Desde el 1° de enero hasta el 30 de abril de 2024, el Observatorio Digital de Femicidios del Centro de Justicia y Paz (Cepaz) documentó 58 femicidios consumados y 27 femicidios en grado de frustración en Venezuela. En promedio, hubo una acción femicida cada 33 horas en el país durante ese periodo.
Treinta niños, niñas y adolescentes quedaron huérfanos y un niño presenció la muerte violenta de su madre. Nueve niñas fueron víctimas de femicidio infantil. De ellas, cuatro no llegaban a un año de edad. El femicidio infantil es el asesinato de una niña (menor de 11 años) cometido por un hombre en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder que le otorga su situación adulta sobre la minoría de edad de la niña.
Para el periodo documentado, las entidades donde se registraron mayor incidencia de femicidios consumados fueron Miranda con 9 casos; Zulia con 8 casos; y Distrito Capital con 7 casos. En cuanto a los femicidios frustrados, la mayor incidencia aparece registrada así: Zulia, 5 casos; Distrito Capital, Monagas, Carabobo, Bolívar y Barinas, 3 casos en cada entidad; y Táchira, 2 casos.
Las dos entidades con mayores incidencias de acciones femicidas (consumados y frustrados) fueron el estado Zulia, con 13 casos y el Distrito Capital con 10 casos.
Caracterización de las víctimas
De las 58 víctimas de femicidio consumado, 57 eran de nacionalidad venezolana. El 15.5% eran niñas menores de 11 años y 13.8% eran menores de 5 años. El 12% eran adolescentes entre 12 a 17 años. En el 32.7 % de los casos se registraron víctimas en edades comprendidas entre 31 y 54 años.
Dos de las víctimas de femicidio consumado y una de femicidio frustrado eran funcionarias policiales activas. En el 12.1% de los femicidios consumados hubo la participación de mujeres como coautoras o cómplices de la violencia femicida.
Caracterización de los agresores
El 89.7% de los agresores de femicidios consumados eran venezolanos. En uno de los casos, los agresores eran funcionarios policiales activos para el momento de los hechos.
En el 63.8% de los casos registrados durante los primeros cuatro meses del año 2024 no se reseñan las edades de los agresores. Un ofensor tiene 15 años y ocasionó el femicidio consumado de una adolescente de 13 años. El 25.9% de los casos presentan agresores en edades comprendidas entre 23 y 47 años. En dos casos el agresor formaba parte de una organización criminal. Uno de los agresores de femicidio frustrado era un funcionario policial no activo. Un agresor de femicidio frustrado aparece registrado con antecedentes penales.
Sobre la detención del agresor, el 37.9% está en fuga, mientras que 43.1% fue posteriormente aprehendido y 10.3% murió en el contexto vinculado a los hechos. Cuatro ofensores se suicidaron después del hecho y dos los intentaron y no lo lograron. En los casos de femicidios en grado de frustración, la aprehensión posterior de los ofensores alcanza el 74.1,9. Hubo un registro noticioso de un ofensor que se suicidó tras el intento de femicidio. Tres de ellos intentaron suicidarse y no lo lograron.
Vínculo relacional, modus operandi y motivación
En el 65.5% de los casos, la víctima conocía al ofensor. Para los femicidios consumados, el 25.9% de los casos refirieron vínculos de parejas o ex parejas (con o sin convivencia bajo el mismo techo). Mientras que el 20.7% eran conocidos sin vínculo familiar y 19% eran miembros de la misma familia.
Respecto a la aparente motivación de los hechos, 6.9% de las reseñas describen escenas de celos o alegatos de infidelidad femenina. El sentido de superioridad de género y la concepción de las mujeres como posesión son variables que se transmiten culturalmente y favorecen la violencia de los hombres hacia las mujeres.
El 1.7% de las muertes ocurrió en medio de violencia obstétrica, que se refiere a las prácticas y conductas realizadas por profesionales de la salud a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, en el ámbito público o privado, que por acción u omisión son violentas o pueden ser percibidas como violentas. Por ejemplo, episiotomías sin consentimiento, intervenciones dolorosas sin anestesia, obligar a parir en una determinada posición o proveer una medicalización excesiva o innecesaria.
Otra aparente motivación que fue reseñada en el 3.4% de los casos hace referencia a una acción femicida como consecuencia de la decisión de las víctimas de culminar la relación con el agresor. Mientras que otro 5.2% de los casos se registra el femicidio como resultado de disputas por cuestiones económicas.
