Los antisociales de los barrios Cota 905, El Cementerio y El Valle, burlaron durante meses a los efectivos policiales que buscaban a los cabecillas de bandas criminales en los cerros de la Cota, Primero de Mayo o en El 70.
El Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), no sospecharon lo que parecía evidente: los maleantes se ocultaban dentro de las cárceles y en hoteles marginales de las principales ciudades del país, reseñó el diario Últimas Noticias.
Las autoridades desconocían el paradero de Oswaldo Oropeza, alias “Lucifer”, ni rastro de los otros cabecillas de bandas criminales, ni de sus más cercanos colaboradores, sino puras señoras mayores, niños, y las mujeres de los malandros. Lo que sí encontraron fueron balaceras de los “gariteros”, delincuentes que tienen la misión de retrasar el avance de las fuerzas policiales.
Meses después, luego de la detención de personas vinculadas con las bandas delictivas de los mencionados barrios capitalinos, fue que que las autoridades obtuvieron las primeras pistas del posible paradero de El Lucifer.
Fue un día viernes por la tarde, a las 2:30 pm, cuando la historia del para entonces delincuente más buscado en Venezuela, llegaría a su desenlace. El lugar de los hechos, cual escena de película de acción Hollywood, fue un hotel ubicado en los Altos Mirandinos, llamado hotel El Colonial, donde según fuentes oficiales, hasta llevaban mujeres, música, pasapalos y whisky del bueno a los criminales que se ocultaban de los funcionarios policiales, dentro de las habitaciones del lugar, dándose la gran vida como si fuesen Pablo Escobar u otro gran capo de la historia.
El personal de El Colonial, ya conocía a los maleantes que allí se hospedaban, ya que no era la primera vez que los visitaban, y al contrario de incomodarse con la presencia de los criminales, les era grato su estadía debido a las jugosas ganancias económicas que les dejaba alquilarles sus habitaciones. Ese lujoso estilo de vida, terminó causando sospechas, y alertó a las autoridades.
Un helicóptero comenzó a sobrevolar la zona, al tiempo que sonaban las sirenas de los vehículos de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), apostados en los alrededores de El Colonial. De inmediato, tomaron toda la parte delantera del hotel, mientras otras varias decenas bloqueaban la carretera Panamericana en ambos sentidos.
COMENZÓ LA BALACERA
Un de los miembros de la banda criminal, vio correr entre los arbustos a cuatro policía, corrió a su habitación, tomó su morral y su fusil, y sin pensarlo dos veces arremetió disparando contra los funcionarios. Hasta una granado fue detonada, causando gran estruendo y alboroto en el lugar. Los empleados aterrorizados, no sabían que estaba pasando te temblaban tirados en el piso.
En una de las habitaciones estaba Oswaldo Oropeza, El Lucifer, el hombre más temido en la zona sur de la capital, sobre todo en los barrios de Coche y El Valle. Dicen que cuando lo encontraron, su fusil aún estaba humeante. Tenía bolsito de cuero, que ya comenzaba a llenarse todo de sangre. Las fuerzas de inteligencia por fin tenían a su pez gordo, le dieron dado un golpe de gracia al objetivo: ultimaron a alias El Lucifer.
Adiós a uno de los mitos criminales más temidos y horribles de nuestra historia.
SM