La desaparición de Kalinina Ortega no fue tendencia en octubre de 2016, cuando desapareció de la vista de sus familiares, tampoco en meses ni años siguientes. Sus hermanos denunciaron negligencia por parte de las autoridades, ya que -a su juicio- no llevaron a cabo las experticias necesarias para dar con el paradero de la periodista, recordada por inaugurar la fuente Educación Universitaria en el diario El Nacional, y quien también escribió para Últimas Noticias. Pero todo cambió el pasado 26 de febrero, cuando fueron encontrados en el patio de su casa en San Bernardino casi un centenar de restos óseos. Pero, ¿qué le pasó a Kalinina?
Hasta el momento de finalizado este reporte, el Ministerio Público no había informado sobre los avances de la investigación que ordenó el 1 de marzo del corriente: realizar las pesquisas del hallazgo de 79 restos óseos en el patio de la casa 19 de la avenida Peñalver, San Bernardino. El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) presume que podrían pertenecer a Kalinina, quien fue reportada como desaparecida el 4 de octubre de 2016: tenía en ese entonces 76 años.
Pese a que poco se sabe sobre el caso, la también periodista Luisana Colomine ha aportado datos valiosos para entender un poco qué pasó con Kalinina. Un día después de que el MP anunció la investigación, Colomine publicó en su blog El Tugurio de Luisana, «La Verdad de Kalinina».
En sus palabras, la desaparición de Kalinina es comparable con alguna serie de televisión donde se resuelven crímenes y desapariciones solo atando cabos sueltos y una investigación pendiente, y también rechazó la indiferencia de los medios de comunicación.
«Uno de los tantos detalles que llaman la atención en la tragedia de la familia Ortega es la indiferencia no solo de los medios de comunicación (de donde viene Kalinina), sino de la sociedad en general. Ni siquiera el diario El Nacional, donde tuvo mucha influencia y hasta un libro escribió en coautoría con Miguel Henríque Otero, se hizo eco de este triste caso», suscribe el texto.
Según precisó, un señor encargado de cuidar la casa -que no es jardinero como dicen algunos medios, sino zapatero- se encontraba arreglando el patio y se percató de que su perrito estaba escarbando en un sitio.
«Cuando se dio cuenta del interés canino y conociendo la situación, se puso alerta. Casi a la misma hora, llegó un amigo de la familia que siempre lleva comida a la gata de Kalinina. El hombre se percató de la novedad y notificó a la abogada de los Ortega y esta a su vez a las autoridades. Los periodistas de sucesos dieron la información por redes sociales y ahora “Kalinina Ortega” y “San Bernardino” son tendencias en twitter…Casi seis años después. Y parece que Kalinina, quien firmaba sus notas de El Nacional con un simple pero contundente “K.O”, decidió tomar las riendas y cantar su verdad al mundo, esa a la cual, como buena periodista, nunca renunció».
Recordada por su colaboración y simpatía
El Cooperante contactó a varios colegas de Kalinina, quienes compartieron con ella en El Nacional. Debido a que han pasado casi 40 años desde que la periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV) escribía para el diario, logramos conversar con dos de ellos: Sandra Guerrero y Víctor Rodríguez.
Sandra Guerrero es una reconocida periodista de sucesos y miembro del equipo del Monitor de Víctimas. Tiene más de 40 años de experiencia en medios de comunicación. En conversación telefónica con El Cooperante, comentó que ambas tuvieron una buena relación cuando se conocieron décadas atrás.
«Te puedo decir que mantuvimos una buena relación. La conocí porque durante un tiempo me tocó cubrir la fuente educación y como ella tenía ya tiempo de experiencia, varias veces le consulte sobre temas relacionados y siempre tuvo respuestas acertadas porque conocía muy bien su fuente», dijo. «Pese a que cuando llegué al diario El Nacional ella ya se había ido de allí, siempre visitaba el periódico, y cualquier duda que yo tenía le consultaba a ella. Siempre me atendía y me explicaba el caso».
Tal como la describió, Kalinina era muy simpática y colaboradora. Al día de hoy, Guerrero no recuerda exactamente qué día se enteró de que Kalinina había desaparecido, pero en ese entonces pudo hablar con uno de sus familiares.
«No recuerdo el día preciso, pero alguien lo comentó en El Nacional, y logré hablar con un hermano de Kalinina que no tenía mayores detalles porque tenía tiempo sin saber de ella. Lo que sí sé es que ella vivía sola en una casa, en San Bernardino».
Sobre la última vez que la vio, dijo: «No recuerdo cuántos años fue, pero sí que fue una tarde que fue a El Nacional. Ella hablaba con la secretaria. La saludé y hablamos poco porque yo escribía y tenía que entregar material».
Víctor Rodríguez también conoció a Kalinina. Hasta diciembre de 2018, él se desempeñaba como jefe de Información Gráfica de El Nacional y se conocieron por la década de los 80.
«La conocí como compañera de trabajo, ella era reportera y yo diseñador. La recuerdo como una buena compañera, muy conversadora en la redacción del periódico, cubría la fuente de educación superior con mucha dedicación y pasión, en particular cuando tocaba cubrir las elecciones en la UCV», expresó. «Pero como estábamos en diferentes secciones y horarios no compartíamos tanto. Sí sé que era bastante amigable».
