Crónica Letal: La obsesión desenfrenada que lo llevó a lanzarse al vacío con su hijo

Un hecho desgarrador marcó a una familia. Un inocente que fue arrastrado por el desenfreno y un cúmulo de discusiones obsesivas llevaron a un final trágico: el suicidio de un hombre y el asesinato de un niño.

Dos escenarios, una barriada caraqueña y un transitado viaducto que conecta a Caracas con La Guaira.

Todo se desencadenó desde la noche del miércoles 27 de septiembre, en un anexo de techo de zinc, paredes de ladrillo y ventanales de vidrio, situado en el tercer piso de una vivienda, situada en la calle Paso Malo, sector Las Torres en La Vega, municipio Libertador de Caracas.

En esa propiedad vivía Yormi Ascanio, de 41 años, su pareja de 21 años (quien prefirió no ser identificada), sus hijos de dos y cinco años, y una mujer que acudía a cuidar a los pequeños.

 

Ese día la madre de los pequeños y Yormi sostuvieron una discusión acalorada, era costumbre debido al temperamento del hombre, quien cuando se molestaba no tenía límites. La disputa se volvió intensa y la dama salió a un puesto de alquiler de teléfonos a llamar a la policía, pero Ascanio le arrancó el celular y le dijo que no llamara a nadie.

La fémina no quería continuar discutiendo, por lo que se fue a la casa de una amiga y dejó a Ascanio en la vivienda familiar con sus hijos y la niñera. Él no se quedó en el lugar por mucho tiempo, fue a tomarse unos tragos y cuando regresó nuevamente a su hogar-en horas de la madrugada del jueves 28 de septiembre-la dama todavía no había llegado.

Ascanio se notaba alterado, la niñera logró percibirlo. Caminaba de un lado a otro, se sentaba en el mueble de la casa y luego se levantaba, hizo esa misma rutina por momentos. Se manifestaba como si fuera un hombre esquizofrénico, su sosiego se había ido a otro plano.

De repente, se levantó, colocó en sus brazos a su hijo de dos años de nombre Yorber Ascanio Amestroyy prendió en fuego uno de los muebles de la vivienda.

La llamarada se propagó por todo el lugar. Los destellos comenzaron a aumentarse y Ascanio se acercó a su hijo de cinco años con el otro en brazos y le dijo: “Párate que la casa se está quemando”, luego salió del inmueble y cerró la puerta con llave.

El pequeño de cinco años habilidoso llamó a su niñera y junto con ella, como pudieron, salieron de la casa.

El hombre todavía se encontraba en las afueras de la vivienda dentro de un vehículo, que anteriormente le había prestado su cuñado. El niño de cinco años salió corriendo hasta el carro y le gritó a su padre: “no te lleves a mi hermanito”, pero este hizo caso omiso a la suplicas de su hijo y huyó del lugar.

Una desgracia

En plena carretera Ascanio comenzó a llamar a sus familiares. La primera fue para su suegra y luego a sus hijos mayores, que había tenido con su expareja. En todas las llamadas les decía: “Perdonen porque voy a hacer algo malo”.

Cuando ya el sol estaba ascendiendo, Ascanio, junto a su hijo de dos años, llegaron al Viaducto 1 del kilómetro 4 de la carretera Caracas-La Guaira. Se bajó del vehículo, estuvo intranquilo y tras dar su último aliento se lanzó con su hijo al vacío. Los cadáveres del hombre y el niño quedaron en una zona boscosa debajo del puente y luego funcionarios los encontraron.

La madre del niño se enteró del hecho, porque en su lugar de trabajo le informaron lo ocurrido, debido a que ella no regresó a dormir a su casa, para evitar peleas con su pareja.

Se logró conocer que antes de este suceso, Ascanio estuvo en tratamiento psicológico por varios meses y comenzó a decaer aún más debido a que “bebía mucho”, así lo dijo la madre del niño de dos años en la morgue de Bello Monte, quien no pudo contener las lágrimas por la muerte de su hijo.

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