El Tribunal Séptimo de Control citó a dos médicos neurocirujanos y la junta directiva de la clínica, tras acusarlos de omisión al socorro, homicidio a título de dolo eventual y estafa.
por El Cooperante
La vida de Diana Josefina Manzini D’Elía expiró el 16 de agosto de 2021. Tenía varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Santa Sofía, ubicada en Caracas. Diana fue intervenida quirúrgicamente por un equipo de neurocirujanos encabezado por el Dr. Carlos Foubert. Ha pasado más de un año, pero la familia Manzini D’Elía no ha tenido tiempo para curar su duelo, ya que está inmersa en un proceso legal en Fiscalía. Minerva Josefina D’Elía Sánchez ofreció detalles sobre la denuncia que introdujo en contra de la directiva de la clínica por «haberla dejado morir», ya que no la atendieron a tiempo. Pese a que sabe que una querella judicial no le devolverá a su hija, considera que esto es un llamado de atención a los centros de salud y profesionales de la medicina para que cumplan a cabalidad con su obligación de garantizar la vida del paciente.
En medio del dolor que hoy la embarga, pese a que han pasado 15 meses, Minerva D’Elía reveló a El Cooperante detalles sobre el caso que será expuesto en una audiencia preliminar el próximo lunes, 17 de octubre de 2022. El Tribunal Séptimo de Control citó a dos médicos neurocirujanos y la junta directiva de la clínica, tras acusarlos de omisión al socorro, homicidio a título de dolo eventual y estafa.
Luego de 10 meses de investigaciones penales la fiscal provisoria N°24, Yinelki Guilarte, dictó un acto conclusivo en el cual se acusa a los involucrados de los delitos antes mencionados: Carlos Alfredo Foubert Spier y Andrian José Urdaneta Páez. El director de la junta directiva, Germán Cortez Hernández, y demás miembros: Gennarino Rosito Camarca, Nicolas Tatoli Daluido, Nora Margarita Pérez Rodríguez, Fernando Luis González Mundarain y Nerio José Bracho Uzcátegui.

¿Cómo llegó Diana Manzini a la Clínica Santa Sofía?
El 26 de febrero, Diana tuvo un accidente de tránsito mientras circulaba por el Centro Comercial Ciudad Tamanaco. Estaba lloviendo, su carro se coleó y pegó contra la defensa. Fue atendida por efectivos del Instituto Nacional de Tránsito Terrestre y en una ambulancia fue trasladada a la sala de emergencias de la Clínica Santa Sofía, a petición de su mamá.
Al ser atendida, los médicos le indicaron que tuvo una fractura en la vértebra L1. La traumatóloga de guardia le recetó un tratamiento con analgésico y le mandó a usar durante tres meses un corsé. En tres semanas, la vería para estudiar su evolución. «Ella hizo su tratamiento durante esos tres meses y después sintió unas molestias. En julio fue a verse con un traumatólogo que la remitió con el doctor Adrián Urdaneta que es el asistente del doctor Foubert y este recomendó realizar una operación ambulatoria denominada vertebroplastia».
- Según la página Mayo Clinic, la vertebroplastia es un procedimiento ambulatorio para estabilizar fracturas por compresión en la columna vertebral. Se inyecta cemento óseo dentro de los huesos de la columna vertebral (vértebras) que se han fisurado o fracturado, a menudo debido a la osteoporosis. El cemento se endurece y estabiliza las fracturas, lo cual brinda soporte a la columna vertebral.
La operación se fijó para el 2 de agosto. El procedimiento duró solo media hora y cuando Diana estaba en la sala de recuperación, su mamá pudo verla.
«Me dijo que le dolía la cabeza, pero le dieron de alta. Los médicos me explicaron que el dolor podía ser a causa de la anestesia. Pero no fue así, por toda una semana, estuvo con dolor de cabeza, todos los días ella hablaba con el doctor, le pedía que la viera porque no se le quitaba el dolor, pero durante siete días fue inútil. Nunca la vieron. Incluso, se les ofreció que realizaran la consulta a domicilio y que se les pagaba, pero nunca fueron a casa», lamentó.
«A los días, le recetaron unos medicamentos opiáceos y así fue que se le calmó el dolor. El médico le pidió que se practicara una tomografía cuando se sintiera mejor. Pero Diana seguía con malestar. El lunes 9 de agosto la iba a llevar a hacerle la tomografía, pero mi hija convulsionó esa madrugada. De inmediato, la llevé a la emergencia de la clínica. Desde las 5:00 a.m. estábamos allí y el doctor Urdaneta llegó a las 8:00 a.m. Le practicaron la tomografía y tenía un derrame cerebral».
Minerva detalló que en ese momento los médicos no sabían qué hacer con Diana. Debieron haberle aplicado trauma shock, pero no lo hicieron, criticó.
«No se hizo hasta que no llegó el Dr. Foubert. Mi tarjeta no pasaba por el punto internacional para pagar los 1 000 dólares de la emergencia. La clínica no acepta transferencia por Zelle y el banco donde estaban los fondos provenientes de una cooperativa porque soy jubilada del sistema de las Naciones Unidas estaba cerrado por la pandemia, así que todo se complicó y dijeron que no podían operarla hasta que no se hiciera el pago. La Santa Sofía emitió un presupuesto de 18 200 dólares: 9 000 dólares por los gastos de la institución y 9 200 dólares del cirujano. Gracias a un amigo en común con el director de la clínica que pidió el favor a la junta directiva, operaron a Diana por cortesía. Habían pasado 12 horas».