De acuerdo a lo que compartió, de la desaparición se enteró por Sandra Guerrero, pero lamentó que no se haya hecho mucho más para dar con las verdaderas causas de su inexplicable desaparición.
«En verdad, más allá de las cosas que hizo Sandra para averiguar cómo reportera de sucesos no creo que sea haya hecho más, ni en el periódico, ni en otro medio. La verdad me parece muy triste lo sucedido y ojalá se resuelva esa situación y conozcamos la verdad de lo que pasó».
El sueño de los justos: cabos sueltos
– En su cuenta Twitter creada en el año 2013, pero que no tiene ninguna publicación, Kalinina se describió como «mujer, periodista (retirada), metodóloga, luchadora social, comunista y chavista, amante de esta tierra venezolana». Pese a que no hay ningún tuit, compartió fotografías del techo de su casa, pidiendo ayuda al gobierno para reparar las filtraciones.
– En 2008, ocho años antes de su desaparición, el periodista Manuel Isidro Molina, advirtió de constantes agresiones a la periodista por parte un grupo de vecinos que «pretendían echarla de su casa» y reseñó en el diario La Razón que el caso estaba rodeado por «una rara mezcla de abusos de abogados, santeros y personas codiciosas…».
– El Cooperante intentó contactar a Luisana Colomine sin éxito, pero de su blog se desprenden algunas claves para entender un poco más a fondo el caso:
1. Según Colomine, Kalinina hizo diversas denuncias sobre algunas personas de la comunidad que la agredían por ser ella de izquierda.
2. Quien hizo la denuncia de la desaparición de Kalinina, el día 4 de octubre de 2016, es una persona conocida de Kalinina llamada Gersi Dávila. Dávila dijo que la periodista salió a cobrar la pensión y no regresó. «Kalinina vivía sola, tenía un carácter fuerte y determinado, pero siempre estaba en contacto con sus hermanos».
3. Gersi Dávila fue quien recibió en la casa de Kalinina a las autoridades y según el testimonio de su hermana Nadeztha, todo estaba en orden: incluso encontraron su cartera y documentos personales. Los familiares de la periodista nunca habían visto a Gersi Dávila, la conocieron después de los hechos.
4. La relación de Kalinina con Gersi Dávila, según su hermana Karelia Ortega, está asociada a una Fundación que creó la periodista: Funkalor, para hacer trabajo social en la zona. La sede, con el consentimiento de su dueña, sería la propia casa de Kalinina. Fue así como Dávila y otras personas allegadas al gobierno local, comenzaron a frecuentar la vivienda para poner en marcha el proyecto de la comunicadora. Instalaron reja con candado al pie de la escalera que conduce al segundo piso, donde ubicaron la Fundación y, de esta manera, controlaban el acceso.
5. Colomine alertó que el CICPC nunca investigó, ni tomó declaraciones a la gente que frecuentaba la casa, tampoco evaluó físicamente el lugar, no llevaron perros sabuesos pese al pedido de la familia. Además, tras haberla reportado como desaparecida, la misma Gersi Dávila cambió las cerraduras de la residencia y un familiar suyo, que aún habita allí, se mudó a la segunda planta donde funcionaba la Fundación. Ante el cambio de cerradura, Igor Ortega, hermano de la comunicadora le preguntó a Dávila :“¿Y si llega Kalinina cómo va a entrar?”
6. La hermana menor de Kalinina, Nadeztha Ortega, quien entonces vivía en Puerto La Cruz, se mudó a la residencia para resguardar el espacio y las cosas de la periodista. «Tuvo que compartir la casa con el allegado de Gersi Dávila. Nadeztha, junto a la abogada de la familia, Ninoska Silva, asumió el proceso legal aunque en el Cicpc le decían que eso le correspondía a Dávila porque figuraba como la denunciante».
7. Nadeztha Ortega cada día fue a hospitales, a la morgue, al Cicpc, a la Fiscalía, a los tribunales, pero el asunto dormía “el sueño de los justos” porque, además, tampoco existía en los medios de comunicación sino muy débilmente.
8. Cuatro veces fueron cambiados los detectives asignados, entre los cuales figuran Harrison Estrada y Freiner Moreno.
9. En 2019, a los cuatro años de la desaparición, Nadeztha Ortega, asistida de manera gratuita por el Dr. Roberto Urbano, abogado amigo de Kalinina, solicitó al Tribunal Sexto Administrativo de Los Ruíces la Declaratoria de Ausencia (artículo 434 del Código Civil) de su hermana para poder cerrar ciclos y disponer de los bienes materiales. Muchas veces acudió al citado juzgado, sin éxito.
10. El 8 de octubre de 2020, se logró que la Fiscalía ordenara al Cicpc la reactivación del proceso, pero nada pasó. El Fiscal 54 Juan Carlos Urbano, con competencia en víctimas especiales, se quedó esperando y también su plan para investigar y hacer las experticias que nunca procedieron.
por Anaísa Rodríguez/El Cooperante
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