguanto».
Desde que está tras las rejas le pusieron presa su vida. Matos aseguró que en Venezuela ofrecen 500 millones de bolívares y en Colombia dos millones de pesos. «Uno de los padres de las niñas que me denunció en Maracaibo es quien está ofreciendo esa cantidad para que me maten. El domingo los reos gritaban que me sacaran de donde estoy, porque me quieren liquidar. Yo no soy un monstruo. El que me conozca a mí sabe que tengo un buen corazón».
No tiene miedo a morir, le preocupa su mujer y su madre. «Están indefensas y me les pueden hacer daño. Hagan conmigo lo que quieran, que me digan y yo me mato, pero que dejen a mi mami y a mi flaquita tranquilas».
«Ellas son inocentes»
A mi madre, que la amo…, que me perdone, que yo nunca pensé que yo la iba a involucrar en algo así. La única culpa que tiene ella es haberme traído al mundo. Que me perdone. Fanny es una mujer que nos levantó sola, pegada a una máquina de coser. Es una mujer luchadora, emprendedora, que no le ha gustado nunca depender de nadie.
Hizo una pausa y se le escuchó llorar. Juró por sus hijos que su mamá y su pareja eran inocentes. Al igual que Ligia Elena Cerchar Rosado, estudiante de Pedagogía Infantil. «Ella no es mi cómplice en nada. Esa muchacha lo único que hizo fue tenderme la mano y ser mi amiga de corazón. Ella no sabía sobre mi problema en Venezuela».
Cifras
500 millones de bolívares y dos millones de pesos ofrecen los padres de sus víctimas para matarlo
20 años de cárcel pagará Matos en Colombia por el delito de pornografía infantil.
20 por ciento de lo que se dice de mí es verdad y el 80 es mentira, aseguró el detenido.
6 niñas lo acusan de violación en Venezuela y una adolescente de 16 años en Colombia
Luisana González/La Verdad