El muerto en la silla

La Policía regional cercó la escena para evitar que alteraran las evidencias. Hasta ahora se investiga el homicidio como una venganza. La víctima tenía antecedentes por extorsión

La avenida 66G del corredor vial Cuatricentenario, en su segunda etapa, colapsó de curiosos. A Álvaro Raúl Escalona Zambrano, de 30 años, conocido como «Gordo Bemba», no le dieron tiempo a pararse de la silla de hierro forjado en la que disfrutaba del fresco y la sombra que hacía al frente de un restaurante de comida internacional.

La sangre salpicada de su brazo izquierdo desde las 12.30 del mediodía de ayer. Estaba tapado con una sábana blanca con cuadros azules y negros. Vestía franela negra, bermuda verde y sandalias blancas. A un lado quedó una gorra con el logo de una heladería, la misma que funciona al lado de su residencia número 13, diagonal al lugar donde lo acribillaron.

La calle se congestionó de curiosos. Los choferes de los carros del transporte público que circulan por la zona paraban para averiguar. Un microbús chocó una camioneta por mirar más allá de las patrullas. Otros transeúntes sacaban celulares y trataban de tomar fotografías mientras que el viento levantaba la tela. Algunos encargados de los locales cercanos cerraron el negocio.

Muchos comentaban a sus compañeros que escucharon disparos. Unos decían cuatro y otros ocho. Al ser encarados por la prensa respondían «yo no ví nada, ni escuché nada». Se mostraban renuentes a ofrecer detalles. Dos horas más tarde del homicidio llegaron dos mujeres, parientes de Álvaro. Lloraron al verlo, se abrazaron, cruzaron la calle y se escondieron en la vivienda.

En el piso habían más de 10 casquillos de bala, una alcanzó a quebrar un vidrio del local. Todos a quemaropa. Rusmari, una prima de crianza, contó desde la vivienda que escuchó los disparos y se refugió. Al salir vio que se trataba de su cercano. Que vivía con ellos desde hace 12 meses.

En la casa trabajaba como mecánico, arreglando el sistema de frenos. Dejó en orfandad a su hijo de un año. La cercana aseguró que no le escuchó decir, alguna vez, que tenía problemas o que alguien lo había amenazado de muerte. Recordó que «Gordo Bemba» acostumbraba a sentarse en esa esquina a conversar con amigos. Ayer la suerte le cambió.

Un policía contó que desde la calle que bordea el restaurante, salió un Hyundai Accent azul, se bajaron sus asesinos y le dispararon de cerca. Tenían el rostro tapado y huyeron. Tras varias horas llegó la Policía científica para levantar el cadáver y estudiar el caso. Los detectives entrevistaron a los testigos, a los familiares y pidieron a los gerentes de los comercios cercanos, entregar una copia de las cintas de video de las cámaras de seguridad para ayudar con la investigación.

Con prontuario

A Escalona lo juzgaron en 2010 por el delito de extorsión. Sus abogados intentaron reiteradas veces que le otorgaran libertad condicional hasta lograrlo.

10 casquillos de bala percutida estaban cerca del mecánico. Estuvo más de tres horas ante la mirada de los curiosos.

 

José Antonio González/La Verdad