«La ingresan a las 5:00 p.m. y le hacen una craneotomía , pero el día siguiente a las 8:30 a.m. ya la clínica tenía su dinero depositado. Yo nunca me negué a pagar», afirmó.
Aparentemente, todo había salido bien. Minerva pudo verla, pero Diana insistía en que le dolía la cabeza y mantenía los ojos cerrados.
«Ella estuvo en terapia intensiva y el miércoles en la madrugada, me llama el doctor Urdaneta y me dice que mi hija tuvo un episodio y que hubo que intubarla, que tuvo un paro cardiorrespiratorio. La intuban y después empezó a tener problemas de compensación de sodio y ya al día siguiente, me dijeron que tenía muerte cerebral».
Irregularidades y malos tratos
En medio de la terrible noticia y después de todo lo que había hecho la familia de Diana para que estuviera bien, el Dr. Foubert le dijo a la familia D’Elía Sánchez que Diana padecía un tumor congénito y que esa fue la causa de su muerte, algo que fue descartado a través de una biopsia, aseguró Minerva D’Elía.
En ese punto, le pareció que algo no estaba bien. «Teníamos claro que la causa de muerte fue un derrame cerebral pero no sabemos qué fue lo que pasó en esa operación».
«El problema es que no la trataron a tiempo, no puedes dejar a un paciente que acabas de operar con un dolor de cabeza durante tantos días, pasó toda una semana con malestar, el médico debía atenderla, hacerle una tomografía, una resonancia para ver qué estaba pasando y así, Diana se habría salvado, no habría muerto».
«Aunado a eso, al llegar a la clínica, pasaron 12 horas hasta que fue operada porque no se había podido depositar. Lo lamentable de todo esto es la demora por el mercantilismo. Diana fue atendida en emergencias por un médico residente que era menor que ella. El tiempo que la dejaron sin atención de un profesional es omisión al socorro», dice.
Como si fuera poco, Minerva aseguró que fue agredida por el personal de la clínica. «La arrogancia de los médicos fue muy grande y al presidente de la junta directiva le pareció que era un simple error administrativo. La muerte de mi hija no es un error, sino que la dejaron de atender porque el dinero no estaba en el momento que ellos pedían. Cuando solicité la historia médica la respuesta fue muy grosera y no me gustó, por eso decidí introducir una querella en un tribunal y este le pidió a la fiscalía que haga una investigación».
La bibliotecóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela, agradeció la labor de la fiscalía, y hace un llamado a quienes han sido víctimas del atropello de médicos para que denuncien ante las autoridades estos casos.
«Han sido muy diligentes en la investigación, con mucha seriedad. La Fiscalía consiguió que hay suficiente evidencia para que se presenten en el tribunal, y por eso, presentó la acusación».
Debido a que es una demanda contra una persona jurídica, en estos casos se llega a un acuerdo reparatorio.
«Sabemos que si no llegamos a un acuerdo, el caso seguirá adelante y verán si se le declara culpable de los cargos y enfrentarán sanciones penales. Lo que buscamos como familia de Diana es que esto no se repita porque pasa con mucha frecuencia, pasa en clínicas y pasa en hospitales. Yo llegué hasta el final porque no es fácil que te enfrentes a una clínica. Es lamentable que los médicos se estén deshumanizando, que lo único que importe es el dinero y que sientas el maltrato como paciente y la falta de interés. No le hicieron caso cuando estuvo una semana con dolor, debían atenderla».
Además, aseveró que la clínica le cobró servicios que nunca usó: «cobraron una habitación, tratamientos y el servicio de una nutricionista que nunca usó porque Diana nunca salió de terapia intensiva».

