A Angibeli del Amor Fuenmayor (18) la acusaban, unos azotes de Torito Fernández, de soplona. Le adjudican el asesinato del «Malandroso», su líder. La Policía informó que el primer ataque contra la familia ocurrió en septiembre, cuando mataron a Carlos Alberto Hidalgo, esposo de la muchacha
Por «echar paja» le dispararon en la cabeza a Angibeli del Amor Fuenmayor Barrozo (18), de tres meses de embarazo, cuando amamantaba al mayor de sus hijos en la acera de su casa, en el barrio Torito Fernández, parroquia Antonio Borjas Romero, al oeste de Maracaibo.
La embarazada se sentó, a eso de las 9.00 de la noche del pasado jueves, con su hijo, de un año. Un desconocido ingresó por el fondo de la casa con un arma, le disparó a quemarropa y escapó por los patios de los vecinos. Ninguno pudo verlo, detallaron los Fuenmayor.
Al niño lo encontraron cerca del cadáver de su madre, lloraba. Sus familiares tuvieron que limpiarle la sangre de su cuerpo.
Los testigos comentaron que al sicario se le cayó un bolso mientras corría. Dijeron que no tenía nada de interés adentro y lo desecharon.
Una de las primeras en llegar a la escena del crimen fue la madre de Angibeli del Amor. Quedó en shock al intentar auxiliarla y que esta no reaccionara.
Venganza
En el crimen vinculan a la banda de Kevin Leonardo Rodríguez Medina (24), apodado el «Malandroso», un azote del barrio, a quien la Policía científica le adjudica el asesinato de Carlos Alberto Hidalgo, esposo de la embarazada. «Lo mataron hace dos meses», comentó un oficial.
Los detectives rastrearon al «Malandroso» hasta el 19 de septiembre. Lo encontraron en su guarida y tras un enfrentamiento lo liquidaron. La madre del delincuente empezó a llamar por teléfono a Fuenmayor, la acusaba de aliarse con los funcionarios para vengar el asesinato de su marido.
Los familiares de la embarazada sospechan que los secuaces del delincuente cumplieron con una encomienda. No les importó que amamantara a su hijo.
2 asesinatos se le vinculan a la banda del «Malandroso», uno de ellos después de su muerte.
Andrea Querales/La Verdad