El modus operandi que utilizan delincuentes en las redes sociales para estafar a venezolanos

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Una nueva mafia se filtra a través de las redes sociales para estafar a seguidores venezolanos bajo el señuelo de vender divisas extranjeras. La modalidad delictiva se ha hecho más frecuente en los últimos meses, en los que el precio del dólar en el mercado negro se han disparado de forma alarmante.

Desde localidades venezolanas e incluso desde otros países, los estafadores hackean cuentas de Instagram que contengan una importante cantidad de seguidores, y es que mientras más seguidores tenga la cuenta, más probabilidades hay de que alguien muerda el anzuelo.

“Me hackearon la cuenta y publicaron una historia en la que decía que vendía mil dólares. Inmediatamente, mis seguidores, pensado que era yo, escribieron al privado y solicitaron los datos para hacer el pago”, contó María Alejandra, una de las víctimas del novedoso método, quien prefirió, por razones de seguridad, no revelar su identidad.

La información llegó hasta ella cuando un amigo le escribió por WhatsApp para reprocharle que no le hubiese contado nada acerca de la venta de dólares, a lo que esta respondió: “sí, claro. Ni qui tuviese tanto dinero”, pesando que se trataba de una broma.

Pero cuando intentó ingresar a su cuenta, se percató de que algo no estaba bien. “Mi amigo me dijo que hice la publicación en una historia, pero yo no sabía de qué hablaba, así que fui a confirmar y me encontré con que no podía ingresar. Habían cambiado la clave”,explicó. Entretanto, se le ocurrió ingresar por vinculación de cuentas a través de Facebook y, efectivamente, la historia estaba publicada.

“Revisé mis mensajes directos y vi que ya varios amigos me habían escrito pidiendo los datos para concretar el negocio. Borré la historia y publiqué una aclarando que era falso, que me habían hackeado, y escribí a los que me contactaron para advertirles”, narró María Alejandra. Poco después recibió respuesta de uno de sus amigos “casi víctimas”, quien no realizó la transferencia al estafador a la espera de que un gestor le hiciera el favor.

El estafador se contactó por mensajes privados en la red social y luego intercambió números telefónicoscon sus potenciales víctimas. El número que proporcionaba era de Estados Unidos, pero la cuenta bancaria era de una entidad venezolana. Tras realizar una serie de investigaciones, la mujer logró dar con los datos del delincuente: José Gregorio Acosta González, un connacional radicado en el sector Guerito, municipio Santiago Mariño del estado Aragua.

Al igual que le sucedió a María Alejandra, la periodista Xiomary Urbáez fue víctima de lo que, aseguró, es una banda criminal que opera en todo el país. “Comencé a recibir notificaciones de amigos que deseaban seguirme en una nueva cuenta de Instagram que yo nunca había abierto. Extrañada lo tomé como un error de la red social”, sin embargo, esto no la alarmó.

Al intentar ingresar a su cuenta, no pudo. “El sistema me remitía a la ‘cuenta nueva’”, pero esto tampoco le ocasionó preocupación. Fue cuando empezó a recibir mensajes a través de su WhatsApp que se percató de que había sido hackeada. “Comencé a recibir mensajes preguntando por el precio de 1.900 dólares que estaba vendiendo, por lo que intenté utilizar todas las formas conocidas para recuperar la clave de mi cuenta original. Todos los intentos fueron en vano”.

Los estafadores apenas comenzaban a mover sus tentáculos. Abrieron una nueva cuenta de Instagram con un usuario similar al que Xiomary utilizaba, y lo sustituyeron por la anterior, desvinculándola así de otras redes sociales. Posteriormente su viejo usuario fue bloqueado, por lo que el sistema la redirigía a la nueva cuenta. “El engaño era perfecto, porque se podían seguir viendo las publicaciones hechas por mí. Para la publicación de los dólares, utilizaron las historias”. 

Todos podían ver las publicaciones de la periodista, excepto ella. Con ayuda de algunos seguidores, logró obtener los datos del estafador, incluido un número telefónico afiliado a WhatsApp que tenía una fotografía de la periodista. Con la información obtenida, Xiomary identificó a Luis Salín Salazar Machado, con residencia en Nueva Esparta, como el timador detrás del robo de su cuenta y posterior intento de fraude a sus seguidores.

“Fuimos más allá en las averiguaciones y descubrimos que ese mismo nombre estaba circulando en las redes como parte de una banda de estafadores nacionales”, entre los que se encuentran Reinaldo Joey Narvaez MorenoLuis Enrique Oliveros Jiménez y José Luis Laguna Castellanos, todos oriundos del Zulia, residenciados en Cabimas; y un cuarto hombre de nombre Jesús Alberto Díaz Blanco, residenciado en La Pastora, municipio Libertador de Caracas.

“Temerosa de que alguien pudiera caer en la trampa, decidí hacer la denuncia en el Departamento de Delitos Informáticos de la delegación Zona industrial, del Cicpc Lara. Facilité todas las evidencias reunidas. Hice lo propio en el banco con la esperanza de que bloqueen la cuenta bancaria de los criminales y obtuve respuesta inmediata”, sin embargo, Instagram, brilló por su ausencia.

Xiomary expresó sentirse decepcionada de la red social y es que, a pesar de la cuenta fue denunciada y realizó todos los procedimientos para que esta fuese suspendida, la misma continúa en funcionamiento. “No pretendo recuperar mi antigua cuenta, aunque sí quisiera que se hicieran eco de las denuncias y por lo menos la cerraran. Ya no soy la usuaria de @_xiomaryurbaez, sino de la cuenta alterna que los mismos criminales me abrieron, previa recuperación y cambio de claves en esa y las demás redes”, contó.

Similitudes de los casos

Además del hackeo de cuentas, en ambas situaciones los delincuentes aportaron cuentas jurídicas para la transacción. A excepción de dos, todos tienen asignados números de cédulas que se ubican en los 20 millones, es decir, que son personas jóvenes entre las edades menores a 30 años.

Otra coincidencia, es que la mayoría reside en el estado Zulia, específicamente en sectores ubicados en Cabimas. Asimismo, por lo general, ofrecen sumas superiores a los USD 1.000 y hackean cuentas con más de mil usuarios. Ambas víctimas concluyeron en que la estafa no es cuestión de casualidad, y que detrás de esta existe una red de personas que se dedica al ilícito, reseña El Cooperante