El Cooperante se comunicó vía telefónica con el consultorio del Dr. Foubert, pero este no respondió a una solicitud de entrevista.

«Alegre, querida por todos y sobre todo, feliz«
Pese a la triste pérdida, Diana vive en su familia y su madre la recuerda como era ella: alegre, feliz y libre.
Diana tenía 33 años y era chef profesional, le gustaba mucho cocinar, contó su madre. A donde llegaba hacía amigos, siempre estaba con una sonrisa.
«Todo el mundo la quería, la querían mucho en el trabajo, sus amigos, en la casa, su hermano, yo. Diana era pura alegría, era un amor con las personas y con los animales», comentó.

«Cuando estuvo en terapia intensiva, sus amigos le enviaron notas de voz desde muchos países, hablábamos con ella, la acompañamos en todo momento. Recibió mensajes de España, Chile, Argentina, Estados Unidos, Canadá. Diana era una persona muy bonita, era mi compañera, hacíamos ejercicios juntas, siempre me llamaba cuando estaba cocinando».
Su pasión eran los postres y su dulce favorito era el tres leche de chocolate. En memoria de Diana, su madre planea publicar sus recetas propias.
«Tenía un don especial para los postres, le pedían muchas tortas y hasta tenía recetas propias. Tiene recetarios hechos por ella que pienso publicarlos porque tenía una letra muy bonita y usaba marcadores de colores y he pensado en publicarlos junto a su chef mentor».

«Fue mi gran amor, mi amiga, mi compañera»
Hasta el día de su muerte, Diana estuvo en una relación con Francisco Marín. Tenían cuatro años y tres meses de noviazgo. Francisco también conversó vía telefónica con El Cooperante y no pudo contener la tristeza al recordar los últimos días que pasó junto a ella.
«Diana era una gran mujer, era dulce, cariñosa, de gran corazón. Siempre estuvo en cada uno de mis logros. Fue mi amiga, mi novia, mi compañera de vida, inteligente y siempre con la gran disposición de ayudar a todo el mundo».
«Diana vio en mi lo que pocas personas ven y siempre creyó en mi. Me ayudó con mis padres, me hizo mejor hombre, la recuerdo siempre con esa sonrisa, esa ganas de trabajar, de salir adelante conmigo, de tener un futuro juntos, teníamos muchos planes pero muchísimos, y duele no tenerla. Duele saber que se marchó de un día para otro», sintió. «No merecía morir así, nos faltaron muchas cosas por cumplir. La amé demasiado, ella me hizo feliz hasta el último día».

Francisco acompañó a Diana durante todos los días que pasó en la clínica y los recuerda como días muy difíciles: «los peores de mi vida».
«Esos días fueron una montaña rusa, fueron los peores días de mi vida. Ella convulsionó ese domingo a mi lado, llegamos a la clínica y verla mal, verla peor cada día, gritar de dolor, sufrir, verla en terapia intensiva, me destrozó por completo».
Pero lo peor de todo, siguió, es ver lo inhumano de los doctores.
«Nos daban poca o ninguna información, el trato a mi persona, a su familia, en ningún momento había una palabra de aliento. Estaban solo pendiente del pago sin importar el sufrimiento de Diana, gritaba, lloraba por el dolor de cabeza pero no la operaban por que el dinero no estaba a tiempo. Se escapaba de nuestras manos. Fue lo peor que he vivido».
Al igual que Minerva, Francisco solo busca que se haga justicia por la memoria de Diana.
«Sé que no me la van a devolver, no devolverá la luz a mi vida, pero esos doctores no deberían seguir operando, no deberían hacerle más daño a nadie. Deben hacerse responsables».
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