Un 6.9% de los casos levantados hace referencia a que la muerte violenta ocurrió en medio de ataque o violencia sexual. Un ataque sexual consiste en acceder al cuerpo de la otra persona para una actividad explícitamente sexual, sin consentimiento y mediante la violencia. Su forma más grave es la penetración, pero no la única. En la mitad de los casos, los medios de comunicación no reportan descripciones de los aparentes motivos de las acciones femicidas.
Ámbito de ocurrencia y contextos femicidas
En cuanto al ámbito de ocurrencia, encontramos que en el 31% de los casos las muertes violentas de mujeres por razones de género ocurrieron en el hogar; un 13,8% en un lugar desolado; un 24.1% en plena calle; y un 6.9% en un centro de atención médica.
Los contextos femicidas generales para los casos consumados pudieron establecerse solamente para el 53.4% de los casos, disgregados de la siguiente manera: 29.3% fue femicidio íntimo; 8,6% femicidio infantil; 6.9% femicidios sexuales; 6.9% femicidio familiar; 1.7%, femicidios en contextos de delincuencia organizada. Estos últimos pueden emerger en el marco de la utilización del femicidio como mercancía, como producto de venganza entre bandas, o bien como respuesta a la desviación en relación a lo que se espera que sea el proceder de las mujeres.
Sobre la acción dirigida a causar la muerte violenta de la víctima, las cuatro acciones implementadas con mayor frecuencia fueron: acuchilladas, 22.4%; baleadas, 17.2%; golpeadas, 17.2%; y asfixiadas y estranguladas, 8.6%
Al explorar el ámbito de ocurrencia de femicidios frustrados, encontramos que el 55.6% de los casos ocurrieron en el hogar y un 18.5% ocurrieron en plena calle. Las tres acciones implementadas con mayor frecuencia en los intentos de femicidio fueron: golpeadas, 51.6%; acuchilladas, 28%; y baleadas, 10.8%.
Factores de riesgo
Sobre los femicidios consumados, en un 5.2% se observaron antecedentes de amenazas o daños físicos, que incluyen el anuncio verbal, o con actos, de la ejecución de un daño físico, psicológico, sexual, patrimonial, laboral, con el fin de intimidar a la mujer, tanto en el contexto doméstico como fuera de él. En 1.7% de los casos aparecen episodios de violencia sexual, comprendiendo no solamente un acto sexual, sino toda forma de contacto genital o no genital, tales como actos lascivos, acceso carnal violento, o violación propiamente dicha. Y en otro 1,7% se documentó un historial de consumo de drogas del agresor.
Presencia de armas
En el 17.2% de los casos de femicidios consumados se utilizó un arma de fuego corta. En el 22,4% los femicidios presentaron como mecanismo de comisión la utilización de manos y pies, dado que la muerte violenta se produjo a consecuencia de puños y patadas. En el 29.3% la muerte violenta fue producto del uso de un arma blanca o punzo penetrante. En el 3,4% de los casos las muertes violentas se vieron involucradas con un vehículo automotor.
Para los femicidios frustrados, en el 55.6% de los casos la muerte violenta fue producto de la utilización de un arma blanca o punzo penetrante. En el 14.8%, los femicidios frustrados presentaron como mecanismo de comisión la utilización de las propias manos y pies del agresor. Mientras que en el 7.4% de los casos se utilizó un arma de fuego corta.
Denuncia previa y testigos
Solamente en uno de los 27 casos de femicidios frustrados se da cuenta de la existencia de una denuncia previa por violencia de género interpuesta por la víctima contra el agresor. Acerca de los testigos, en el 72.4% de las reseñas periodísticas no se hace referencia a la presencia de testigos de los femicidios consumados, mientras que en el 19% de los casos en grado de frustración los testigos fueron familiares y amigos de la víctima.
Son mujeres, no números
Como venimos alertando desde la creación del Observatorio Digital de Femicidios, detrás de estos casos documentados hay mucho más que cifras, está el rostro de una mujer que ha sido víctima de un agresor que ha decidido arrebatarle la vida, y de un Estado que no ha dispuesto un marco de acción efectivo que permita prevenir este delito. Son mujeres, no números.
La comprensión de la violencia contra las mujeres debe traducirse no solo en visibilizar el hecho o establecer una estadística sobre un delito, que si bien no debe ser subestimada, requiere una acción mucho más profunda para prevenirlo. Es necesario un análisis vinculado a la ocurrencia del femicidio, sus caracterizaciones y/o consecuencias ya que esto permite ampliar el marco de acción para su prevención.
A pesar de lo anterior, en Venezuela desde el año 2016 no existen datos oficiales que permitan establecer las tasas de femicidios, por cuanto no se lleva a cabo un registro género sensitivo, ni tampoco se identifica o se profundiza en el contexto bajo el cual las mujeres han sido víctimas de este delito y sus consecuencias.