A Jair José Vergara Conde lo golpearon con una llave de cruz hasta matarlo. Lo contrataron junto a su amigo «Katiuska» en la avenida 5 de Julio. La Policía tardó 10 meses en capturar a los responsables. El juez los condenó a dos años de prisión. Todos están libres. En 2011 cumplieron su condena
Los gritos y la cabellera negra empapada en sangre quedaron indelebles en la memoria de Carlos Jesús Soto Soto, conocido como «Katiuska». En tribunales recordó aquella noche, 6 de julio de 2009, cuando desde lo alto de un árbol escuchaba las súplicas que su amigo, Jair José Vergara Conde (19), alias «Violeta», le hacía a uno de sus amantes mientras este lo golpeaba con una llave de cruz: «¡Papi, ya no me deis. No me peguéis más!».
La oscuridad de la noche sirvió de cómplice para José Alberto Fusil Montero, apodado el «Mudo», Maiker Jesús León García y Romer Alexánder Mendoza Bracho. Todos se embarcaron en su carro fúnebre y se perdieron por las calles lúgubres de Sierra Maestra, en el municipio San Francisco. Atrás, en el piso, boca arriba, con los labios morados, la piel pálida y en un sueño eterno abandonaron el cadáver de «Violeta». Su pelo negro azabache ocultaba la herida en su cabeza.
«Katiuska» sobrevivió. Según explicó horas después del crimen, de milagro. La atacaron primero. Se zafó como pudo, corrió hacia una mata y escaló hasta lo más alto. Desde allí, solo pudo escuchar cómo el «Mudo» liquidaba a su compañera. Él también tenía heridas en la frente y en los ojos.
La contratación
Las víctimas se toparon con sus atacantes en la calle 77 de Maracaibo (avenida 5 de Julio). La ranchera negra se detuvo frente a ellas y el copiloto las invitó a dar una vuelta.
«Compraron unas cervecitas y nos fuimos a San Francisco», entre chistes y bebidas llegaron a la estación de servicio La Barbacoa. «Discutían entre ellos porque el dueño del carro, el «Mudo», no quería prestárselo a los otros dos que querían irse con nosotras». Allí permanecieron unos minutos, luego condujeron hasta el estacionamiento del Templo a Guadalupe en la calle 16 entre avenidas 11 y 12 de Sierra Maestra.
Fusil, León y Mendoza se bajaron de la ranchera y reiniciaron la pelea. «Me bajé para decirles que ya teníamos mucho tiempo con ellos, y me amenazaron con una llave de cruz», explicó «Katiuska» a la Policía.
«Solo pude escuchar cómo ‘Violeta’ le gritaba», mientras se escondía del «Mudo», quien la persiguió por el estacionamiento. Soto recordó que el vestido de «Violeta», corto con rayas blancas y celestes y círculos blancos, anaranjados, celestes, beiges y ocre; y sus tacones no le permitieron correr. Tropezó y la alcanzó con el borde de la llave de cruz y la mató.
El cadáver de Vergara ingresó a la morgue forense ese 6 de julio a las 7.00 de la mañana. El médico forense de guardia, según la sentencia número 28/2010, del asunto 10M-335-2010, le diagnosticó deceso por «traumatismo craneoencefálico severo: Contusión cerebral, lesión encefálica hemorrágica y edema cerebral con enclavamiento de amígdalas cerebelosas, producto de la brutal golpiza».
Al sepelio acudieron los más cercanos. Presentación Vergara, tía y madre de crianza de la víctima, suplicaba por justicia. La Policía tardó cuatro meses y 10 días en darle respuesta. Los asesinos habían huido a Mérida, pero el 16 de noviembre de 2009, atraparon al «Mudo» y a León en la calle 15 con avenida 15A de Sierra Maestra.
Armando Guillén, jefe de la delegación de la Policía científica en San Francisco para ese momento, declaró que los ubicaron porque los sospechosos «se pusieron a derecho ante la Fiscalía 46.a del Ministerio Público». Buscaban un beneficio procesal por admitir su culpa.
A Romer Mendoza lo apresaron seis meses después, el 22 de mayo de 2010, en la avenida 15 con avenida 19 del municipio sureño. Este y sus cómplices los presentaron ante el Tribunal Décimo de Juicio de Primera Instancia del Circuito Judicial Penal del estado Zulia, el 14 de junio de 2010.
La jueza temporal Décimo de Juicio, Ana María Petit Garcés, aplicó un procedimiento especial de admisión de los hechos, a los acusados. A quienes se les condenó a purgar la pena de dos años de prisión por homicidio calificado y lesiones intencionales graves. La justicia que exigían los Vergara se resumió en 730 días de prisión. La condena de los homicidas ya terminó, desde el 17 de noviembre de 2011, todos están libres. Retomaron sus vidas y sueños, olvidándose que aquella noche destruyeron con una llave de cruz los de «Violeta».
José Antonio González/La Verdad