A las 4 a.m del miércoles 4 de julio un joven de 16 años mató a cuchilladas a su madre y a su abuela en el bloque 8 de Propatria. También atacó a su abuelo y a su hermana, pero sólo logró herirlos. Su abuelo declaró que el joven estaba “como poseído” cuando mató a las mujeres.
Tras su detención han salido a la luz declaraciones de familiares y del propio joven, quien asegura no recordar nada de lo que hizo. Por su parte, su abuelo, que sufrió una herida en la cabeza y una puñalada en el brazo, aseguró que el joven “estaba como poseído” cuando cometió el crimen, según una nota publicada por Diario La Verdad en su página web.
Sus vecinos opinan lo mismo. Se supo que la familia del joven practica la santería, ya que en la sala de la casa hay un altar de Shangó, considerado deidad del fuego. Su tío declaró que cuando llegó a la casa y vio al joven este le dijo que no lo dejara solo. “Yo no lo hice, no lo hice”, decía.
En la hora de las brujas
Se sabe que alrededor de las 3 de la mañana el joven se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, tomó un cuchillo y fue al cuarto de su madre. Primero atacó a su abuela, Aracelys Hernández, luego se fue contra su propia madre, Mari Rosales.
Una tía declaró algo particular sobre el joven: la tarde del martes 3 de julio el joven rompió en llanto y decía: “no quiero que mi mamá se vaya. Ella se va a ir“, a lo que su tía le tranquilizó diciéndole que su madre sólo iba a trabajar.
La madrugada del crimen, y tras los gritos y el caos, su abuelo, Marcos Tovar, quiso detenerlo pero al intentar forcejear con él, éste lo hirió con un objeto en la cabeza y luego le dio una puñalada en el brazo y otra en la mano.
Luego atacó a su hermana menor, de 12 años, a quien apuñaló en el cuello. La niña se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Miguel Pérez Carreño en La Yaguara y fue ella quien, estando herida, salió al pasillo gritando y pidiendo ayuda.
Cuando llegaron los vecinos, quienes llamaron a las autoridades, el muchacho estaba acostado en su cama. Cuando le preguntaron por lo que hizo afirmó que él no había sido. “Les juro que yo no maté a mi mamá“, dijo.
Tras el levantamiento de los cuerpos, a los que tuvieron que cubrir con sábanas blancas, el joven fue llevado a la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) en la avenida Urdaneta y manifestó a los funcionarios del Eje de Homicidios que se había desmayado y que al volver en sí vio los cadáveres de la madre y la abuela.
Sus familiares aseguraron que el joven era un muchacho tranquilo, aplicado en los estudios. Practicaba básquet e iba a un curso de pintura. Su tío expresó sentirse sorprendido e impactado.
Tras el crimen el joven quedó huérfano, ya que su padre murió en un hecho violento hace ocho años cuando fue asesinado en la entrada del mismo bloque 8 por sujetos desconocidos que querían quitarle su arma, ya que era escolta en Laboratorios Roche.
Hasta los momentos no se ha comprobado el tema espiritual como influencia para que el muchacho cometiera el crimen, aunque vecinos y familiares consideran esta masacre como algo sobrenatural. Las investigaciones policiales continúan para esclarecer el caso.