Lo acusan de robarse una camioneta y lo ultiman

La Policía científica acusaba a Urdaneta de robarse una Ford C10, roja, placa A99BN6V, con el emblema de Rectimoreca en un costado. «Era inocente. Quien metió esa camioneta ahí fue Kelvin», denunció la comunidad. El vehículo lo escondieron en el patio de un rancho, diagonal a la residencia de Urdaneta

«Lo tiraron en la camioneta como un saco y se lo llevaron», comentaban entre sí los vecinos del parcelamiento El Paso Wayúu, parroquia Marcial Hernández de San Francisco. Unos esperaban que los médicos del CDI de Los Cortijos estabilizaran a Hangerson José Urdaneta Ávila (26), pero otros sabían que ya iba muerto.

La Policía científica acusaba a Urdaneta de robarse una Ford C10, roja, placa A99BN6V, con el emblema de Rectimoreca en un costado. «Era inocente. Quien metió esa camioneta ahí fue Kelvin», denunció la comunidad. El vehículo lo escondieron en el patio de un rancho, diagonal a la residencia de Urdaneta.

El alboroto empezó a las 3.00 de la tarde, llegaron los primeros funcionarios y se escucharon cinco detonaciones. Las mujeres y los muchachos de la calle 150 con avenida 300 abandonaron sus casas para exigirle a los policías que liberaran al hombre obeso que cortaba el pasto, a quien montaron esposado en una de las patrullas.

Un funcionario les aseguró que solo se lo llevaban en condición de testigo y que en un par de horas volvería. Lo interrogarían.

Ninguno de los curiosos se movió de la calle. Esperaron que montaran la camioneta sin cauchos en una grúa. Apenas los oficiales salieron de la casa de Urdaneta, aún en construcción, ellos entraron. «Se llevaron todo. Dinero, reloj, teléfonos. Son unos ladrones», exclamó un pariente del occiso.

Las manchas de sangre se extendían desde la puerta hasta una cama de madera. La habitación estaba revuelta. Un testigo comentó: «Estaba durmiendo. Abrió la puerta y le dispararon».

En su versión, la Policía científica sostuvo que Urdaneta se les enfrentó con un revólver calibre 38, sin serial ni marcas visibles. Su actitud era sospechosa.

Evadido

Al propietario del rancho amarillo, donde escondían la camioneta, lo señalaron de usar la comunidad para esconder vehículos. Ese era el cuarto carro que traía en este mes. «A Kelvin González lo expulsaron del barrio Monte Pío por ocultar carros robados hace seis años. Por su culpa mataron a un inocente. Debemos tumbarle su rancho», gritaba una vecina para animar a la comunidad a derribar las latas.

 

Jéssika Palma Ferrer/La Verdad