No era costumbre en aquella zona de la élite caraqueña escuchar algún sonido extraño o alarmante, era un lugar tranquilo, ubicado en el sector más recóndito de El Hatillo, en el estado Miranda. Se trataba del conjunto residencial “Casas de Oritopo”.
Ese lunes 13 de noviembre la tranquilidad del conjunto residencial se entorpeció cuando se comenzaron a escuchar gritos exasperados. Los residentes, quienes no estaban acostumbrados a esos alborotos, solo se asomaron por las ventanas y otros salieron a ver de qué se trataba. Una mujer no paraba de gritar y llorar, no podía entender que había ocurrido, el cadáver de su hija Amaris Martínez, el de su yerno Leonardo Brantd y el de la hija de ambos, de seis años, yacían en la vivienda sobre un charco de sangre.
La escena era de un crimen y un suicidio. Una pistola estaba inerte en el piso. Habían conchas de proyectiles y algunos vidrios de la cocina de la vivienda estaban destrozados por los impactos de las balas.
Una tragedia anunciada
El problema inició con aquella discusión que no paraba y que se había convertido en una pesadilla para Amaris y Leonardo. Los celos se habían apoderado de la vivienda familiar y marcaron una grieta que estaba a punto de reventar.
A la vista de los vecinos, allegados y compañeros de trabajo la relación entre Amaris y Leonardo parecía tranquila y sin ningún tipo de problemas, pero a puerta cerrada vivían en conflicto constante. Tanto es así que habían pensado en la separación.
Los celos y el diagnóstico de esquizofrenia de Leonardo marcaron en la relación un bache que se acrecentaba a medida que pasaba el tiempo. También se manifestó un episodio donde la madre de Leonardo intentó incendiar su casa, y por ello fue recluida en un sanatorio.
Tres hechos de sangre
La noche del domingo 12 de noviembre se escucharon en las residencias “Casas de Oritopo” varias ráfagas de disparos, algo no habitual. Los vigilantes del sitio llamaron de inmediato a funcionarios de la policía municipal de El Hatillo (PoliHatillo). Ellos llegaron a la residencia e hicieron un recorrido, pero no encontraron nada fuera de lugar.
Ya al día siguiente la empleada de servicio de Amaris y Leonardo llegó al inmueble, llamó a los propietarios, pero no obtuvo respuesta, un hecho que le causó alarma y se comunicó con Mirna Coromoto Muñoz de Martínez, la madre de Amaris, quien llegó a la vivienda.
La fémina abrió la puerta del lugar, comenzó a revisar el sitio y encontró en la cocina los cuerpos inertes de Amaris y Leonardo, luego subió al cuarto de la niña de ambos y la halló con un tiro en la cabeza sobre su cama.
Funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) llegaron al sitio del suceso y recopilaron las evidencias de interés criminalístico. Presumen que Leonardo en medio de sus celos desenfrenados e indicios de esquizofrenia mató a su hija mientras dormía y como Amaris escuchó el disparo, se dio una disputa que terminó en la cocina, donde Leonardo le propinó un tiro y luego se quitó la vida. Amaris era odontóloga e instructora de zumba, y Leonardo abogado.
Se conoció que el abogado figuraba como directivo y administrador de 18 compañías de importaciones creadas entre 2011 y 2012 en Miami, Estados Unidos, según una investigación del medio La Tabla.
El Cooperante