Humberto Jesús Morales riñó con sus atacantes. Al final estos se llevaron su cartera, su dinero y su celular. Su cuerpo lo encontraron en el sector Santa Rosa
Dudaba en hablar. Recordar aquel episodio le revivió el dolor a María Urdaneta. Unas 12 horas antes unos delincuentes le mataron a su hijo, Humberto Jesús Morales Urdaneta (24), de un escopetazo en el sector Santa Rosa, en el municipio Jesús Enrique Lossada. Le dejaron «un hueco» en la parte superior de la cabeza.
El cadáver lo encontraron a las 6.00 de la mañana en la vía pública. «Aún estaba calientico cuando llegué». Urdaneta cree que su hijo regresaba a su casa cuando lo atacaron. Salió a las 8.00 de la noche del pasado sábado para visitar a una tía. Sospecha que se quedó con los amigos hasta la madrugada.
Los vecinos llegaron a la casa de María a las 5.00 de la mañana. Le comentaron que a su muchacho lo habían matado. La comunidad cree que se resistió al robo. Le faltaba su teléfono, cartera y dinero.
«Lo dejaron tirado como una basura a un lado de la calle», repitió Urdaneta. El llanto la ahogaba y por la impotencia acotó: «A todos los matan ahí como a una basura».
El muchacho se defendió. Su madre al verlo en la calle, notó que tenía golpes en la cara y le habían desgarrado su camisa manga larga.
El cuerpo permaneció a un lado de la carretera hasta que amaneció. Los Urdaneta le informaron a la Policía, les suplicaron que se llevaran el cadáver, pero los detectives de la Policía científica acudieron a la barriada a la 1.00 de la tarde.
“Él no es un desecho. No podía dejar a mi hijo allí mientras ellos decidían llegar o no”, acotó la mujer. Comentó que tomó la decisión de llevarlo para su casa luego de esperar por los oficiales al menos tres horas.
La Policía científica acudió a la casa de Urdaneta a la 1.00 de la tarde para llevarse el cuerpo e iniciar las investigaciones. Hasta ahora se desconoce la identidad de sus agresores.
Humberto no tuvo hijos, trabajaba como maestro de obra y residía con su madre en el sector El Pozón. Su madre fue víctima hace dos años de un robo cuando salía a trabajar. La mujer lo esperaba en cada salida. «Lo esperé toda la noche, pero nunca llegó».
Paola Hernández/La Verdad